Leyes a medida
Yo no creo que el Gobierno valenciano modifique la Ley de Patrimonio con el exclusivo fin de que D¨ªaz Alperi construya un palacio de congresos en el monte Benacantil. Aunque, si deseara hacerlo, no le faltar¨ªan razones para ello. Todas de peso, por supuesto. Es indiscutible que Alicante necesita un palacio de congresos para animar su turismo, algo deca¨ªdo fuera de temporada. Adem¨¢s, cuando una ciudad ha decidido vivir a costa del visitante precisa, antes o despu¨¦s, poseer una de esas construcciones que aseguran la presencia abundante de forasteros durante todo el a?o. En estos asuntos, la maquinaria no puede detenerse.
Por otra parte, los alicantinos le han dado a Luis D¨ªaz la mayor¨ªa absoluta en cada cita electoral a la que ha concurrido. Y D¨ªaz siempre ha manifestado su prop¨®sito de edificar un palacio de congresos en el Benacantil. En este punto, no caben discusiones y nadie puede llamarse a enga?o. Por eso carece de sentido afirmar, como hace la oposici¨®n, que el edificio se construir¨¢ contra la voluntad de los alicantinos. Es cierto que a numerosos ciudadanos no les agradar¨ªa verlo sobre la ladera del Benacantil y han expresado repetidas veces su rechazo. Por desgracia, estos ciudadanos est¨¢n en minor¨ªa y poco pueden hacer m¨¢s all¨¢ de manifestar su disgusto. Quiz¨¢ la oposici¨®n deber¨ªa haberse esforzado en ganar las elecciones.
Personalmente, aunque se modifique la ley y nada impida edificarlo en el Benacantil, yo me seguir¨¦ oponiendo a su construcci¨®n. En mi opini¨®n, ¨¦ste no es un problema que se resuelva con leyes, sino con sentido com¨²n, con buen gusto, con respeto a una ciudad. La experiencia nos dice que estos conflictos, para llegar a buen punto, necesitan sensibilidad y talante negociador por parte de las autoridades. El cambio que ahora propone el Gobierno valenciano dar¨¢ un salvoconducto a D¨ªaz ante los tribunales, pero no evitar¨¢ el malestar en la ciudad y la indignaci¨®n de numerosas personas. Y todo ello, con una ley que pretende defender el patrimonio de los valencianos y, sin embargo, permite la destrucci¨®n de un paisaje que estiman miles de alicantinos.
Desconozco los motivos ¨ªntimos que han llevado al alcalde de Alicante a empe?arse en este emplazamiento para el palacio de congresos. En las manifestaciones que D¨ªaz ha efectuado sobre este asunto, no he escuchado otros argumentos que las generalidades habituales en estos casos: las ventajas que su construcci¨®n reportar¨¢ a la poblaci¨®n y la mejora que supondr¨¢ para la imagen de Alicante. Palabra arriba, palabra abajo, son las mismas razones que se vienen repitiendo, desde hace 30 o 40 a?os, cada vez que se comete una arbitrariedad urban¨ªstica en la ciudad. As¨ª nos ha ido.
Si el ardor que D¨ªaz ha mostrado en defender la ubicaci¨®n del palacio de congresos en el Benacantil lo hubiera empleado en buscar soluciones, el caso estar¨ªa resuelto desde hace tiempo. De haber pedido consejo a los especialistas, de haberse asesorado convenientemente, podr¨ªan haberse encontrado algunos lugares m¨¢s convenientes para la ciudad. Todos hubi¨¦ramos ganado con ello. Pero, a ciertas personas el di¨¢logo debe parecerles una claudicaci¨®n y prefieren encargar una ley que les resuelva el problema.
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