Turandot en el palacio de peluche
La directora de cine Doris D?rrie (Hannover, 1955), autora de pel¨ªculas de ¨¦xito como Hombres, ?Soy bonita? o Desnudo, estren¨® en la Opera Unter den Linden una versi¨®n iconoclasta y original de la ¨®pera Turandot, de Giacomo Puccini, que gust¨® al p¨²blico y sac¨® de sus casillas a la cr¨ªtica. La direcci¨®n de la orquesta estuvo a cargo del director estadounidense de origen japon¨¦s Kent Nagano. Por primera vez en Alemania, Turandot, la ¨®pera inconclusa de Puccini, se interpret¨® con el final compuesto por Luciano Berio, tras el estreno mundial el 24 de enero de 2002 en el Festival de M¨²sica de Canarias. La versi¨®n de Berio es mucho menos aparatosa que la compuesta por Franco Alfano, estrenada en 1926 en La Scala de Mil¨¢n.
En el programa del estreno berlin¨¦s de la ¨®pera de Puccini faltaba una advertencia: "Todo parecido con anteriores versiones de Turandot es pura coincidencia". El p¨²blico del estreno acogi¨® la osada representaci¨®n con un aplauso que dur¨® 12 minutos. La cr¨ªtica alemana la destroz¨® casi por unanimidad. No obstante, ha quedado claro: D?rrie y su versi¨®n de Turandot no dejan espacio para el aburrimiento y la pol¨¦mica est¨¢ servida.
La ¨®pera, que Puccini sit¨²a en China, con mandarines, emperadores y toda la parafernalia oriental del caso, s¨®lo conserva en la versi¨®n de Doris D?rrie como referencia china el tel¨®n: un plano de Pek¨ªn. Todo lo dem¨¢s, D?rrie lo ha reconvertido y reinterpretado. Turandot, interpretada por la soprano Sylvie Valayre, es una adolescente hist¨¦rica que convierte el canto en grito, se viste como una princesa ninja y se mueve por el escenario a base de mandobles de espada de samur¨¢i y fintas de karateca.
El tenor argentino Dar¨ªo Volont¨¦, en el papel de Calaf, no est¨¢ caracterizado como pr¨ªncipe t¨¢rtaro, sino vestido de proleta, una mezcla entre luchador de lucha libre, con cintur¨®n de campe¨®n del mundo y cabeza rapada incluidos, y transportador de muebles. Parece incre¨ªble que un personaje con semejante aspecto pueda ofrecer una delicada versi¨®n de la magn¨ªfica Nessun dorma! al inicio del tercer acto.
El emperador padre de Turandot sale caracterizado como algo semejante a un inspector de la brigada pol¨ªtico-social del franquismo, aunque en Berl¨ªn Este, donde se encuentra situada la Opera Unter den Linden, algunos espectadores y m¨¢s de un cr¨ªtico intuyen una referencia al fallecido dictador de aquel lado del muro Erich Honecker. Los ministros Ping, Pang y Pong aparecen vestidos con trajes estilo Pokemon de los que se despojan al inicio del segundo acto para refocilarse con tres jovencitas que abandonan la escena en motocicleta ante la inminencia de una nueva ejecuci¨®n. El rey Timur, padre de Calaf, se arrastra por el escenario vestido de momia. La esclava Liu va vestida con una t¨²nica azul, con una cruz que parece convertirla en una especie de caballero de la orden de Calatrava.
Este conjunto de personajes desopilantes se mueve en un escenario decorado con dibujos de los tebeos manga japoneses. Lo que en las versiones acad¨¦micas de Turandot era el palacio imperial de Pek¨ªn, lo ha transformado D?rrie en un gigantesco osito blanco donde vive la princesa decapitadora de todos los hombres incapaces de resolver los tres acertijos que les presenta. Un no menos gigantesco tel¨¦fono celular, al que trepa Calaf para dar respuesta en forma de mensaje a los acertijos, ocupa un tercio del escenario. El tercer tercio del escenario lo ocupa una casita peque?o-burguesa, con garaje y coche incluido, el sue?o del proletario promocionado en que D?rrie convirti¨® al pr¨ªncipe Calaf. En una cocina que parece reci¨¦n salida de Ikea, Calaf y el emperador abren una cerveza sacada de la nevera. A su lado, la princesa del cielo, Turandot, despojada de toda la parafernalia ninja, se ha transformado en una chica de barrio vestida de ch¨¢ndal. Calaf y su suegro el emperador beben a morro las cervezas y s¨®lo les faltaron un par de eructos y un televisor con los res¨²menes sabatinos de la Bundesliga de f¨²tbol.
