Fosa com¨²n

La Sima de los Huesos de Atapuerca es una superposici¨®n confusa de restos de animales y de hom¨ªnidos, de renos, primates, mamuts, neandertales y otros seres misteriosos que ocupan un estrato especial y que tal vez eran los propios ¨¢ngeles. En esta fosa com¨²n ha aparecido un hacha de s¨ªlex que fue el primer instrumento de trabajo, pero all¨ª no ha aflorado la quijada de asno que us¨® Ca¨ªn para matar a Abel. Sucede que para encontrarla no hay que escarbar tan hondo. El ¨²ltimo modelo de este f¨®sil se halla enterrado a unos tres metros de profundidad en ciertos barrancos de nuestro pa¨ªs, al mismo nivel en que est¨¢n los fusilados durante nuestra Guerra Civil. Entre los antrop¨®logos se produce una explosi¨®n de j¨²bilo cada vez que se encuentra una mand¨ªbula o un fragmento de cr¨¢neo humanoide, capaz de retrotraer nuestro origen en otro mill¨®n de a?os. Estos descubrimientos pertenecen a la ciencia y es fascinante comprobar con qu¨¦ serena alegr¨ªa estamos remontando el r¨ªo de nuestra conciencia para recuperar el orgullo de haber sido chimpanc¨¦s. Pero este pa¨ªs tiene otros huesos que no pertenecen a la antropolog¨ªa, sino a la emoci¨®n de nuestra historia reciente. Es un oprobio nacional que existan todav¨ªa a merced del silencio unas fosas comunes en nuestro territorio que fueron producto del odio entre hermanos. Se sabe en qu¨¦ punto concreto de cada barranco fueron enterrados miles de espa?oles, c¨®mo se llamaban y a qu¨¦ bando pertenec¨ªan. Eran hombres libres, desesperados, tal vez m¨¢rtires laicos, arrebatados por el turbi¨®n de la Guerra Civil, que hoy se han convertido en polvo de la memoria. Ya no hay muertos an¨®nimos. La prueba del ADN permite recuperar cient¨ªficamente su identidad. Entre todos los cad¨¢veres que el rencor sumergi¨® bajo tierra en nombre de Ca¨ªn est¨¢ el de Garc¨ªa Lorca. En el cementerio de Collioure, otro gran poeta, Antonio Machado, aventado al exilio, duerme la eternidad venerado y cubierto de flores. Sus cenizas honran a Francia. Nadie debe tocarlas. Pero los huesos de Garc¨ªa Lorca se hallan todav¨ªa en una fosa com¨²n en la serran¨ªa de Granada y este hecho constituye una suprema indignidad para cualquier gobierno, que haya dejado que uno de nuestros poetas m¨¢s insignes permanezca sepultado como un perro. Es imprescindible enterrar a Garc¨ªa Lorca con toda la gloria para que nuestro pa¨ªs se recupere de la degradaci¨®n moral que supuso su muerte. Es muy f¨¢cil encontrarlo. El poeta se halla en el estrato que habitaron los ¨¢ngeles.