Venenos e idiomas
En p¨¢ginas perdidas de la historia se mantiene el recuerdo de un rey de las orillas del mar Negro que vivi¨® cien a?os antes de nuestra era. Pero quiz¨¢ habr¨ªa que preguntarse por qu¨¦ raz¨®n puede ser evocado ahora su fantasma, ya esfumado en las nieblas antiguas si otros personajes le eclipsaron en prestigio. A ¨¦l acompa?a un enigma de crueldad y de anhelo de comunicaci¨®n y la atormentada expectativa de una bebida mortal, trasunto de la envenenada leche materna.
Mitr¨ªdates IV, cuyo reino era una parte del C¨¢ucaso y de Asia Menor, combati¨® a Roma obsesivamente: de sus 72 a?os de vida, 47 est¨¢n dedicados a esta larga guerra. Derrotado varias veces, sigui¨® resistiendo con asombrosa energ¨ªa y el Imperio romano tuvo que poner en juego sus mejores fuerzas al mando de los grandes generales, y Mitr¨ªdates se enfrent¨® a ellos desde que a los 20 a?os ocupara el trono. A los 13 hab¨ªa sucedido a su padre aunque para salvarle de inminentes conspiraciones, sus partidarios hubieron de esconderle en un lugar secreto. Se educ¨® en la soledad de los bosques pero los que as¨ª le proteg¨ªan no pudieron darse cuenta de que estaban conformando un car¨¢cter singular.
No era un af¨¢n suyo de atesorar palabras sino un impulso ¨ªntimo de salvarse
Los historiadores latinos han conservado de ¨¦l un retrato poco favorable al escribir que su primer acto p¨²blico fue eliminar a su madre, que gobernaba entonces, y un a?o despu¨¦s hizo matar a su hermano. El cronista Apiano le atribuye la muerte de sus tutores, de tres hijas y tres hijos, y fiel a los m¨¦todos de aquella ¨¦poca, hizo lo mismo con su esposa Estratonice.
Dos particularidades en especial registra su biograf¨ªa, que confieren a su sistema bucofar¨ªngeo indudable importancia: era un pol¨ªglota y un catador de venenos a los que se acostumbr¨® mediante dosis progresivas y ant¨ªdotos. El joven rey debi¨® de presentir que la muerte le entrar¨ªa por la boca y se previno haci¨¦ndose inmune a la falaz naturaleza del t¨®xico. Y hay que pensar que tanto dese¨® esquivar bebidas traicioneras como dominar palabras ignoradas.
Se cuenta que si aprendi¨® 22 lenguas fue para dar ¨®rdenes y entenderse con sus soldados, dada la variedad de pueblos que habitaban sus dominios y que nutr¨ªan sus ej¨¦rcitos. Explicaci¨®n l¨®gica pero queda la inc¨®gnita de qu¨¦ profundidades psicol¨®gicas brota en el pol¨ªglota la pasi¨®n de aprender un idioma tras otro, como necesidad de expresar el pensamiento de distintas maneras. ?O ser¨¢ la forma de compensar la falta de atenci¨®n a las palabras balbuceantes de una remota infancia que precisaba ser escuchada y no lo fue?
Y el temor a los venenos, un psicoanalista acaso lo relacionar¨ªa con la r¨¢pida eliminaci¨®n de aquella madre. Hoy se sabe que uno de los primeros temores de un beb¨¦ es ser envenenado: rechaza el pecho materno cuando fluctuaciones del car¨¢cter de la madre provocan alguna alteraci¨®n qu¨ªmica, o afectiva, en la lactancia. Es curioso referente a esto que el dramaturgo Racine, en la tragedia que escribi¨® en 1773, bas¨¢ndose en un episodio de la vida de este rey, se adelant¨® a esas modernas observaciones, haci¨¦ndole decir a Mitr¨ªdates: "Des plus ch¨¨res mains craignant les trahisons / j'ai pris soin de m'armer contre tous les poisons".
Terrible fatalidad la de Mitr¨ªdates pues en el ¨²ltimo momento de su vida, cuando viejo y derrotado, traicionado por su hijo Farnaces, busc¨® la muerte, llev¨® a sus labios una copa con veneno pero ¨¦ste no surti¨® efecto y tuvo que pedir le matase a su esclavo Bituit, que era de las Galias, as¨ª que pidi¨® morir pronunciando palabras en galo, distintas de las que oy¨® mientras una mujer le amamantaba. Y la espada del extranjero atraves¨® el ¨®rgano por donde suben, desde el fondo del alma, los sonidos del idioma.
Este mismo final descubre lo acertado de la decisi¨®n de Mitr¨ªdates al apoderarse del significado de cuanto oy¨® hablar cerca de ¨¦l; mediante este conocimiento, sus ¨®rdenes eran obedecidas por dichas a los soldados en las mismas lenguas que usaban sus padres. No era un af¨¢n suyo de atesorar palabras sino un impulso ¨ªntimo de salvarse, parecido a su obstinaci¨®n guerrera. Temi¨® morir por venenos pero con los ant¨ªdotos hizo inofensivas todas las bebidas. Temi¨® las frases incomprensibles que acaso le amenazaban o anunciaban conspiraci¨®n, y con el esfuerzo memor¨ªstico las convirti¨® en abierta comunicaci¨®n con su gente, que le entendi¨® al saberse entendida.
En las lejanas fronteras del pasado vemos al rey Mitr¨ªdates marchando a caballo entre sus hombres -qui¨¦n sabe, armenios, georgianos, chechenos, persas, griegos-, hablando con todos: por su boca hab¨ªan entrado venenos pero de su boca sal¨ªan musicales y poderosas palabras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.