Demasiados l¨ªderes para una sola Europa
Europa tiene al alcance los dos proyectos m¨¢s ambiciosos que pudieron so?ar alguna vez los padres fundadores de la Uni¨®n hace medio siglo. El primero, la mayor ampliaci¨®n de las realizadas hasta ahora, hacia el Este, con clara vocaci¨®n de reunificaci¨®n de un continente tantas veces arrasado por guerras fratricidas. El segundo, una Constituci¨®n que, ya por el hecho de existir, supondr¨¢ el mayor salto hacia la uni¨®n pol¨ªtica. La Constituci¨®n ser¨¢ a la pol¨ªtica lo que el euro ha sido a la econom¨ªa. Pero Europa se atraganta. Los dos procesos, ambos interconectados, han abierto unas batallas de incalculables consecuencias. Es el s¨ªntoma de esa grave enfermedad cr¨®nica que todos los l¨ªderes europeos sab¨ªan que llegar¨ªa: la Uni¨®n Europea que conocemos no puede subsistir con 25 o 30 Estados en el club. Asoma con peligro la Europa de los n¨²cleos, de los c¨ªrculos conc¨¦ntricos, de los bloques.
El proyecto de una nueva Constituci¨®n se alcanz¨® en la Convenci¨®n por consenso (que no por unanimidad), pero la ¨²ltima palabra la tienen los Gobiernos
La UE se enfrenta a dos retos trascendentales: la mayor ampliaci¨®n de su historia y la Constituci¨®n, el gran salto hacia la uni¨®n pol¨ªtica continental
La pelea se centra en el reparto de poder y deja en segundo plano grandes avances impensables hace meses y que s¨®lo los llamados euroesc¨¦pticos discuten
Por primera vez, Alemania se destaca en solitario de Francia, y Giscard d'Estaing, presidente de la Convenci¨®n, se limita a se?alar: "Es la nueva Europa"
Los cuatro grandes est¨¢n poniendo ya en cuesti¨®n la validez del 'sagrado' Pacto de Estabilidad, ante el esc¨¢ndalo, sobre todo, de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar
Espa?a y Polonia, por su p¨¦rdida de peso, pero tambi¨¦n los pa¨ªses peque?os y los candidatos, que se sienten cada vez m¨¢s relegados, se han levantado en armas
Los grandes se disponen sin ruido a poner en marcha la Europa de varias velocidades, incluso en terrenos tan sensibles como el de la defensa
"Dejad vuestros deseos nacionales en casa". El sabio consejo a los l¨ªderes europeos lo dio en Bruselas el jueves pasado Jacques Delors, presidente de la Comisi¨®n Europea entre 1985 y 1995 y una figura clave del impulso europe¨ªsta en esa d¨¦cada. Mientras Delors hac¨ªa ese comentario, pr¨¢cticamente todos los primeros ministros y ministros de Exteriores se afanaban en sus respectivas capitales en explicar a los votantes c¨®mo iban a defender ante los dem¨¢s socios del club los intereses del pa¨ªs contra viento y marea. "Los espa?oles no aceptaremos los diktats", lo dec¨ªa m¨¢s claro que nadie la ministra espa?ola de Exteriores, Ana Palacio.
Con esa actitud preparaban su cita de ayer en Roma los l¨ªderes de los 25 pa¨ªses que formar¨¢n la UE a partir del pr¨®ximo mayo. En su capacidad de conciliar intereses, bajo la presidencia del pol¨¦mico Silvio Berlusconi, reside la esperanza de que Europa tenga o no el a?o que viene una Constituci¨®n que primar¨¢ sobre todas las legislaciones nacionales. El proyecto, aunque sus detractores prefieren llamarlo "borrador", es el resultado de a?o y medio de trabajo (1.800 horas de sesiones) de una Convenci¨®n presidida por el ex presidente franc¨¦s Val¨¦ry Giscard d'Estaing en la que participaron 105 pol¨ªticos de esos 25 pa¨ªses con representantes de los Gobiernos, el Parlamento Europeo, la Comisi¨®n Europea y los Parlamentos nacionales. Las decisiones se tomaron por "consenso", "que no es lo mismo que unanimidad", como insist¨ªa Giscard cada dos por tres.
