Enigmas
La fuente de plaza de los Luceros de Alicante luce, desde el pasado lunes y por segunda vez, un blanco inmaculado. Les aclaro, no obstante, que la escultura que Daniel Ba?uls erigi¨® en esa encrucijada urbana en 1931 sufri¨® su ¨²ltima restituci¨®n este mismo a?o, de modo que en las pasadas fiestas de Hogueras la fuente estren¨® un deslumbrante aspecto lacteol¨ªtico, ultrablanco y albirradiante que dej¨® pasmada a la concurrencia. Los expertos advirtieron, pese a todo, que la piedra recuperar¨ªa el crudo primitivo tras las inevitables inclemencias del tiempo y la contaminaci¨®n ambiental, pero hete aqu¨ª que un agente incontrolado y cojonero a¨²n por definir -cal del agua, hierro o vete t¨² a saber qu¨¦ sustancia org¨¢nica- se ha encargado, en s¨®lo dos meses, de convertir el monumento en un herrumbroso prodigio de sepia-¨®xido que volvi¨® a dejar sin habla al paseante. Hace unos d¨ªas, el servicio de Aguas Municipalizadas ha puesto el remedio lavando profusamente la escultura, pero uno no entiende que empresas de probado pedigr¨ª en esto de la restauraci¨®n cometan un error de c¨¢lculo tan llamativo. Y ello lleva a pensar, pese a la buena voluntad de los mun¨ªcipes, que ni el tratamiento de la escultura ni los meses invertidos en ello fueron los adecuados. Sucede que se trabaja y se discurre contra el tiempo, nunca a su favor. A los romanos que construyeron el acueducto de Segovia no les angusti¨® jam¨¢s el cron¨®metro, por eso hoy la gente sigue fotografi¨¢ndose bajo sus arcadas sin casco y sin reparo. Tambi¨¦n Leonardo alcanz¨® la perfecci¨®n en su retrato de Monna Lisa no s¨®lo por su virtuosismo y su genio, sino ante todo por su paciencia. El artista de la Toscana se agenci¨® una buena tablilla de ¨¢lamo, la prepar¨® con varias manos de enlucido, dibuj¨® sobre ella y despu¨¦s diluy¨® los colores en aceite esencial. Aplic¨® innumerables capas de tonos casi transparentes y retoc¨® hasta el infinito para lograr ese efecto de sfumato que carg¨® de belleza y de enigma a la Gioconda. 500 a?os despu¨¦s, la obra no ha necesitado ni una sola mano de restauraci¨®n.
Enigmas, lo que se dice enigmas, hay muchos en todo esto, pero antes que la cal o el ¨®xido de hierro est¨¢ la previsi¨®n, la paciencia y el amor a la obra bien hecha.
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