Dos redes paralelas
Por primera vez desde hace 15 a?os crece el n¨²mero de alumnos en los colegios de Espa?a. Este cambio de tendencia se debe sobre todo a la incorporaci¨®n de ni?os de familias inmigrantes, que ya suponen cerca del 5% del total de matriculados. El dato refleja el cambio demogr¨¢fico que se est¨¢ produciendo en nuestra sociedad y subraya la necesidad de una escuela que act¨²e como principal v¨ªa de integraci¨®n de los inmigrantes. Visto desde el lado de la ense?anza, la convivencia en las aulas de escolares de muy diversa procedencia favorece la interiorizaci¨®n de valores como el pluralismo y la tolerancia. Pero, junto a las ventajas, la diversidad cultural plantea problemas nuevos.
La concurrencia de muy distintos niveles de formaci¨®n b¨¢sica, las dificultades iniciales con el idioma y la coexistencia de h¨¢bitos sociales diferentes suponen una exigencia adicional para el sistema educativo, tanto en la actitud y prestaciones de los profesores como en la necesidad de m¨¢s medios de apoyo, materiales y humanos, para poder afrontar la nueva situaci¨®n. Una exigencia que gravita de forma muy diferente sobre la escuela p¨²blica y la privada, sea concertada o no, como demuestran los datos de CC OO, seg¨²n los cuales m¨¢s del 80% de los alumnos inmigrantes est¨¢n escolarizados en la escuela p¨²blica. Los colegios concertados han puesto en marcha procedimientos para minimizar su compromiso en este terreno, y las autoridades p¨²blicas lo han consentido.
El resultado es la consolidaci¨®n de dos redes paralelas, ambas financiadas con fondos p¨²blicos, pero diferenciadas por la responsabilidad asumida en la asunci¨®n de este problema. Cuanto m¨¢s inspirado en los principios de un Estado democr¨¢tico, no confesional y tolerante con todas las religiones y culturas, sea un sistema de educaci¨®n, mejor podr¨¢ afrontar la tarea, b¨¢sica para el futuro de nuestra sociedad, de integrar como ciudadanos de pleno derecho a las personas que proceden de culturas distantes, a veces, incluso, tradicionalmente hostiles entre s¨ª. Pero no parece que sea ¨¦se el prop¨®sito de un Gobierno m¨¢s interesado en promover una ense?anza confesional cat¨®lica, forzando los l¨ªmites de la no confesionalidad de nuestro Estado. Un camino equivocado que favorece las desigualdades y dificulta la deseable convivencia e integraci¨®n de estos ni?os, los nuevos ciudadanos espa?oles.
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