Y, en efecto, en muchos de los temas m¨¢s sensibles fueron quedando en minor¨ªa (minorizados se les denomina en Bruselas) unas veces los peque?os, otras veces Polonia y Espa?a, otras Londres... Aunque dolidos, los minorizados se consolaban con la esperanza de que, en definitiva, la ¨²ltima palabra la tendr¨ªan despu¨¦s los Gobiernos en la Conferencia Intergubernamental (CIG) abierta ayer en la capital italiana y en la que, ahora s¨ª, la cultura del veto vuelve a estar sobre la mesa. En la CIG habr¨¢ que aprobar todo por unanimidad. Y no s¨®lo de los Quince, sino de los 25 porque los 10 candidatos tambi¨¦n tienen pleno derecho de voz y voto.
El proyecto de Constituci¨®n ya fue calificado de "una buena base para iniciar la CIG" en la cumbre europea de Sal¨®nica (Grecia) el pasado 20 de junio. En el indiscutido haber de ese texto figuran avances impensables hace s¨®lo unos meses: crea la figura del ministro europeo de Exteriores y la del presidente estable de la UE, elimina el derecho al veto en asuntos clave como el control de fronteras o la inmigraci¨®n, incrementa el poder de la Euroc¨¢mara para democratizar la vida de la Uni¨®n, incorpora la Carta de Derechos Fundamentales, establece una Cl¨¢usula de Asistencia Mutua en caso de ataques terroristas o cat¨¢strofes, impulsa el proyecto de una verdadera Europa de la Defensa y abre la puerta a que un mill¨®n de europeos exijan iniciativas legislativas.
Reparto del poder
Salvo los euroesc¨¦pticos, nadie discute esos logros. Y es que la pelea, de nuevo, se ha centrado en el reparto de poder y ha dejado en segundo plano todos esos profundos avances. La ampliaci¨®n de la UE de 15 a 25 Estados requer¨ªa ese nuevo reparto de poder. El pr¨®ximo 1 de mayo de 2004 van a entrar 10 nuevos socios (Lituania, Letonia, Estonia, Hungr¨ªa, Polonia, la Rep¨²blica Checa, Esvolaquia, Eslovenia, Malta y Chipre). Suman algo m¨¢s de 80 millones de habitantes, pero la mitad est¨¢ en Polonia. Los dem¨¢s pa¨ªses son peque?os o muy peque?os. Su renta media s¨®lo ronda el 39% de la actual UE. El PIB de la Uni¨®n apenas se incrementar¨¢ en un 7%. Su entrada en el euro se presume muy lejana y ardua. Si se manten¨ªan las reglas actuales para tomar decisiones, cualquiera de ellos, a veces en solitario y otras en coalici¨®n, pod¨ªa plantar cara y bloquear iniciativas de los grandes. Por ejemplo, a la hora de repartir unas arcas comunitarias siempre surtidas por los ricos antiguos socios del club. Si la cultura del veto ya ha hecho dif¨ªcilmente gestionable y manejable una UE con 15 miembros, con 25 se presentaba imposible.
Por tanto, hab¨ªa que pactar unas nuevas reglas de juego antes de que los nuevos entraran en la sociedad. Los l¨ªderes de los Quince lo intentaron por vez primera en la tormentosa cumbre de Niza (Francia) en diciembre de 2000. Los grandes impusieron su ley de tal forma que su peso, sus votos, en el Consejo de la Uni¨®n se acrecentara ampliamente con respecto a los peque?os y, por tanto, a la mayor¨ªa de los que estaban a punto de entrar. Alemania, el m¨¢s grande, pas¨® de tener 10 votos a 29, pero Luxemburgo, el m¨¢s peque?o, pas¨® s¨®lo de dos a cuatro, como Letonia, Estonia, Chipre o Eslovenia. Como consolaci¨®n, y pese a que los grandes quer¨ªan una Comisi¨®n m¨¢s reducida, los peque?os recibieron la seguridad de que seguir¨ªa habiendo un comisario por pa¨ªs. Espa?a, y de paso Polonia por tener una poblaci¨®n similar, fue de rebote la m¨¢s favorecida porque con 27 votos en el Consejo (antes ocho) mantuvo la misma distancia con respecto a los cuatro grandes (Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido). Eso s¨ª, tuvo que perder 14 de los 64 esca?os que tiene en la Euroc¨¢mara.
Se cerr¨® as¨ª en falso ese primer intento. Porque quedaron muchas heridas abiertas. Y no s¨®lo el resquemor de los peque?os.
En Niza, el duelo m¨¢s brutal lo protagonizaron Francia y Alemania. El canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der, exigi¨®, por primera vez en una Uni¨®n basada en la igualdad de poder entre Par¨ªs y Berl¨ªn, que la unificada Alemania (80 millones de habitantes) tuviera m¨¢s votos que Francia (59 millones). Para abortar el intento, el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, incluso aludi¨® en p¨²blico en dos ocasiones a la II Guerra Mundial.