D?rrie se ha permitido to-
do tipo de licencias en la puesta en escena que rebosa humor y raya en lo que pod¨ªa considerarse como tomadura de pelo a los cl¨¢sicos. Turandot es la segunda ¨®pera que dirige D?rrie tras la experiencia anterior de Cossi fan tutte en la misma ¨®pera, pero con Daniel Barenboim, el director musical del teatro al frente de la orquesta. La directora de cine, que asegura no tener ni idea de m¨²sica, se muestra agradecida del trabajo conjunto con Nagano y en su d¨ªa con Barenboim, que "en ning¨²n momento me hicieron sentirme como una intrusa". Dirigir a cantantes de ¨®pera, explica D?rrie, es un trabajo muy diferente a la direcci¨®n de actores: "En el cine, un actor se encoge para expresar tristeza y en la ¨®pera tiene que expandir el cuerpo y as¨ª resulta dif¨ªcil expresar tristeza".
La m¨²sica de la excelente orquesta de la Opera Unter den Linden, dirigida por Kent Nagano, es una delicia por sus tonos apagados y la ausencia de estridencia, contraste ideal para los gritos de Turandot en su papel de adolescente hist¨¦rica refugiada en su gigantesco osito de peluche del que la sacar¨¢ el beso de Calaf. La cr¨ªtica ha mostrado poca comprensi¨®n para la puesta en escena de D?rrie. "La puesta en escena empieza como una pel¨ªcula de horror y concluye como una comedia de enredo", escribe el Berliner Zeitung. Para el cr¨ªtico del Frankfurter Allgemeine, la soprano Valayre cant¨® el papel de Turandot con fuerza y dominio, pero con su ropaje de l¨¢tex parec¨ªa "una Madre Coraje con delirios sadomasoquistas". Para el Financial Times Deutschland, "Berl¨ªn tiene al fin una ¨®pera tiquismiquis a la que hay que ir sin falta, en la que todos comprenden todo, porque no hay nada que comprender".
"Puccini lo entender¨ªa"
LA DIRECTORA Doris D?rrie est¨¢ convencida de que Giacomo Puccini entender¨ªa la versi¨®n berlinesa de Turandot. A la pregunta de si Puccini no se revolcar¨ªa en su tumba si tuviese ocasi¨®n de ver la representaci¨®n, D?rrie respondi¨®: "Se la podr¨ªa explicar a Puccini, pero tendr¨ªa que llevarlo a la calle y mostrarle las Turandot que andan por aqu¨ª, por todas partes. Yo veo en cada minuto diez Turandot en Berl¨ªn. Son esas chicas j¨®venes entre 14 y 20 a?os que se visten de negro, con pintura de labios negra, con piercings y tatuajes por todas partes, cintur¨®n y botas altas, con aspecto de princesas de la noche, que viven en la oscuridad".
Explicar¨ªa D?rrie a Puccini que, como no sabe leer la m¨²sica, tuvo que aprenderla de memoria y se preguntaba de d¨®nde procede ese tono, "la mujer grita a lo largo de dos horas. Ese tono s¨®lo se puede producir cuando se tiene mucho miedo. Ese tono procede del miedo y de la agresi¨®n. Cuando se produce ese tono y eres una chica joven, ese tono se reconoce. Yo produc¨ªa esos tonos, yo gritaba as¨ª, hacia dentro y hacia fuera. Es el tono de una chica que se da cuenta de que se la arranca del mundo infantil y se tiene que hacer mujer".
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