Cuerpos sin delito
Obras de arte de los siglos XIX y XX relacionadas con el cuerpo humano se analizan en este libro con un entusiasmo casi falstaffiano y sin ning¨²n af¨¢n moralizante.
Existe un fragmento de la capilla Sixtina que representa a san Bartolom¨¦, que sostiene con la mano izquierda su propia piel desollada. Miguel ?ngel pint¨® esta escena del Juicio final en 1540 y, 15 a?os m¨¢s tarde, el anatomista espa?ol Juan Valverde de Hamusco rehizo esta figura en una de las ilustraciones de su Historia de la composici¨®n del cuerpo humano, donde se puede ver c¨®mo un hombre alza con la mano derecha su propia piel como si fuera una gabardina. La idea del cuerpo desollado ten¨ªa entonces un poder de seducci¨®n incre¨ªble, como apunta el ensayista y catedr¨¢tico de Historia del Arte Juan Antonio Ram¨ªrez (M¨¢laga, 1948) en su ¨²ltimo t¨ªtulo para Siruela, Corpus solus. Y, as¨ª, dedica un cap¨ªtulo especial a la derma in absentia y a los logros seudocient¨ªficos en los cuerpos plastinados y seccionados longitudinalmente del Mengele del arte contempor¨¢neo, el doctor Gunther von Hagens, que se hizo famoso por los millones de personas que arrastr¨® en todo el mundo para contemplar los despojos y las rodajas humanas de su K?rperwelten. Ram¨ªrez ve en estos cuerpos serrados y dislocados la herencia de las composiciones cubistas de Naum Gabo, las esculturas de Boccioni agitadas por un movimiento hipot¨¦tico, los torsos con cajoneras de Dal¨ª y, m¨¢s contempor¨¢neamente, las bestias seccionadas, flotando en cajas transparentes de formalina, del brit¨¢nico Damien Hirst. Para el autor de Corpus solus, Von Hagens ha conseguido "hacer totalmente transparente el cuerpo humano pero con el resultado, un tanto inaudito, de que la ciencia y el arte aparecen rec¨ªprocamente despellejados".
CORPUS SOLUS. PARA UN MAPA DEL CUERPO EN EL ARTE CONTEMPOR?NEO
Juan Antonio Ram¨ªrez
Siruela. Madrid, 2003
355 p¨¢ginas. 45 euros
Ram¨ªrez se hace eco de la obra de Raymond Roussel Locus solus (1914) -en el que el sabio maestro Martial Canterel ense?aba a sus invitados las impactantes instalaciones que rodeaban su hermosa villa de Montmorency, ese "sereno retiro donde a Canterel le gusta proseguir con toda calma espiritual sus m¨²ltiples y fecundos trabajos"- para prometer al lector un conjunto de obras o de propuestas de exposiciones m¨¢s o menos ideales, con artistas y trabajos relacionados con el cuerpo humano, algo as¨ª como un mapa corporal de las amenidades que han dejado para la pl¨¢stica moderna numerosos artistas, sobre todo, mujeres.
Y como no existe un tema en el arte occidental m¨¢s irrebatible que el del cuerpo, el autor reconoce la absoluta exuberancia del tema, y no reprime su entusiasmo, casi falstaffiano, al describir -lejos, como reconoce, de rendir culto a ciertas modas intelectuales y recurriendo a los instrumentos metodol¨®gicos tradicionales del historiador- los cuerpos ideales, desnudos, en movimiento, pintados o tatuados, vejados, las l¨¢grimas, la enfermedad o el dolor en la obra de numerosos artistas del siglo XIX y XX, como Duchamp, Manzoni, Muybridge, Orlan, Pistoletto, Cindy Sherman, Ana Mendieta, Dal¨ª, David Nebreda, por citar s¨®lo algunos. Lo mejor del volumen es su car¨¢cter divulgativo y el talento de su autor para disipar toda cr¨ªtica moralizante. Ram¨ªrez no hace autorretrato, ense?a una econom¨ªa del conocimiento que conduce al dominio de la capacidad cr¨ªtica del lector, la oportunidad de leer y pensar. En este Corpus no hay delito.
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