Aquel mal arreglo, criticado tambi¨¦n en su d¨ªa por la Comisi¨®n y el Parlamento Europeo, ha saltado ahora por los aires en la Convenci¨®n incluso antes de que el pasado febrero entrara en vigor el Tratado de Niza. Reconciliados ya el pasado oto?o, el indispensable eje Berl¨ªn-Par¨ªs vio en esa asamblea la ocasi¨®n para dar un gran impulso a la construcci¨®n europea, pero tambi¨¦n para resta?ar sus heridas y afianzar a¨²n m¨¢s su poder frente a todos los dem¨¢s cuando m¨¢s va a complicarse la gesti¨®n diaria de una UE que acabar¨¢ teniendo ma?ana 25 Estados, y pasado ma?ana, 30. Seg¨²n el proyecto constitucional, la nueva Uni¨®n de Estados y Ciudadanos tomar¨¢ las decisiones por una doble mayor¨ªa: de Estados y de votos, pero ¨¦stos ser¨¢n repartidos de forma directamente proporcional a la poblaci¨®n.
Por primera vez, Alemania se destaca en solitario de Francia, que lo acepta con un sorprendente mutismo, y de todos los dem¨¢s. De paso, se ensancha enormemente el acorde¨®n: en una simple extrapolaci¨®n, Alemania tendr¨ªa 170 votos (el 17% de la poblaci¨®n de una UE con 27 Estados, porque en 2007 entrar¨¢n tambi¨¦n Bulgaria y Rumania), y Luxemburgo y Malta, 1 con sus escasos 430.000 y 380.000 habitantes, respectivamente. Espa?a se quedar¨ªa con 82, muy alejada ya de los grandes y, por tanto, con muchas menos opciones de bloquear iniciativas de ellos. El peso del d¨²o Par¨ªs-Berl¨ªn es as¨ª mucho mayor que si los dos tuvieran los mismos votos y, por tanto, sus pactos de pareja tendr¨¢n muchas m¨¢s posibilidades de ¨¦xito.
Eje franco-alem¨¢n
"Es la nueva Europa", se limita a responder Giscard cuando se le pregunta c¨®mo naci¨® esa propuesta y por qu¨¦ los franceses como ¨¦l aceptan ahora esa ventaja para Alemania. "Es lo m¨¢s sencillo y lo m¨¢s democr¨¢tico", dec¨ªa en la Convenci¨®n Joschka Fischer, ministro alem¨¢n de Exteriores y representante de su Gobierno en esa asamblea. El proyecto constitucional adem¨¢s suprime el consuelo del comisario por pa¨ªs para los peque?os: s¨®lo habr¨¢ 15 con cartera y derecho a voto. Y ya no habr¨¢ presidencias semestrales por riguroso turno, sino que los l¨ªderes elegir¨¢n a un presidente estable con un mandato de dos a?os y medio, prorrogables una vez.
Espa?a y Polonia, por su obvia p¨¦rdida de peso, y los peque?os y los candidatos, por verse cada vez m¨¢s relegados, se han levantado en armas. El presidente espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, lidera a los descontentos. El resultado de la Convenci¨®n, ha dicho, es "inesperado, no deseable". "Tengo graves dificultades para explicarlo con coherencia. Lo digo sinceramente". El presidente polaco, Alexander Kwasniewski, recuerda que su pa¨ªs, como los dem¨¢s candidatos, "est¨¢ ligado a Niza" porque bajo las condiciones de ese tratado se han celebrado los referendos nacionales en los que se ratific¨® el tratado de adhesi¨®n. "No permitiremos que nuestro pa¨ªs no tenga su propio comisario", se escucha a los pol¨ªticos de todos los colores desde Taillin (Estonia) hasta La Valeta (Malta).
La batalla es muy desigual, pero los equipos ya est¨¢n formados. Los seis fundadores de la UE (Alemania, Francia, Italia, Holanda, B¨¦lgica y Luxemburgo) forman un bloque homog¨¦neo que ha ido de la mano en todo el proceso. Son s¨®lo seis, pero representan la mitad de la poblaci¨®n europea y m¨¢s del 70% de su PIB. Enfrente, entre los 19, la situaci¨®n es muy variada, y sus pactos, endebles. El brit¨¢nico Tony Blair, que apoy¨® t¨¢cticamente a Espa?a para que le ayudara frente a europe¨ªstas federalistas, cuenta con el compromiso franco-alem¨¢n de respetar sus l¨ªneas rojas, como el mantenimiento del veto en fiscalidad, exteriores y defensa. Los peque?os, con pocas excepciones, aceptar¨ªan el proyecto si se les concede el principio de un comisario por pa¨ªs, pero los intereses o el europe¨ªsmo de Lituania, Chipre o Finlandia son incomparables, cuando no incompatibles. La alianza de Espa?a y Polonia aparece como la m¨¢s s¨®lida, pero son conscientes de que, en breve, como ha declarado Kwasniewski, se enfrentar¨¢n por el reparto de los fondos comunitarios.
