Ni?os
Los ni?os son inocentes. Nunca el t¨®pico se identific¨® tanto con la verdad: hasta el m¨¢s ruin de los ni?os es inocente. En Madrid, en los ¨²ltimos d¨ªas, se ha vulnerado su inocencia. Quiz¨¢ no m¨¢s que siempre, pero s¨ª de manera m¨¢s expl¨ªcita. Pasa mucho, seguro, por eso tantos adultos arrastran consigo a duras penas al ni?o vulnerado que una vez fueron: y el ni?o vulnerado pasa a ser un adulto irredimible. Y as¨ª estamos, en esta absurda pelea de gigantes con los pies sucios del barro de la infancia.
Hace unos d¨ªas, la polic¨ªa detuvo a unos cuantos ni?os de la llamada banda del pegamento. La detenci¨®n de esos ni?os coincidi¨®, como si pudiera ser casualidad, con otros dos asuntos de impacto medi¨¢tico: el rescate (o captura), en las Costas de la Muerte del Sur, de un nutrido grupo de ni?os desnutridos que trataban de arribar en patera a esta enga?osa y mafiosa orilla, y la compra por los Legionarios de Cristo del Colegio Virgen del Bosque de Villaviciosa de Od¨®n. Tres noticias relacionadas entre s¨ª por el cord¨®n umbilical de la inocencia de los ni?os y por la injusticia estructural y la manipulaci¨®n cruel que rige sus destinos: los del mundo.
?Qu¨¦ perversa relaci¨®n existe entre la informaci¨®n de la llegada en patera de ese alijo infantil y la noticia de la detenci¨®n de nuestros ni?os de la calle? Parece que aquellas im¨¢genes televisadas de ni?os ateridos sensibilizaron a una cadena que no se ve d¨®nde comienza pero acaba en la opini¨®n p¨²blica. Lo asombroso es que la desgracia de los de la banda del pegamento no se hubiera interceptado antes. Por el centro de Madrid los hemos visto mil veces, sucios, solos, abandonados de la mano de ese Dios cuya paternidad esgrimen los Legionarios de Cristo cual prueba irrefutable de ADN. Cu¨¢ntas veces nos habremos preguntado c¨®mo era posible que siguieran un d¨ªa m¨¢s all¨ª, apostados en las esquinas de la plaza de Chueca, juntos como cachorros hu¨¦rfanos, noct¨¢mbulos como alima?as. Cu¨¢ntas veces nos hemos preguntado por qu¨¦ no hab¨ªa una intervenci¨®n protectora sobre ellos, si los vecinos de Centro los vemos, los conocemos, los padecemos, los compadecemos. Hielan la sangre esos ni?os. Y no por su violencia, por sus atracos, por su inc¨®moda presencia (que tambi¨¦n: ellos son sus primeras v¨ªctimas). Sobrecoge toparse con ellos por el gesto recurrente de su mano a la cara, por esa aspiraci¨®n continua de la destrucci¨®n, por su inocencia envenenada mucho antes de un pegamento que no es causal.
?Por qu¨¦ se act¨²a de vez en cuando y no de inmediato, y siempre, sobre esa inmoralidad? ?Por qu¨¦ se permite la existencia de esa verg¨¹enza? Aceptando que la polic¨ªa sea el instrumento necesario, un eslab¨®n m¨¢s de la cadena, no es precisa una intervenci¨®n meramente policial, sino de las m¨¢s altas instituciones: internacional, estatal, gubernamental, vecinal, de naturaleza ideol¨®gica, de ¨ªndole moral. Es un fracaso de nuestra especie que los ni?os sean desechos humanos con diez a?os. ?D¨®nde est¨¢n los Asuntos Sociales, cu¨¢les son? ?Y qu¨¦ sabemos de los ni?os detenidos? ?Qu¨¦ se les da? No supimos m¨¢s de ellos, no tenemos esa informaci¨®n: las calles m¨¢s limpias y el coraz¨®n y la conciencia, sucios.
Al tiempo que suced¨ªa todo esto, los Legionarios de Cristo perpetran un golpe de Estado educativo. Es la l¨ªnea gubernamental. La "ense?anza aconfesional, de la capacidad de an¨¢lisis y cr¨ªtica propia del racionalismo, del respeto a los dem¨¢s propio del racionalismo", como en una carta a este peri¨®dico defin¨ªan unos padres el colegio Virgen del Bosque antes de ser comprado por los ultras del catolicismo, se ha visto violentada, como antes se ha visto violentada la propia Constituci¨®n cuando la reforma educativa ha elevado la Religi¨®n Cat¨®lica a rango de asignatura prioritaria. La l¨ªnea gubernamental: primero, la infiltraci¨®n; despu¨¦s, el ordeno y mando; despu¨¦s, la impregnaci¨®n. Los Legionarios de Cristo, presentes en los gobiernos central, auton¨®mico y municipal, quieren que los ni?os tengan una buena educaci¨®n: apenas superada la discriminaci¨®n de g¨¦nero, separar a hombres y mujeres; y, si es posible, que se casen entre ellos, cachorros perfumados de pecado. Inocentes tambi¨¦n. Culpables ya, como los del pegamento. Y ¨¦stos, ?con qui¨¦n se casar¨¢n?
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