Todo el monte es or¨¦gano
El alcalde de Xeresa, Cipri¨¤ Fluix¨¤, ex Uni¨®n Valenciana y ahora PP, no se esperaba la que la ha ca¨ªdo encima. Ha sido condenado por un delito medioambiental por la Sala Segunda de lo Penal del Tribunal Supremo, despu¨¦s de haber sido absuelto por la Audiencia Provincial de Valencia, a la que santa Luc¨ªa proteja. No ir¨¢ al trullo, aunque deber¨ªa por aquello de la ejemplaridad, pero le excluye de los cargos p¨²blicos por un tiempo prudencial, adem¨¢s de tener que pechar con unas multas que suman 76 millones de pesetas. Despu¨¦s de todo, poca cosa si nos atenemos a la magnitud de la infracci¨®n y los agios que gravitaban sobre estos tr¨¢mites. No obstante hay que celebrar con alborozo esta resoluci¨®n, habida cuenta de la feble sensibilidad ecol¨®gica que late en las instancias legislativas y judiciales. ?Tiene huevos que haya de ser Madrid y no Valencia el que ponga orden en el marjal de Xeresa, tomado al asalto y colmatado mediante un escandaloso abuso!
No viene al caso, pues podr¨ªa tener visos de ensa?amiento, leerle la cartilla a la pol¨ªtica medioambiental desarrollada hasta ahora por el PP. Nos inclinamos, incluso, a que su titular ha hecho lo que ha podido, salvando lo salvable y en contrapunto al criterio de su partido propenso a considerar a montes y marjales como espacio abierto a la especulaci¨®n. Al fin y al cabo, en el meollo ideol¨®gico de este partido late el criterio de que todo aquel paraje que no est¨¦ especialmente protegido es carnaza para los vult¨²ridos. Chichi tierno para los emprendedores que, por cierto, est¨¢n llegando a bandadas sobre el litoral y tierras adentro del Pa¨ªs Valenciano. Clima ideal, calidad de vida, cultura del mestizaje y desarme ecol¨®gico. Argumentos sobrados para colonizarnos sin parar mientes en cimas, laderas, acantilados o humedales. Todo vale.
Por fortuna, este fallo judicial que citamos puede significar que se le pone coto al desm¨¢n. Nos restaura en parte la confianza en la justicia, que al fin y al cabo es la confianza en la preeminencia del sentido com¨²n, pero ?c¨®mo soslayar la complicidad del partido pol¨ªtico que lo ampara y ha visto o sabido el desm¨¢n que se comet¨ªa en ese marjal, reiteradamente denunciado? En el banquillo se ha sentado un alcalde prevaricador, pero los considerando de la sentencia han de imputarse al gobierno auton¨®mico que lo bendec¨ªa cuando miraba hacia otro lado. Un alcalde necio no hace nidada. Una formaci¨®n pol¨ªtica que lo protege, siquiera sea por omisi¨®n, puede ser una plaga. No hay m¨¢s que observar las agresiones en curso a los marjales de Sagunto, Pego, Massamagrell y L'Albufera, que ahora recordemos.
No nos hacemos ilusiones, pero la verdad es que este correctivo judicial nos conforta. Sienta un precedente jurisprudencial y obliga a proceder con m¨¢s tiento. Por otra parte, parece que la nueva Ley de Ordenaci¨®n del Territorio, de tan demorada elaboraci¨®n, corrige la liberalidad a favor de la protecci¨®n. Dos armas importantes para impedir o al menos moderar la insania especulativa que nos aflige. Al partido que gobierna le convendr¨ªa asumir esta credencial ecologista para no ser reo definitivo de la devastaci¨®n que ha venido propiciando. Yo apostar¨ªa que el Consell actual est¨¢ por la labor y que puede darnos una feliz sorpresa. El Consell dir¨¢.
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