Decepcionante visita a Tarragona

El pasado d¨ªa 26 de agosto nos encontramos en Tarragona con unos amigos que ven¨ªan de Gij¨®n y de San Sebasti¨¢n. Pens¨¦ que quedar all¨ª era una buena idea porque ya hab¨ªa estado varias veces, la ¨²ltima de ellas hace unos cuatro a?os, y la recordaba como una ciudad bonita, acogedora y llena de historia. Pero me llev¨¦ una desagradable sorpresa cuando vi que para visitar cualquier lugar de Tarragona ahora hay que pagar.

Sobre todo me indign¨® la taquilla en dos lugares: primero, en las murallas. No me quejo de que haya que pagar por entrar, pero es incre¨ªble que haya que sacar billete por pasear por el exterior. Eso es como si en Barcelona, por ejemplo, cortasen la V¨ªa Laietana porque sus murallas se ven desde all¨ª.

Pero la gota que colm¨® el vaso fue cuando nos acercamos a la catedral. Tambi¨¦n hay que pagar. Jam¨¢s hab¨ªa visto nada igual, y he viajado bastante. Adem¨¢s, el guardia de seguridad se permiti¨® el lujo de ser grosero con nosotros y llenarnos de improperios. Ni siquiera nos inform¨® de que pod¨ªamos entrar en el recinto en las horas de misa. Esta informaci¨®n la recibimos en la Oficina de Turismo cuando fuimos a presentar una reclamaci¨®n. All¨ª nos dijeron que no ¨¦ramos los primeros que nos quej¨¢bamos de lo mismo.

Me da la impresi¨®n de que a las autoridades de Tarragona se les ha subido a la cabeza el que haya sido nombrada Patrimonio de la Humanidad. Precisamente por ser patrimonio de todo el mundo, todo el mundo deber¨ªa poder disfrutar de ella, y no s¨®lo unos privilegiados con mucho dinero.