Lenguaje
En pocos d¨ªas el lenguaje pol¨ªtico, y muy especialmente el de los dirigentes estatales del PP se ha endurecido. Algunos analistas creen que se trata del habitual precalentamiento verbal que antecede a los procesos electorales. Sin embargo, hay detalles que dan a entender que los denotativos substantivos y los no menos contundentes adjetivos que el PP ha desempolvado del ba¨²l de los recuerdos poco o nada tienen que ver con los inminentes comicios en Madrid y Catalu?a. Tampoco parece coherente que habi¨¦ndose adelantado la designaci¨®n del candidato a la Presidencia del Gobierno de Espa?a para que ¨¦ste aproveche el rodaje en la precampa?a y campa?a de estas elecciones test, la c¨²pula del partido gubernamental se haya lanzado a un radicalismo verbal que oscurece la nominal moderaci¨®n de Rajoy, y a prop¨®sito de asuntos que no est¨¢n en la agenda de ninguna de esas dos citas electorales. La descalificaci¨®n gubernamental del plan Ibarretxe, y con ella, la del propio PNV, y la virulencia con que los dirigentes del PP han tratado la llam¨¦mosle t¨ªmida idea de trabajo del PSC a prop¨®sito de una hipot¨¦tica unificaci¨®n del mando de la Guardia Civil y de la Polic¨ªa Nacional, y las burlas que propinan al galimat¨ªas del federalismo asim¨¦trico (sic, porque el federalismo es sim¨¦trico o es otra cosa) contrastan con la prudencia que muestran frente al soberanismo de Mas, que s¨ª es un elemento de la agenda que opera en los pr¨®ximos comicios catalanes. De todo ello se puede deducir que las razones de la artiller¨ªa verbal de los populares van dirigidas directamente a la movilizaci¨®n con suficiente antelaci¨®n del voto de la derecha m¨¢s recalcitrante (la de la unidad de Espa?a de antes de la Espa?a nominalmente plural de la Constituci¨®n) para tenerlo fijado desde ahora en las generales de marzo. De otro modo, se hace dif¨ªcil entender este abrupto desmentido del centrismo que le ha sobrevenido al PP, cuando sabe que tampoco el PSOE acepta el Plan Ibarretxe o que incluso ese partido sabe que lo de Maragall s¨®lo es un modo de contrarrestar -pretendiendo su propio e improbable beneficio- el reparto del voto nacionalista entre CiU y ERC. Claro que, puestos a advertir dureza en el lenguaje, el PSOE e IU no le van a la zaga al PP. Hay que o¨ªr a los l¨ªderes de ambas formaciones insultar literalmente a Aznar, a algunos de sus ministros y a buena parte de los dirigentes del PP, como si estuvi¨¦semos bajo una dictadura y hubiese que sensibilizar a las masas aplicando ep¨ªtetos terminales e irreductibles a los l¨ªderes gubernamentales. Utilizan palabras gruesas como criminal de guerra, cobarde, facha, y otras del mismo estilo al tiempo que, en el colmo de la irresponsabilidad pol¨ªtica, le reclaman a Rajoy, que no es un reci¨¦n llegado, ni un mirlo blanco una cumbre para recuperar la democracia. Cuando parec¨ªa que en la batalla de Madrid se hab¨ªan agotado insultos, exabruptos y descalificaciones, la reedici¨®n de esta babel reprobable pone al descubierto que aquello s¨®lo fue un ensayo conjunto previo a la exhibici¨®n de los divos en solitario. Menos mal que ni los dirigentes valencianos del PP, ni los correspondientes del PSPV y de EU se han sumado a ese vodevil lamentable que no augura m¨¢s que m¨¢s in¨²til tensi¨®n dial¨¦ctica para los pr¨®ximos meses. Aunque en v¨ªsperas del 9 d'Octubre todos nos llenamos de buenas intenciones, quiz¨¢s ser¨ªa bueno perseverar en esta moment¨¢nea v¨ªa valenciana y dejar que sean otros los que descabalguen la urbanidad de la competici¨®n pol¨ªtica.
Vicent.franch@eresmas.net
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