Misterio imperial
Una nueva puerta se ha abierto en el g¨¦nero de misterio, m¨¢s amplio que el policiaco aunque no de miedo. El responsable es Robert van Gulik y el protagonista de la serie el juez Di. Intrigas entrelazadas desarrolladas con soltura, amenidad y conocimiento en la China del siglo VII.
Robert van Gulik, diplom¨¢tico holand¨¦s, ling¨¹ista especializado en s¨¢nscrito, chino y japon¨¦s y reputado sin¨®logo, autor de un libro que es un cl¨¢sico de la antropolog¨ªa cultural (La vida sexual en la antigua China, Siruela), es tambi¨¦n autor de novelas policiacas. Bas¨¢ndose en una variante de la literatura popular china llamada de detectives y en un personaje hist¨®rico que existi¨® en la corte T'ang en el siglo VII de nuestra era, cre¨® al magistrado Di, protagonista de una serie de novelas de misterio verdaderamente notable. No es raro el caso; varios eminentes profesores brit¨¢nicos han escrito, bien que bajo seud¨®nimo, novelas policiacas. Un ejemplo magn¨ªfico es el poeta Cecil Day-Lewis -padre, por cierto, del excelente actor Daniel Day-Lewis-, que public¨® sus novelas policiacas con el nombre de Nicholas Blake y cuya novela La bestia debe morir es una de las cumbres del g¨¦nero.
LOS MISTERIOS DEL LAGO ASESINO
Robert van Gulik
Traducci¨®n de David Le¨®n G¨®mez
Edhasa. Barcelona, 2003
448 p¨¢ginas. 18 euros
Las novelas del juez Di transcurren en la China imperial del siglo VII, y las diferencias formales con respecto al g¨¦nero son interesantes a causa del escenario. En la China imperial el magistrado no es s¨®lo un juez sino un investigador, un verdadero detective que, al ser tambi¨¦n la m¨¢xima autoridad del distrito, tiene un equipo de colaboradores, bien oficiales de su juzgado, bien alguaciles o similares que a su vez poseen un gran poder de intimidaci¨®n sobre la poblaci¨®n. Todos respetan esa autoridad, pero procuran hacer vida aparte; como dice el propio Di cuando su oficial de Orden opina que la ausencia de casos a juicio quiere decir que los ciudadanos son gente observante de la ley: "No, Hung; quiere decir que saben c¨®mo tenernos al margen de sus asuntos". Adem¨¢s, existen otra clase de marginales, de bandidos a vagabundos, que es a¨²n m¨¢s dif¨ªcil de penetrar. El magistrado es un enviado de la Corte, un extra?o que se sit¨²a a la cabeza de la jerarqu¨ªa local. Es, como el juez dice en un momento concreto, el "funcionario padre y madre" del distrito.
El primer detalle del talento de Van Gulik es que nos sit¨²a con toda propiedad en la ¨¦poca, razonable debido a su cualificaci¨®n, pero lo importante es que lo hace sin alarde de erudici¨®n, lo cual es propio de un buen narrador. No hay erudici¨®n, no nos aplasta con datos sino que escribe como esas pinturas chinas en que la ligereza de trazo produce la intensidad de expresi¨®n; el escenario, la gente, los modos, las costumbres..., todo entra con perfecta fluidez, bien lejos de la exhibici¨®n historicista y la falsedad engolada a que nos tienen acostumbrados los autores de intrigas hist¨®ricas. Es convincente justo porque no necesita demostrar nada ya que su conocimiento le permite moverse en el ambiente como pez en el agua.
En segundo lugar hay que decir que es un excelente conductor de historias. Lo digo en plural porque en sus novelas no hay un solo caso, sino tres asuntos que resolver, los cuales -como en este libro- se acaban mezclando en mayor o menor medida. Eso supone una capacidad de construcci¨®n de trama verdaderamente notable porque, de una parte, cada historia va por su lado y crea, por tanto, tres situaciones de intriga; pero de otra, est¨¢ la exigencia de sostener las tres a la vez y, adem¨¢s de mantenerlas -y de resolverlas- a la par debe enlazarlas al final para que tenga sentido que se hayan desarrollado en el mismo lugar y tiempo. De nuevo hay que decir que s¨®lo un verdadero narrador es capaz de semejante proeza. La capacidad de Van Gulik de desarrollar los estados de la triple intriga sin titubear y su complejo ajuste son un verdadero alarde de seducci¨®n. Y as¨ª es como de su condici¨®n de estudioso de la ¨¦poca extrae la mayor naturalidad para que el narrador del misterio se mueva con toda soltura.
Y ya que hablamos de miste
rio, dig¨¢moslo pronto: Van Gulik se revela como un escritor de Misterio. El g¨¦nero Misterio (que no de Horror o Susto) es, en su plenitud, m¨¢s amplio que el Policiaco o Detectivesco porque une a la indagaci¨®n por medio de la intriga la presencia de la aventura en el sentido m¨¢s tradicional de la palabra. En efecto: la peculiaridad de la ¨¦poca en que transcurre la historia hace que la aventura est¨¦ presente con tanta importancia como la investigaci¨®n y que algunos miembros del equipo del juez Di -e incluso ¨¦l cuando hace falta- corran riesgos y sobresaltos y peleen como en todo buen relato de acci¨®n. Un formidable criminal, atacado por una pasi¨®n amorosa muy peculiar y extraordinaria que se cruza con una necesidad ¨ªntima de autoafirmaci¨®n, comete un crimen en la figura de una bella y solicitada cortesana; pero tras esta muerte y la propia bailarina existen, enrollados sobre s¨ª mismos, una serie de sucesos del pasado que, poco a poco, van saliendo a la luz hasta alcanzar una dimensi¨®n que ata?e al Estado mismo. El juez Di ser¨¢ el encargado de reunir las piezas de este rompecabezas cuya clave secreta es la absurda e incomprensible posici¨®n de las fichas en un problema de damas. Tras ¨¦l, se encuentra tambi¨¦n una manera de entender el mundo... e incluso de equivocarse. No adelantar¨¦ m¨¢s y no tema el lector, que no he revelado nada que traicione la emocionante intriga que se encierra en Los misterios del lago asesino. No creo equivocarme si afirmo que los amantes de la literatura de entretenimiento van a enterarse de lo que es bueno. S¨ª, porque la literatura de entretenimiento es literatura cuando posee la solvencia de construcci¨®n y expresi¨®n de un libro como ¨¦ste. Lo malo es cuando bajo la etiqueta de "entretenimiento" se nos entrega incompetencia o facilismo. Edhasa promete publicar todo el ciclo del juez Di: comparen con las simplezas que la moda de lo negro y similares est¨¢ tratando de colarnos, adm¨ªrense y disfruten de estas perlas genuinas.
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