'Morales', para el Parnaso
Volver a casa, y ahora esto.
Diciembre de 1970, Burgos, nieve. Varias penas de muerte solicitadas. Una farsa de consejo de guerra. Proclamas a favor de la libertad, los trabajadores y la solidaridad entre los "obreros de todos los pueblos de Espa?a", de la libertad de las nacionalidades, contra la dictadura y la opresi¨®n de todo g¨¦nero. Hab¨ªan decidido que deb¨ªan poner punto final a "aquello". El encargado, Morales (se lo hab¨ªa ganado a pulso, por su optimismo impenitente), dijo: "Me considero prisionero de guerra y me acojo al Convenio de Ginebra. Lo que pasa es que no hemos querido hacer uso a ese derecho, de no presentar m¨¢s que nombre y apellidos, porque he querido aprovechar esta ocasi¨®n para exponer la lucha del pueblo vasco y la opresi¨®n que sufre. ??Gora Euskadi Askatuta!!" Un paso al frente. Ruido de sables, uno apuntando al reo, gran alboroto y el Eusko gudariak cantado por los procesados. Luego, nueve penas de muerte para seis personas. Finalmente, los indultos. 1970, mandaba Franco.
Nunca antes se hab¨ªa logrado una movilizaci¨®n pol¨ªtica tan masiva en las calles, y solidaria (nacionalistas, socialistas, comunistas, dem¨®crata-cristianos entre los abogados) contra Franco. Hubo movilizaciones. El asesinado esos d¨ªas en ?ibar, Roberto P¨¦rez, era del PCE (internacional) -sus padres lo veneraron mucho tiempo... como eibarr¨¦s, comunista e internacionalista-. No importa mucho esto de las siglas, pero muestra la energ¨ªa general que aquel proceso gener¨®. La etnia no exist¨ªa. Literalmente, no exist¨ªa. Algunos ¨¦ramos ni?os y nos pill¨® en el instituto. Pero, luego, o¨ªmos miles de veces la grabaci¨®n de esas palabras y el ruido de sables.
1977. Extra?amiento para los "apestados-admirados" de Burgos. Marcha por la libertad por los pueblos del Pa¨ªs Vasco. Morales hab¨ªa le¨ªdo lo suyo. Se sab¨ªa socialdem¨®crata y amante de la libertad. Escribi¨® su Grand Placen aurkituko gara (1983; una novela, no como otros pastiches que, en cambio, se han traducido al castellano). Pero le toc¨® bailar, entre las dos feas, con la m¨¢s. Habl¨® con Argala. Sintonizaban: hab¨ªa que darle una oportunidad a la democracia. Vale. Pero Argala viv¨ªa supeditado al "se?orito Monz¨®n" y a sus Gestoras. Poco despu¨¦s, le mat¨® el GAL. Se qued¨® con los poli-milis, a su pesar (asesinado Pertur por sus "colegas", poco quedaba de "excelente" all¨ª). Fundaron (con Teo, un p¨¦simo camarero, y Markiegi, hermano lego de much¨ªsimo predicamento) Euskadiko Ezkerra. Tuvo su momento de gloria (que coincidi¨® con cierto desbarajuste interno). Aquello no daba m¨¢s de s¨ª, y se integraron en el PSE (no todos), pero no acab¨® de funcionar.
Pero Morales no pod¨ªa parar. Quer¨ªa romper esta nuestra historia maniquea. Sab¨ªa que ¨¦l -y ellos- no hab¨ªan sido fascistas ni de lejos, a diferencia de la ETA de hoy. Tambi¨¦n lo sabe uno que pis¨® lo suficientemente fuerte todo aquel barro. En los ¨²ltimos a?os, Onaindia fue, como Sean Connery en Robin y Marian: h¨¦roe-jubilado. Lo comentamos en m¨¢s de una ocasi¨®n. Nos re¨ªamos. Ya entonces quer¨ªa recuperar una memoria ilustrada y liberal para el Pa¨ªs Vasco. Exposiciones y publicaciones. Tuvo un ¨¦xito relativo ("aqu¨ª no se recuerda sino a carlistones y meapilas", me dec¨ªa).
Ha muerto. Le lloramos. Pero obtiene su victoria, como El Cid, tras su muerte. Es ¨¦l mismo, Mario Onaindia (y no sus exposiciones ideadas) quien representa para las nuevas generaciones, para los adolescentes y j¨®venes -inevitablemente rom¨¢nticos-, para todos nosotros, al h¨¦roe de Burgos, al h¨¦roe rom¨¢ntico por la libertad. Hay muchos j¨®venes que no hacen sino reclamar una historia altruista. La tienen en El proceso de Burgos (Imanol Uribe, 1979; uno sabe de las presiones de ETA-m), donde se presenta a los h¨¦roes (Robin Hood). Tambi¨¦n ah¨ª arranca el perpetuo luchador por la libertad (contra Franco, contra los traidores, ?ruines traidores!, de la ETA de hoy). Cuando ya tan s¨®lo era Robin, sombra de s¨ª, le gustaba mirar a Marian, sin m¨¢s. Mario Onaind¨ªa Natxiondo dispar¨® una flecha libre. All¨ª le (les) enterremos.
Yo quise a ese hombre y siempre respet¨¦ al personaje (y ni antes ni despu¨¦s de esto, se me volver¨¢ a escapar nada personal en esta columna. Es s¨®lo por Mario).
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