Cl¨¢sicos populares
Tiene no poca gracia la presentaci¨®n de esta peripecia situada en pasado, en la que un grupo de individuos del todo sobrenaturales deber¨¢ v¨¦rselas con una bestial, sangrienta conjura planetaria que, a comienzos del siglo XX, augura sumergir al mundo en una catarata de sangre... como si verdaderamente la "gran guerra" no estuviera ya en v¨ªsperas.
Pero tiene gracia justamente por esos personajes. Uno, aqu¨¦l sobre el que m¨¢s se centra la narraci¨®n, es nada menos que Allan Quatermain, el aventurero que apura su vejez en la lejana ?frica; otro, el Hombre Invisible; otra, Mina, a quien Nosferatu ha mordido inexorablemente; otro es Dorian Gray, el del fundamental retrato wildeano; y otro, nada menos, el capit¨¢n Nemo salido de las p¨¢ginas de Jules Verne en sus 20.000 leguas de viaje submarino... Y como no pod¨ªa ser de otra manera, se las tendr¨¢n que ver contra "alguien", que es nada menos que el m¨¢s formidable malvado literario que pari¨® el ¨²ltimo tercio del siglo XIX.
LA LIGA DE LOS HOMBRES EXTRAORDINARIOS
Direcci¨®n: Stephen Norrington. Int¨¦rpretes: Sean Connery, Naseeruddin Shah, Peta Wilson, Stuart Towsend. G¨¦nero: aventuras fant¨¢sticas, EE UU, 2003. Duraci¨®n: 110 minutos.
Con estos mimbres, un Sean Connery que, a estas alturas, sirve virtualmente para cualquier cosa, y una confesa admiraci¨®n por los cl¨¢sicos de la literatura popular de consumo, incluidos en ella los autores de c¨®mics Alan Moore y Kevin O'Neil, creadores de la historia que est¨¢ en la base de todo el asunto, el director Stephen Norrington construye una peripecia extra?a, sugerente y repulsiva a partes iguales.
Una trama en la que se dan la mano una imaginaci¨®n g¨®tica y a menudo grotesca con las sapienciales cualidades de personajes tan singulares; unos efectos especiales que se inspiran, aunque deformados y multiplicados, en las viejas ilustraciones decimon¨®nicas que ya reprodujera el gran Karel Zeman en sus ficciones animadas checas, con algunas situaciones demasiado del gusto de la feroz, destructora y demasiado expl¨ªcita aventura contempor¨¢nea.
Demasiados efectos
El resultado es en parte descorazonador, sobre todo porque gran parte de los recursos utilizados est¨¢n en contradicci¨®n con las caracter¨ªsticas conocidas de cada h¨¦roe: es como si los efectos especiales terminaran carg¨¢ndose la a menudo candorosa hechura de cada uno de ellos, como si s¨®lo se movieran, en la ficci¨®n, al comp¨¢s que le dictan las explosiones digitales, las escenograf¨ªas digitales, las proezas atl¨¦ticas digitales...
Con todo, la disfrutar¨¢n, y tal vez no poco, todos aquellos que no conocieron antes a esas "criaturas del aire" que, en muchos casos, poblaron nuestro imaginario infantil y que hoy, cuando ya todo parece dicho y visto, son rescatadas otra vez como testimonio de verdad. De cuando la aventura, en suma, era algo m¨¢s que un desborde de medios materiales, de incontinencia atl¨¦tica, de desborde de testosterona.
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