Todas estas fisuras son s¨®lo muestras de las zanjas que empiezan a abrirse en la Uni¨®n y que en estos mismos meses aparecen en otros terrenos de juego. Los proleg¨®menos de la guerra de Irak originaron la m¨¢s grave crisis interna en la UE, pero se est¨¢ repitiendo en la posguerra, aunque con menos virulencia, marcando una obvia l¨ªnea divisoria entre el grupo europe¨ªsta encabezado por el eje franco-alem¨¢n y el proestadounidense tr¨ªo Londres-Madrid-Roma, reforzado ahora por la mayor¨ªa de los candidatos.
Estancamiento econ¨®mico
De otro lado, en pleno estancamiento de la econom¨ªa europea y con la factura de la ampliaci¨®n en danza, los cuatro grandes est¨¢n poniendo m¨¢s que en duda la validez del sagrado Pacto de Estabilidad ante el esc¨¢ndalo, otra vez, de Espa?a especialmente. "Estabilidad s¨ª, pero tambi¨¦n crecimiento y puestos de trabajo para los ciudadanos", ha reclamado el primer ministro franc¨¦s, Jean-Pierre Raffarin, tras reconocer que Par¨ªs encabeza ya la lista de los pa¨ªses con m¨¢s d¨¦ficit (4% este a?o) de la eurozona y que incumplir¨¢ el pacto al menos durante tres a?os consecutivos. "La seriedad pol¨ªtica pasa por cumplir los compromisos pol¨ªticos adquiridos", ha dicho Aznar s¨®lo despu¨¦s de que Schr?der le espetara que "es bonito" lucir buenos resultados econ¨®micos cuando el 1% del PIB espa?ol se debe a unos fondos europeos que en buena parte pone Alemania. Sin duda, un aviso para Madrid, como tambi¨¦n se ha lanzado desde Berl¨ªn a Polonia por oponerse al proyecto constitucional.
Es precisamente el pr¨®ximo reparto de los fondos europeos (de los que s¨®lo Espa?a se lleva unos 8.000 millones al a?o) el que tambi¨¦n est¨¢ suponiendo ya un enfrentamiento entre los socios actuales, que se aprestan a pactar unas nuevas reglas antes de que lleguen los otros diez, que se llevar¨ªan casi todo el pastel si se aplican directamente las actuales normas. Y hay propuestas sobre la mesa del presidente de la Comisi¨®n, Romano Prodi, redactadas por sus propios asesores, para poner fin a las ayudas que reciben los actuales miembros de la Uni¨®n y adem¨¢s desmantelar la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC), que se lleva m¨¢s del 40% del presupuesto comunitario. Los grandes y los contribuyentes netos, como Holanda y Suecia, ya han dejado claro que para 25 habr¨¢ el mismo dinero que hay ahora para 15. O sea, que perder¨¢n mucho los ahora beneficiados, mientras los aspirantes recibir¨¢n bastante menos que lo que so?aron.
El proyecto de crear una verdadera Europa de la Defensa es otro frente de imposible soluci¨®n conjunta en esta fase, que a¨²n se complicar¨¢ m¨¢s con el previsto ingreso de los Balcanes y, sobre todo, de Turqu¨ªa, el gran pa¨ªs musulm¨¢n que acabar¨ªa convirti¨¦ndose en el m¨¢s poblado de la Uni¨®n con m¨¢s peso en el Consejo o en la Euroc¨¢mara. Algunos socios actuales, como el Reino Unido, se resisten al empe?o franco-alem¨¢n de que Europa tenga una defensa aut¨®noma e independiente de la OTAN, aunque Londres, sin cuya participaci¨®n ser¨ªa una quimera, ha dado se?ales de aproximaci¨®n a Berl¨ªn y Par¨ªs hace s¨®lo dos semanas. Y lo hizo en la misma reuni¨®n de Alemania en la que los tres l¨ªderes dijeron que "ser¨ªa peligroso" introducir cambios significativos en el proyecto constitucional. Pero otros, como algunos de los que se incorporan o los llamados neutrales, o no quieren participar o no tienen medios ni capacidades para hacerlo.
