No basta el estilo
El aterrizaje de Rajoy en el PP ha resultado, por el momento, a la vez suave y efectivo. Nadie puede intentar alterar el rumbo de un grupo pol¨ªtico o modificar el talante de un colectivo en un periodo corto de tiempo; menos a¨²n la oposici¨®n, que corre el riesgo de no medir bien al enemigo por el procedimiento de pretender que no ha cambiado en absoluto. El PSOE no se ha radicalizado pero est¨¢ desconcertado desde el episodio de transfuguismo madrile?o. S¨®lo lo superar¨¢ con una articulaci¨®n program¨¢tica de la que ya cabe esperar que se realice en el centro.
El PP tambi¨¦n tendr¨¢ que ofrec¨¦rsela a los espa?oles y, si a los socialistas se les podr¨¢ reprochar vaguedad, inviabilidad e imprecisi¨®n, a quien ha gobernado durante ocho a?os habr¨¢ que contrastarle con su propia ejecutoria. Se puede resumir muy brevemente. En el purgatorio de estar en minor¨ªa, el PP obtuvo un aprobado alto que hubiera sido notable de no haberse promovido una privatizaci¨®n para los amigos y de no seguir una abusiva pol¨ªtica en los medios de comunicaci¨®n. En el cielo de la mayor¨ªa absoluta el PP ha gobernado mucho peor, de modo que no ha pasado de un suspenso. Siempre tendr¨¢ a su favor el resultado de su pol¨ªtica econ¨®mica, con el interrogante de si las reformas no hubieran podido ser m¨¢s profundas, pero en muchos campos (educaci¨®n, pol¨ªtica exterior, pol¨ªtica social...) ha producido rupturas, no ya con la izquierda sino con la propia sociedad, con el agravante de que ni siquiera desde su propio punto de vista ten¨ªan por qu¨¦ resultar necesarias. Adem¨¢s, en dos cuestiones muy graves de la vida espa?ola la posici¨®n del PP puede parecer s¨®lida pero, a poco que se examine, descubre obvias fragilidades. Culpa en exclusiva a la oposici¨®n del baj¨ªsimo nivel de calidad de la democracia espa?ola pero todo el mundo sabe que contribuye a ¨¦l de forma poderosa. Su cristalizaci¨®n del sistema auton¨®mico en el momento actual tiene la ventaja del rechazo a lo desconocido pero el inconveniente de toparse con una situaci¨®n de minor¨ªa parlamentaria y un medio plazo con a¨²n mayores dificultades.
En este momento, el PP se encuentra en el dilema de optar por un programa liberal centrista o por el neoconservadurismo. Norman Podhoretz, que durante muchos a?os ha sido el influyente editor de la revista Commentary, en sus dos libros de memorias -Breaking ranks y My love affair with America- ha narrado la evoluci¨®n de la intelectualidad norteamericana. La crisis de los sesenta alej¨® de los valores de la democracia liberal a muchos; la reacci¨®n en la pol¨ªtica exterior y en la interior tuvo lugar con el final del siglo, pero a partir de un determinado momento se pas¨® a otro extremo. El neoconservadurismo consiste en una mezcla muy peculiar entre populismo simplificador, consideraci¨®n del Estado de bienestar como una agresi¨®n a los derechos individuales, sensaci¨®n de angustia por un mundo tradicional que desaparece, y pol¨ªtica exterior a la vez unilateral y provinciana.
En determinados puntos el ejercicio del poder por el PP en el segundo cuatrienio ha perdido neo (o ultra) liberalismo y parece m¨¢s pr¨®ximo al neoconservadurismo. El actual r¨¦gimen de ense?anza de la religi¨®n, por ejemplo, hiere la sensibilidad de no pocos cat¨®licos practicantes, y en muchos otros terrenos se han roto convenciones pol¨ªticas arraigadas durante la transici¨®n. Lo que importa es que, ahora, de cara a elaborar un programa, se puede enderezar el rumbo hacia el centro. Los ejemplos resultan bien patentes: una pol¨ªtica econ¨®mica m¨¢s propensa a la autonom¨ªa de los organismos reguladores y menos al "capitalismo de amigos", una pol¨ªtica social que parta del acuerdo con los sindicatos para reformar la seguridad social y el mercado de trabajo, una pol¨ªtica exterior menos exhibicionista y m¨¢s europea, una disponibilidad, si no para cambiar la Constituci¨®n, al menos para admitir un foro de los presidentes de comunidades, un consenso real en materia de antiterrorismo y de reforma democr¨¢tica o una apertura a la rectificaci¨®n parcial de las reformas educativas. ?Ser¨¢ capaz Rajoy de proponer un programa parecido o todo quedar¨¢ en el cambio de estilo?
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