Duelo por el hombre, respeto por el mensaje
El brutal asesinato de Sergio Vieira de Mello, representante especial del secretario general de Naciones Unidas en Irak, es una prueba m¨¢s de que las personas que est¨¢n al servicio de la humanidad y defienden los derechos humanos son un blanco f¨¢cil en un mundo donde la seguridad de los pa¨ªses tiene m¨¢s valor que la seguridad de los seres humanos.
Como representante especial de Naciones Unidas en Irak, Vieira de Mello era un s¨ªmbolo del compromiso de la comunidad internacional con el pa¨ªs. Como alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, era la m¨¢xima autoridad del mundo en materia de derechos humanos. Estos momentos son de gran dolor para todos los que se preocupan por Irak y por los derechos humanos.
Lloro la muerte de Sergio como amigo y como l¨ªder internacional. Era una persona amante del riesgo, con mucha energ¨ªa y encanto; un hombre de acci¨®n y de principios, que irradiaba todo lo que hay de positivo y apasionado en la vida. Pero su muerte significa mucho m¨¢s que el fallecimiento de una buena persona.
Se ha atentado contra los habitantes de Irak que creen en la justicia y la paz, contra la comunidad internacional, contra los derechos humanos.
Con el asesinato de Sergio est¨¢n en juego los derechos humanos fundamentales del pueblo iraqu¨ª. Corre peligro la capacidad de la comunidad internacional para estar con el pueblo iraqu¨ª en su lucha por los derechos humanos.
Sergio estaba convencido de que la participaci¨®n de todos los iraqu¨ªes constitu¨ªa la piedra fundamental sobre la que ten¨ªa que levantarse Irak. Defend¨ªa la causa de los derechos humanos de los iraqu¨ªes ante quienes no quer¨ªan escuchar.
Para que la muerte de Sergio tenga sentido, Irak tiene que ser un campo labrado para los derechos humanos: no debemos dejar que se convierta en un erial.
Verdad y justicia para el pueblo iraqu¨ª; ¨¦sa era la meta de Sergio. No se deben sacrificar ahora los principios que tan preciados eran para ¨¦l en la vida. Es preciso detener a sus asesinos y ponerlos a disposici¨®n judicial, pero sin hacer de su muerte un pretexto para emprender una caza de brujas o cometer abusos generalizados contra los derechos humanos: nada de detenciones arbitrarias ni de uso excesivo de la fuerza.
Hay quien considerar¨¢ esta tragedia un prueba de que Sergio estaba equivocado en sus planteamientos sobre Irak: el respeto de los derechos humanos y la participaci¨®n del pueblo iraqu¨ª.
Sin embargo, Amnist¨ªa Internacional y otros activistas de derechos humanos saben que s¨®lo convirtiendo los derechos humanos en el elemento fundamental de la seguridad puede ponerse fin a esta violencia sin sentido. As¨ª lo cre¨ªa Sergio, y es por esta convicci¨®n por lo que ¨¦l y sus colegas trabajaban y por lo que han muerto.
El homicidio del alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos es un atentado intolerable contra los defensores de los derechos humanos de todo el mundo. No permitiremos que quede impune. Nuestro dolor no hace m¨¢s que aumentar nuestra determinaci¨®n de hacer algo. Han matado al hombre, pero jam¨¢s podr¨¢n matar su legado.
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