Sostiene Bush
Bush, como se esperaba, ha mantenido en la ONU su monol¨ªtico discurso sobre Irak. En su intervenci¨®n ante la Asamblea General para intentar convencer al mundo de que comparta el peso de la ocupaci¨®n, el presidente estadounidense ha reafirmado la justeza de la invasi¨®n sin reconocer errores ni en la planificaci¨®n del escenario posb¨¦lico ni en el proceso de reconstrucci¨®n del pa¨ªs ¨¢rabe. Las palabras de Bush han sonado tanto m¨¢s irreales en el edificio de Nueva York por cuanto fueron precedidas por un discurso de Kofi Annan en el que arremeti¨® sin contemplaciones contra la doctrina de la guerra preventiva abanderada por el inquilino de la Casa Blanca y puesta en pr¨¢ctica en suelo iraqu¨ª. Annan, como Chirac despu¨¦s, ha sido terminantemente claro al se?alar que el recurso a la fuerza sin la legitimaci¨®n de la ONU conduce a la ley de la selva.
Francia y Alemania han anunciado que no se opondr¨¢n a la nueva resoluci¨®n que prepara Washington en un impl¨ªcito reconocimiento, pese a las palabras de Bush, de lo insostenible de la situaci¨®n iraqu¨ª. Su desacuerdo principal con el borrador de EE UU concierne a los plazos sobre la transferencia de la soberan¨ªa a los iraqu¨ªes -que Par¨ªs y Berl¨ªn querr¨ªan en pocos meses- y al papel de la ONU en la rehabilitaci¨®n del pa¨ªs. Bush ha dejado claro que no transigir¨¢ con un relevo precipitado. Respecto a la ONU, todo lo que est¨¢ dispuesto a aceptar, envuelto en bonitas palabras, es que ayude en la redacci¨®n de la nueva Constituci¨®n y supervise el proceso electoral.
Est¨¢ por ver si una resoluci¨®n en la que Washington retiene el control militar y civil iraqu¨ª es capaz de atraer las tropas y el dinero que Bush pretende. Pero, en cualquier caso, los acontecimientos se empe?an en confrontar el discurso unidimensional del l¨ªder estadounidense casi cinco meses despu¨¦s de que se dieran por finalizadas formalmente las hostilidades. La situaci¨®n sigue siendo ca¨®tica en el pa¨ªs ¨¢rabe y los iraqu¨ªes han perdido la paciencia con el ocupante. Una deriva progresivamente insostenible hacia el terror y la resistencia armada hace imprescindible repensar un plan irreal sobre el que Bush se mantiene en sus trece.
La incipiente atm¨®sfera de deshielo que comienza a percibirse a ambos lados del Atl¨¢ntico deber¨ªa permitir un acomodo de posiciones entre Bush y sus principales cr¨ªticos europeos. Washington, en su propio beneficio, debe acelerar la transferencia del poder pol¨ªtico a un Gobierno iraqu¨ª provisional -del que Bremer, en lugar de patr¨®n, podr¨ªa ser asesor privilegiado- y la celebraci¨®n de elecciones. Avanzar en esa direcci¨®n no s¨®lo significar¨ªa para EE UU quitar argumentos a quienes le acusan de neocolonialismo. Puede ser tambi¨¦n la ¨²nica manera de evitar que lo que no debi¨® comenzar termine como un absoluto desastre de implicaciones planetarias.
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