Ante estas perspectivas, los grandes se aprestan sin mucho ruido a poner en marcha esa Europa de varias velocidades, de n¨²cleos o c¨ªrculos que ya aventuraron a finales de la d¨¦cada pasada primero el franc¨¦s Chirac y despu¨¦s el alem¨¢n Fischer. De entrada, el propio proyecto constitucional, a propuesta franco-alemana, ha rebajado las condiciones para facilitar que, en aquellas ¨¢reas que lo deseen, los pa¨ªses que quieran avanzar m¨¢s r¨¢pido e ir m¨¢s lejos puedan formar las llamadas "cooperaciones reforzadas" o "reestructuradas", como las define el proyecto. Es decir, grupos de pa¨ªses que acuerdan pol¨ªticas de m¨¢s estrecha colaboraci¨®n al margen de los dem¨¢s.
Defensa europea
El ejemplo de la defensa, el que m¨¢s afecta a la soberan¨ªa de los pa¨ªses, es el primero que ya se desarrolla en el proyecto de Constituci¨®n, que prev¨¦ la creaci¨®n de un n¨²cleo de pa¨ªses "con capacidades militares" que est¨¦n unidos incluso por una cl¨¢usula de defensa mutua, aunque probablemente este detalle caiga por exigencia brit¨¢nica a favor del protagonismo de la OTAN. El n¨²cleo duro del que en los noventa hablaban franceses y alemanes ya est¨¢ formado de facto. S¨®lo as¨ª se interpreta que los Gobiernos de Par¨ªs y Berl¨ªn celebren peri¨®dicos consejos de ministros conjuntos y planteen ya la doble nacionalidad entre los dos pa¨ªses.
As¨ª, el caso del euro, una especie de cooperaci¨®n reforzada en la que no participan el Reino Unido, Suecia y Dinamarca, podr¨¢ repetirse en los a?os venideros con organizaciones policiales comunes, la armonizaci¨®n total de impuestos en amplias regiones, la gesti¨®n com¨²n de fronteras o el desarrollo conjunto de grandes proyectos de investigaci¨®n. S¨®lo los que quieran o puedan estar¨¢n en esos n¨²cleos. Alguno ya se ha aprestado a dejar claras sus intenciones de pisar el freno. Sin ir m¨¢s lejos, el presidente checo, el conservador V¨¢clav Klaus, ha dicho que incluso el proyecto constitucional supone ya "cruzar el Rubic¨®n" porque crea un "superestado" en una Europa en la que "no habr¨¢ Estados soberanos" y en la que "hasta cuestiones b¨¢sicas ser¨¢n decididas en un lejano Gobierno federal con sede en Bruselas".
"Hay que evitar a toda costa que tengamos que avanzar al ritmo del m¨¢s lento", ha declarado Prodi. La frase puede ser aplicada a lo que se vislumbra en Europa, aunque el presidente de la Comisi¨®n se refer¨ªa a la necesidad de acabar con el uso y abuso de la cultura del veto. "La Convenci¨®n, lamentablemente, no ha sabido o no ha podido dar respuesta adecuada a las necesidades de la futura Uni¨®n", han se?alado en un comunicado conjunto Ana Palacio y Wlodzimierz Cimoszewic, los ministros de Exteriores de Espa?a y Polonia, respectivamente. Francia y Alemania creen que s¨ª. Al menos para la Uni¨®n Europa que desean, que, sea de ese corte o de otro diferente, s¨®lo podr¨¢ materializarse sobre el entendimiento de ellos dos.
Rato, ?premio de consolaci¨®n?
LA SITUACI?N DE ESPA?A es, sin duda, la m¨¢s complicada porque es el pa¨ªs que m¨¢s tiene que perder y el que a la larga puede contar con menos apoyos significativos. Puede dejar en el empe?o votos en el Consejo, esca?os en Parlamento Europeo, millonarias ayudas europeas a partir de 2007 y, por encima de todo, la privilegiada situaci¨®n de la que ha gozado desde el inicio de los noventa por su proximidad a los l¨ªderes europe¨ªstas de Francia y Alemania.
La mala relaci¨®n de Aznar con Schr?der a cuenta de los fondos comunitarios, que arranc¨® en 1999 y se agrav¨® en 2001 con riesgo de estallar antes de que acabe este a?o, constituye una nimiedad en comparaci¨®n con lo que ocurri¨® este invierno pasado, cuando el presidente espa?ol encabez¨® el Grupo de los Ocho (con el Reino Unido, Italia, Dinamarca, