La enfermedad de la peque?a Zhang
Historia de una ni?a china infectada de sida a la que no dejan acudir a clase y cuyos padres no pueden pagarle el tratamiento
Zhang Xiaqing parece una ni?a m¨¢s, una entre muchas que hay en China de mirada curiosa, con el pelo lleno de pinzas de colores y un bonito nombre. Pero sobre Xiaqing pesa una amenaza invisible. A sus 11 a?os, nunca ha podido ir al colegio, tiene que atiborrarse de pastillas para poder seguir viviendo, y en marzo del a?o que viene su familia no tendr¨¢ dinero para comprar los medicamentos que ahora le da gracias al donativo de una troupe de ¨®pera china. Porque Verano verde es seropositiva.
"En agosto de hace dos a?os, sus padres la llevaron al hospital de la capital del condado donde residen. Ten¨ªa fiebre y le hab¨ªan aparecido unas manchas en la piel. Cuando el m¨¦dico vio los s¨ªntomas y supo que en 1995 hab¨ªa recibido una transfusi¨®n de sangre durante una operaci¨®n en ese mismo hospital, les pidi¨® que le hicieran la prueba del sida", cuenta Sheng (nombre ficticio), miembro de una ONG de lucha contra esta enfermedad. Xiaqing, entonces de nueve a?os, se convirti¨® en uno de los cientos de miles de afectados por el esc¨¢ndalo de la venta y transfusiones de sangre contaminada en China.
A los funcionarios les permit¨ªa aprovecharse del lucrativo comercio mundial
En las paredes de las cl¨ªnicas, la propaganda aireaba: "Donar sangre es glorioso"
Los Zhang son campesinos en Zhang Wu Lou, un pueblo de 900 habitantes de la provincia de Henan, en el centro del pa¨ªs. Se dedican al ma¨ªz, pero han dejado de trabajar el campo. Porque su vida bascul¨® ese agosto de 2001, cuando dejaron de formar parte de los 218 millones de chinos (el 17% de la poblaci¨®n) que, seg¨²n una encuesta publicada el pasado enero, nunca ha o¨ªdo hablar del sida.
Un total de 250.000 personas, seg¨²n ha admitido Pek¨ªn -m¨¢s de un mill¨®n, seg¨²n las organizaciones de lucha contra la enfermedad-, resultaron infectadas en los a?os noventa en las redes de compra de sangre en Henan. La pr¨¢ctica se realizaba sin ning¨²n tipo de medidas sanitarias en hospitales p¨²blicos y cl¨ªnicas gestionadas por funcionarios y sus familiares. Las agujas eran reutilizadas sin control y la sangre de los donantes, despu¨¦s de haber sido mezclada y de haber extra¨ªdo el plasma, era reinyectada a los afectados para evitar la anemia y permitirles vender m¨¢s a menudo. "Les dec¨ªan: es bueno para tu salud, estamos limpi¨¢ndola, oxigen¨¢ndola", asegura Sheng.
Los gobiernos locales animaban a los campesinos a dar sangre. Dec¨ªan que as¨ª pod¨ªan incrementar sus ingresos. En las paredes de las cl¨ªnicas, la propaganda aireaba: "Donar sangre es glorioso". Las siete provincias afectadas por el esc¨¢ndalo est¨¢n entre las m¨¢s pobres del pa¨ªs. Los agricultores intentaban aliviar su miseria cediendo el preciado l¨ªquido por un pu?ado de billetes. Recib¨ªan 45 yuanes por 400 cent¨ªmetros c¨²bicos, cuando los ingresos medios en las zonas rurales son 200 yuanes mensuales. A los funcionarios les permit¨ªa aprovecharse del lucrativo comercio mundial del plasma, una importante materia prima de productos farmac¨¦uticos. Algunas de sus prote¨ªnas se utilizan para incrementar la coagulaci¨®n en cirug¨ªa y para el tratamiento de problemas inmunol¨®gicos.
Los donantes infectados ignoraban que lo estaban y contagiaban a sus parejas. El pat¨®geno entr¨® en los bancos de sangre y mucha gente se infect¨® con las transfusiones. El virus se extendi¨® as¨ª de forma mete¨®rica en estas regiones castigadas por el desempleo, la emigraci¨®n y la degradaci¨®n de las condiciones sanitarias.
Una de las estaciones de comercio de sangre estuvo situada en el hospital de Cheng Guan Zhen, la capital del condado de Sui. All¨ª fue operada Xiaqing, cuando el negocio estaba en pleno auge. "El centro estuvo funcionando entre 1992 y 1996. S¨®lo en los pueblos a su alrededor debe de haber 5.000 infectados sobre una poblaci¨®n de 100.000 personas", contin¨²a Sheng. "La sangre que le pusieron a ella proced¨ªa de estas donaciones". Verano verde ten¨ªa entonces tres a?os.
Muchos de los afectados, incapaces de hacer frente al coste de la enfermedad, se vieron condenados a una muerte segura. El paso a la llamada econom¨ªa socialista de mercado ha supuesto el desmantelamiento del sistema sanitario comunista, lo que ha dejado a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n sin cobertura. Quien acude al hospital debe pagar.
Aunque las autoridades sanitarias de Henan cerraron las estaciones de venta respaldadas por el Gobierno a finales de los noventa, muchos campesinos depend¨ªan de estos ingresos y continuaron vendiendo sangre en centros ilegales, los denominados xuetou (cabezas de sangre). Algunos, seg¨²n explica un reciente informe de la organizaci¨®n de derechos humanos Human Rights Wach (HRW), con sede en Nueva York, no eran m¨¢s que un grupo de camillas en medio de un campo.
En marzo de 2002, la familia Zhang obtuvo un donativo de 60.000 yuanes (6.387 euros) de una troupe de ¨®pera, que le ha permitido hacer frente al tratamiento de su hija. Cada tres meses viajan con la ni?a a Pek¨ªn, donde deben desembolsar 1.500 yuanes (160 euros) por las pruebas y 4.500 yuanes por las medicinas. Pero en marzo del a?o que viene se habr¨¢n quedado sin dinero.
Aunque China ha reconocido el drama de las transfusiones y ha tomado algunas medidas, sigue permitiendo, seg¨²n HRW, el encubrimiento por parte de los gobiernos provinciales y locales, cuyos dirigentes pretenden salvar la cara y evitar la huida de posibles inversores. Algunos activistas han sido detenidos por revelar secretos de estado sobre el esc¨¢ndalo de Henan. Ning¨²n responsable ha sido juzgado por el esc¨¢ndalo, seg¨²n HRW. Los gobiernos locales impiden a ONG y periodistas visitar los pueblos afectados por el sida.
En noviembre pasado, los Zhang acudieron a los tribunales. "Pero en enero de este a?o, los jueces de la regi¨®n dieron orden de desestimar todas estas demandas", dice Sheng. El caso, que deb¨ªa haber sido juzgado en julio, fue retrasado a este mes, y no ha sido resuelto.
La ONU ha advertido que si no se toman medidas urgentes, en 2010 llegar¨¢n a 10 millones los afectados. "La situaci¨®n es peligrosa. La epidemia est¨¢ en alza. La transmisi¨®n sexual podr¨ªa reemplazar al mundo de la droga como principal v¨ªa de contagio", afirma Zhao Pengfei, coordinador del proyecto de lucha contra el sida de la OMS (Organizaci¨®n Mundial de la Salud) en China.
Para la mayor¨ªa de los infectados, el VIH se ha convertido en una agon¨ªa. "Si no pueden conseguir indemnizaciones, perder¨¢n la ¨²ltima oportunidad para vivir. Es un asesinato", dice Sheng, que ha viajado varias veces a Henan. "La mayor¨ªa muere en el anonimato", a?ade.
Adem¨¢s, los seropositivos deben hacer frente a la discriminaci¨®n. En medio de la ignorancia, algunos se ven obligados a dejar sus trabajos, otros, sus familias, otros incluso son rechazados en los hospitales. Debido a la oposici¨®n de los padres de los alumnos, Verano verde nunca ha podido ir a la escuela. Aunque le encanta dibujar y escribir, lo hace como un ni?o de siete u ocho a?os. Ha aprendido los caracteres gracias a sus padres y sus hermanos (una ni?a de 13 a?os y un ni?o de siete).
Sentado en un restaurante de comida r¨¢pida de Pek¨ªn, Zhang Jiangqi apenas habla de la historia de su hija; deja que lo hagan por ¨¦l. Tiene los ojos vidriosos y la mirada perdida en la lluvia que cae sobre las calles grises de la capital. Aunque parece ausente, de vez en cuando se levanta sol¨ªcito para traerle algo a Xiaqing. Primero un peque?o tetrabrik de leche, al rato una hamburguesa, m¨¢s tarde un zumo de naranja.
?l no toma nada, todo es para ella, y cuando se le pregunta qu¨¦ opina de la actitud del Gobierno, se sume en un largo silencio, como si la pregunta fuera demasiado grande, y calla. Al rato, responde: "El Gobierno nunca ha ayudado a mi familia. No le preocupa la gente, y no creo que pueda cambiar. Yo s¨®lo quiero tratamiento para mi hija, aunque creo que es imposible".
A su lado, Xiaqing, mira curiosa a su alrededor. "Sabe muy bien que est¨¢ enferma, que morir¨¢ si no toma los medicamentos", dice Sheng. "Su padre se lo ha repetido muchas veces, que va a morir. Pero quiz¨¢s no sabe lo que es morir".
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