Esc¨¢ndalo, valores
La palabra esc¨¢ndalo salta en los peri¨®dicos desde mi infancia: vali¨® algo, y ya no vale nada. El esc¨¢ndalo es una poluci¨®n que se respira. El esc¨¢ndalo Eurostat es de ahora mismo, es de miles de millones desaparecidos en Europa, y el tipo que se ocupa de eso, Romano Prodi, dice que no encuentra nada. Nada encontraba el fiscal general de este Estado en el de la Comunidad de Madrid, nada en los Albertos, que podr¨ªan ser indultados a pesar del Supremo: este mismo Estado es indulgente para quienes lo crean. El esc¨¢ndalo, en justicia, fue en tiempos algo tan sensible que afectaba a lo desconocido. A aquello que "de saberse, hubiera producido esc¨¢ndalo". En la religi¨®n, que maldec¨ªa a aqu¨¦l por quien el esc¨¢ndalo llegase: y ahora casi se limita a quejarse de que los ni?os vean cuerpos desnudos: no digamos por lo que puedan ver del amor. Tambi¨¦n nos llena de esc¨¢ndalo el que se escandaliza en vano, por aquellas cosas que son libertades. Parece como si una frase totalmente absurda se produjera en nuestra sociedad: "Puesto que ya todo el mundo se acuesta con todo el mundo, ya podemos robar y prevaricar". "Si todo vale nada, el resto a¨²n vale menos", leo por alg¨²n sitio. Pero tambi¨¦n se habla de "los valores humanos"; me pierdo en esa vaguedad.
Como en este peripat¨¦tico que insiste en a?adir que Europa est¨¢ fundada en los "valores cristianos": ?si sabr¨¢ ¨¦l lo que es eso! Cristo fue un rebelde ejecutado: por el imperio romano y los colaboracionistas. Jes¨²s fue un esc¨¢ndalo. Habr¨¢ que distinguir entre las libertades que va ganando el hombre sobre la tradici¨®n, las costumbres y el esc¨¢ndalo dictado por la canalla que manda. Habr¨¢ que ver que en el ¨ªndice de gravedad est¨¢ muy por encima el que justifica una guerra de invasi¨®n y unos tratos inhumanos, al invadido. Pero el esc¨¢ndalo vago es ¨¦ste en el que se habla de miles de millones de euros. A trav¨¦s de estas justificaciones se va llegando a una especie de explicaci¨®n diab¨®lica, por la cual el "ya se sabe c¨®mo son los pol¨ªticos" encubre los grandes delitos; y no es verdad, no se puede aceptar el esc¨¢ndalo de "todos son iguales": ni pol¨ªticos, ni banqueros, ni intelectuales. Y cuando se habla de guerra civil, no era igual el que asaltaba, invad¨ªa y mataba que el que se defend¨ªa.
Se respira, se mal respira, el esc¨¢ndalo. Peor que el humo del cigarrillo, propio o del otro, al que se ataca desde el terrible Estado advirti¨¦ndole de la impotencia, del c¨¢ncer, del pulm¨®n roto: como si no fuera ¨¦l el vendedor del tabaco, en el que la mayor parte del precio es el impuesto de ese Estado. Y en el alcohol. Son esc¨¢ndalos silenciosos, metidos en la tabla de valores, de forma que el esc¨¢ndalo y el valor sean indistinguibles. Circula, sinuoso, el esc¨¢ndalo de la mezquindad que corroe incluso al capitalismo: que le har¨¢ perder dinero por no dar dinero.
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