Civiles desprotegidos, militares atrincherados
Los dos atentados con coche bomba en apenas 12 d¨ªas demuestran que la llamada resistencia, o los grupos que est¨¢n detr¨¢s de ella, han comenzado una campa?a muy diferente del ataque habitual contra convoyes militares estadounidenses. La elecci¨®n de estudiados objetivos econ¨®micos y civiles que est¨¦n deficientemente protegidos significa que nadie puede sentirse seguro en Bagdad. Cualquier embajada, organismo internacional u hotel puede ser atacado. El fin de los terroristas es lograr el impacto pol¨ªtico y medi¨¢tico y, sobre todo, crear una sensaci¨®n de caos absoluto; transmitir la idea de que la Administraci¨®n estadounidense es un fracaso.
Los hoteles Palestina y Sheraton, donde se hospedan hombres de negocios en tr¨¢nsito por El Dorado, agentes y analistas de la CIA que se presentan como consultores, mercenarios que exhiben sus armas sin disimulo y proclaman algunas de sus haza?as pasadas y periodistas de medio mundo, son uno de esos objetivos. Est¨¢n protegidos por tres o cuatro carros de combate (depende de las visitas de alcurnia) y un n¨²mero indeterminado de soldados metidos en los todoterrenos humvees. La seguridad efectiva se halla en manos de unos iraqu¨ªes que visten camisa azul como si se tratara de un uniforme. Ellos son los encargados de registrar los autom¨®viles. Su actitud displicente no ha variado con los ¨²ltimos atentados con coche bomba. No revisan los bajos de los autom¨®viles ni miran debajo de los asientos ni rebuscan en el maletero. Cualquiera podr¨ªa pasar explosivos.
La seguridad es grande en los cuarteles estadounidenses. Y en las oficinas de la autoridad civil. Para asistir a una rueda de prensa del proc¨®nsul Paul Bremer o del jefe del Ej¨¦rcito de Estados Unidos en Irak, general Ricardo S¨¢nchez, es necesario acudir al centro de congresos con una hora de anticipaci¨®n, pasar cuatro controles, dejar los trastos en la sala de prensa y salir de ella. S¨®lo cuando los perros adiestrados dan el visto bueno puede comenzar la pl¨¢tica de Bremer y S¨¢nchez. Desde el atentado del martes, esta seguridad ha sido reforzada. Nada que ver con la parsimonia de los vigilantes del Palestina y el Sheraton.
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