El asesoramiento cient¨ªfico en los Parlamentos
La relaci¨®n entre ciencia y pol¨ªtica ha sido un matrimonio de conveniencia. En 1957 la ciencia alcanz¨® el m¨¢ximo rango pol¨ªtico cuando el presidente estadounidense Eisenhower cre¨® el Comit¨¦ Cient¨ªfico Asesor del Presidente (PSAC). Desde entonces, los Gobiernos han ido creando capacidades de asesoramiento cient¨ªfico.
Un campo menos conocido es la relaci¨®n de la ciencia con los Parlamentos. El Congreso de los Estados Unidos cre¨®, en 1972, una instituci¨®n interna para su asesoramiento cient¨ªfico y tecnol¨®gico: la Office of Technology Assessment (OTA). La preocupaci¨®n social que exist¨ªa entonces por los posibles efectos negativos de algunos avances tecnol¨®gicos, tales como la energ¨ªa nuclear o los pesticidas, as¨ª como el deseo de fortalecer el parlamento frente al ejecutivo explican el ¨¦xito que durante a?os tuvo la iniciativa.
La evaluaci¨®n social de la tecnolog¨ªa o la evaluaci¨®n de opciones cient¨ªfico-tecnol¨®gicas, technology assessment (TA), se consolid¨® como pr¨¢ctica para producir informaci¨®n, no politizada, basada en un conocimiento cient¨ªfico de alto nivel para mejorar la toma de decisiones pol¨ªticas.
El TA se difundi¨® por Europa, aunque en un contexto y con objetivos distintos. As¨ª a finales de los ochenta varios Parlamentos y sus diputados pusieron en marcha iniciativas para promover el acceso a la informaci¨®n mejor y m¨¢s objetiva posible para tomar decisiones que tuvieran una componente cient¨ªficot¨¦cnica.
En cada pa¨ªs los acuerdos pol¨ªticos que han conducido a la creaci¨®n de estas Oficinas Parlamentarias de Evaluaci¨®n de Tecnolog¨ªas (OPET) y las circunstancias de su creaci¨®n han sido muy variados, pero se han identificado dos modelos: el instrumental y el discursivo.
El modelo instrumental, en el que se encuentran los Parlamentos del Reino Unido, Alemania, Francia e incluso el Parlamento Europeo, se desarrolla por medio de unidades internas que trabajaban para las Comisiones legislativas. La Parliamentary Office of Science and Technology (POST), el B¨¹ro f¨¹r Technikfolgen-Absch?tzung beim Deutschen Bundestag (TAB), le Office Parlementaire d'Evaluation des Choix Scientifiques et Technologiques (OPECST) y la Scientific and Technological Options Assessment (STOA) del Parlamento Europeo juegan ese papel. Incluso recientemente Parlamentos regionales (la Comunidad Flamenca en B¨¦lgica) han creado estas oficinas de asesoramiento (WTA).
El modelo discursivo se da en algunos pa¨ªses caracterizados por una arraigada cultura ciudadana. Un instituto independiente, pagado por el Gobierno, est¨¢ al servicio del Parlamento en Holanda (Instituto Rathenau) o en Dinamarca (Oficina Danesa de Tecnolog¨ªa, Teknologir?det), pero tambi¨¦n tienen el mandato por ley de promover el debate entre los ciudadanos sobre las consecuencias sociales, econ¨®micas o ¨¦ticas del desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico.
Ambos tipos de oficinas se basan en la separaci¨®n entre las opiniones cient¨ªficas y las decisiones pol¨ªticas que, aunque mejor informadas, quedan en manos de los parlamentarios. Estas oficinas parlamentarias o institutos independientes son peque?as entidades con poco m¨¢s de media docena de cient¨ªficos especializados en diferentes campos, que producen documentos, organizan comparecencias con expertos o encargan a los mejores expertos la elaboraci¨®n de informes sobre los temas requeridos. Independencia, autonom¨ªa o carencia de orientaci¨®n partidaria son algunos de los conceptos que contribuyen a explicar el ¨¦xito de las iniciativas. Docenas de informes se han producido a demanda de estos parlamentos sobre la experimentaci¨®n con humanos, el uso de c¨¦lulas madre, la ¨¦tica y la investigaci¨®n, el hidr¨®geno como fuente de energ¨ªa, el envejecimiento de la poblaci¨®n, el futuro de las pensiones, el comercio electr¨®nico, etc¨¦tera.
En Espa?a, con un Parlamento dotado de escasas capacidades de asesoramiento cient¨ªfico, que quiz¨¢s refleja la debilidad cient¨ªfica del pa¨ªs, hubo una experiencia frustrada por la convocatoria anticipada de las elecciones en 1989. Ese a?o, tras la iniciativa de Miguel ?ngel Quintanilla, presidente de la Comisi¨®n Mixta Congreso-Senado de Ciencia y Tecnolog¨ªa, el entonces presidente de la Cortes Generales, F¨¦lix Pons, se comprometi¨® a la creaci¨®n de una Oficina de Evaluaci¨®n de las Opciones Cient¨ªficas y Tecnol¨®gicas en las Cortes Generales. Tras las elecciones el tema cay¨® en el olvido.
Por la creciente importancia de la ciencia y la tecnolog¨ªa en nuestra sociedad el tema vuelve y la pregunta es la misma: ?puede nuestro Parlamento seguir tomando decisiones sobre temas de alto contenido cient¨ªfico y tecnol¨®gico sin disponer de un ¨®rgano propio, independiente y no partidista que pueda asesorarle cuando lo demande?
Luis Sanz Men¨¦ndez, de la Unidad de Pol¨ªticas Comparadas del CSIC, organiza un seminario sobre asesoramiento cient¨ªfico en los Parlamentos el 12 de septiembre en Madrid.
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