Isla de tr¨¢nsitos
Una de las muestras m¨¢s impactantes en la Bienal de Venecia es la que presenta el artista griego Jannis Kounellis. La idea del tr¨¢nsito planea en una propuesta oculta entre vasos de cristal, naturalezas vivas y un nido de gorri¨®n escondido, que invitan al espectador a entrar en un cuadro tridimensional.
Cada obra de Jannis Kounellis es un impulso desidealizado de o¨ªr las reverberaciones de la historia en edificios donde el encanto de un s¨²bito asombro nunca se agota y la poes¨ªa s¨®lo puede reposar en la fiel verdad de las piedras. Cuando el artista distribuye por las paredes y arcos de la Galleria d'Arte Moderna de Bolonia trozos de roca como meteoritos suspendidos en el espacio en ordenada verticalidad, o rodea la plaza del Plebiscito de N¨¢poles con grandes contenedores de madera que navegan entre sus escuetas b¨®vedas, o hace planear sus caracter¨ªsticas planchas de acero entre la monumentalidad florentina, consigue que la idea del tr¨¢nsito, que es el tiempo en sutil armon¨ªa con el espacio, se vea reemplazada por la repetici¨®n como una letan¨ªa liberadora que el observador desplaza hacia su propia experiencia.
Uno de esos momentos extraordinarios en la obra del autor griego lo encontramos, de nuevo, en un espacio perif¨¦rico de la ciudad. Venecia nunca es elusiva, obliga a que el p¨²blico de su teatro vote siempre con el pie. Quiz¨¢ el tr¨¢nsito que nos haga superar la incontinente ambivalencia de la bienal de Francesco Bonami sea el de poder subirnos sobre nuestros zancos y en el trono m¨¢s elevado del arte, sentarnos sobre nuestras posaderas, para acabar, despu¨¦s de un agradable paseo en vaporetto desde San Zaccar¨ªas, en el monasterio de la isla de San L¨¢zaro degli Armeni, donde tanta santidad se desvanece con ligera impetuosidad una vez se accede a su iglesia, que conserva los tesoros de tantos siglos de una cultura err¨¢tica y ejemplar.
El claustro, el museo y la biblioteca son los espacios donde Kounellis se afirma una vez m¨¢s como magn¨ªfico pintor que "presenta y no representa". En ellos distribuye sus objetos -vasos de cristal de diferentes formas y colores, ordenados sobre peque?as plataformas de hierro que se suceden verticalmente desde los arcos del patio- y naturalezas vivas, como si quisiera que el visitante entrara en un cuadro tridimensional en el que adem¨¢s puede encontrar un nido de gorriones escondido en el hueco del marco de una puerta. Entre valiosos libros y momias inadvertidas, el artista coloca en pedestales de acero, sobre una nube de algod¨®n, diferentes tipos de escarabajos disecados. En esta isla de ansiol¨ªtico paisaje, el arte permanece destinado a articular la sensibilidad. Y eso, despu¨¦s de una bienal sin alegr¨ªa, hecha a trompicones, merece un trago del mejor torbollino.
Jannis Kounellis. Monasterio de la isla de San L¨¢zaro degli Armeni. Venecia. Hasta el 4 de septiembre.
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