Confirmado: los bostezos se contagian
Tal vez le haya pasado alguna vez. Est¨¢ en una solemne reuni¨®n, el de al lado bosteza y all¨¢ que va usted con su bocaza de hipop¨®tamo ante la mirada perpleja del jefe del departamento. A veces basta con que bostece un actor en la tele, o incluso un personaje de una novela. Hay bostezos particularmente contagiosos, y ninguno es peor que el acabado en un gemido de escala descendente, similar al ruido que hacen al alejarse los coches que van en sentido opuesto. Si encima el emisor cierra los ojos a la vez que la boca y se queda con cara de panoli, el contagio alcanza proporciones epid¨¦micas.
Gordon Gallup y sus colegas de la Universidad Estatal de Nueva York acaban de analizar el asunto experimentalmente (Cognitive Brain Research, 17 2). Han reclutado a 65 estudiantes de unos 20 a?os y les han ense?ado 24 v¨ªdeos de siete segundos en que aparecen personas ri¨¦ndose, bostezando o con cara de p¨®quer. Despu¨¦s de ver cada v¨ªdeo, el estudiante tiene que rellenar un cuestionario sobre lo que ha visto. Esto no es m¨¢s que un enga?abobos para que el sujeto no se mosquee. Lo que importa es que, mientras el estudiante miraba el v¨ªdeo, un experimentador le observaba por un espejo unidireccional, y apuntaba si hab¨ªa bostezado o no.
Bien. Como los v¨ªdeos la verdad es que eran bastante aburridos, el 9% de los estudiantes bostez¨® incluso cuando no hab¨ªa visto m¨¢s que gente ri¨¦ndose o con cara de p¨®quer. Pero los v¨ªdeos de bostezos hicieron bostezar nada menos que al 40% de los estudiantes. El bostezo contagioso se puede considerar probado experimentalmente.
?Por qu¨¦ a unas personas se les contagia el bostezo y a otras no? Gallup supuso que el fen¨®meno tendr¨ªa algo que ver con la diferente capacidad de cada individuo para imaginarse en la piel de otro y saber as¨ª qu¨¦ quiere, qu¨¦ sabe o qu¨¦ intenta hacer ¨¦ste. Los psic¨®logos llaman a esta capacidad teor¨ªa de la mente, porque requiere meterse en la mente de otra persona, metaf¨®ricamente hablando.
Hay tres tipos de pruebas para medir la teor¨ªa de la mente de un individuo. El primero pone a prueba su habilidad para descubrir en una historia que un personaje alberga una creencia err¨®nea. El segundo, que es una vuelta de tuerca, eval¨²a su capacidad para caer en que un personaje de una historia puede estar sosteniendo una creencia err¨®nea sobre otro personaje. El tercero es el m¨¢s primitivo, por as¨ª decir, y s¨®lo mide la habilidad de un individuo para reconocer una metedura de pata social (por ejemplo, cuando un personaje comenta con un vecino la tabarra que da el nuevo inquilino con su trompeta, sin reparar en que su interlocutor es precisamente el trompetista). Pues bien, los resultados de las dos primeras pruebas no tienen nada que ver con el contagio de los bostezos. Pero los de la tercera s¨ª: cuanto mejor descubre un estudiante las meteduras de pata m¨¢s sutiles de un personaje, m¨¢s se le contagian los bostezos.
Los psic¨®logos experimentales tambi¨¦n saben que los individuos con menos teor¨ªa de la mente, es decir, con menos capacidad para meterse en la piel de otro, suelen mostrar una personalidad denominada esquizot¨ªpica: sienten una ansiedad mayor de lo normal ante cualquier situaci¨®n social, tienden a creer en cosas extra?as o m¨¢gicas, carecen de amigos muy cercanos y rara vez manifiestan un afecto muy efusivo. El equipo de Gallup ha mostrado que los estudiantes que menos bostezan por contagio son los que muestran m¨¢s rasgos de esa personalidad esquizot¨ªpica.
Los cient¨ªficos de Nueva York concluyen que el contagio de los bostezos est¨¢ muy relacionado con la empat¨ªa, o con la capacidad para meterse en la piel de otro. Y tambi¨¦n con la consciencia de uno mismo, puesto que no se puede leer la mente de otro sin estar acostumbrado a examinar la propia. D¨ªgaselo a su jefe de departamento en la pr¨®xima reuni¨®n.
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