Feria y bienales
La Feria Internacional de Chicago de 1933 marc¨® el fin psicol¨®gico de la Gran Depresi¨®n. Aunque todav¨ªa se retras¨® unos a?os la vuelta a la normalidad econ¨®mica, el pueblo americano se declar¨® harto de pasar calamidades y celebr¨® una catarsis, la Feria de Chicago, en la que los industriales inclu¨ªan un pabell¨®n del hogar del futuro, con lavavajillas, aire acondicionado y garaje.
Desde la modernidad, los pueblos occidentales tienden a sustituir la celebraci¨®n del pasado por la exaltaci¨®n del futuro y su m¨¢xima expresi¨®n son las ferias, bienales y exposiciones que, junto a las Olimpiadas, que celebran la mejora paulatina del m¨²sculo, contribuyen a crear una ilusi¨®n colectiva por la arribada de un mundo mejor.
Pienso que la transici¨®n espa?ola fue elocuentemente simbolizada por la Exposici¨®n de Sevilla y los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona con los que espa?oles de todos los or¨ªgenes, colores y bander¨ªas, se sintieron identificados.
Porque esa es otra de las connotaciones de tales eventos. Los soci¨®logos de la soledad a la americana, desde Riessman a Slater, nos han explicado el precio que pagamos por el triunfo del individualismo. La sociedad occidental moderna no est¨¢ constituida por familias sino por personas y aunque quedan restos evidentes de que las familias, naturales o mafiosas, conservan bastante poder, a todos nos gusta pensar que somos hijos de nuestras obras, o deber¨ªamos serlo. Pero, y ese es el pero, el individualismo, aliado con el modelo contempor¨¢neo de ciudad, engendra soledad y, sobre todo, alienaci¨®n. Una de las razones por las que se calientan las identidades monocordes, desde los patriotismos primarios a los fanatismos de club deportivo, es la ausencia de lazos colectivos suficientemente fuertes como para que exista una urdimbre social en la que la mayor¨ªa de los ciudadanos se sienta c¨®moda. Esa urdimbre tiene componentes locales, regionales, sectoriales, costumbristas pero no excluyentes y el resultado es una sociedad civil compleja en la que los ¨¦xitos de unos grupos no son sentidos necesariamente como fracasos propios.
Las celebraciones tipo ferias o bienales contribuyen a enriquecer la complejidad gracias a esa flecha dirigida hacia el futuro desde un presente que busca m¨¢s calidad de vida pero tambi¨¦n m¨¢s comunicaci¨®n, m¨¢s solidaridad. La afirmaci¨®n cosmopolita de ferias y bienales es probablemente su mejor aportaci¨®n al entendimiento de los pueblos. Me dec¨ªa un industrial del mueble, adicto al paseo por las ferias internacionales, que la gente con la que se encuentra en ellas desarrolla una solidaridad casi inmediata, son enemigos de cuantos acontecimientos, b¨¦licos o pac¨ªficos, la impiden y est¨¢n m¨¢s que hartos de los imperios monodimensionales. No en balde los comerciantes fueron los primeros rompedores de la supuesta armon¨ªa feudal de la Edad Media y los autores de la cultura de la ciudad, que como dec¨ªa Dante, "es el lugar donde se respira en libertad", aunque nuestros actuales asentamientos urbanos no lo parezcan.
La Bienal de Valencia es, desde su dise?o, un acontecimiento cosmopolita. Los valencianos saben usar el ingenio local pero no desde?an acudir a lo ajeno y reconocen que, en cultura como en tantas otras cosas, sumar es mejor que restar. Artistas, dise?adores, expositores aguzan su ingenio para la ocasi¨®n que se les proporciona de tiempo en tiempo porque estas grandes ocasiones han sustituido al patrocinio de los benefactores de las artes y las letras de anta?o.
En el reciente Congreso de Sociolog¨ªa Cr¨ªtica, celebrado en la Universidad valenciana, participaba yo en una de esas cenas que rematan las reuniones acad¨¦micas y coment¨¢bamos el car¨¢cter valenciano y su dimensi¨®n universal. Casi nada. Sin las limitaciones del discurso profesoral, cada uno dijo lo que le parec¨ªa y algunos colegas afirmaban que la desmesura de la tierra no les impide ser analistas fr¨ªos. Cada cosa a su tiempo. Un erudito local hac¨ªa inventario de los personajes valencianos m¨¢s universales para contrarrestar las cr¨ªticas al uso y subrayaba la explosi¨®n de edificios y actividades emblem¨¢ticas de la Valencia contempor¨¢nea de cara a un nuevo cosmopolitismo.
Algunos que no somos valencianos pero nos gusta la tierra y su gente apreciamos la extremosidad levantina aunque a veces empache un poco y sabemos que el arco mediterr¨¢neo ha sido punto de partida pero tambi¨¦n est¨¢ siendo plataforma de despegue.
Las ferias y bienales suelen tener su propia desmesura. Son fen¨®menos bastante autosuficientes, concentran atenci¨®n y esfuerzo y no suelen dejar estela inmediata ni continuidad. Se agotan en su propia consumaci¨®n, son una especie de aceleraci¨®n del pulso que luego se sosiega. Los pa¨ªses, las ciudades no pueden mantenerse en estado de excitaci¨®n permanente y menos si se trata de actividades culturales. Pero las consecuencias pasan al torrente circulatorio subterr¨¢neo, rellenan los acu¨ªferos de la creatividad. Y los participantes recuerdan un antes y un despu¨¦s.
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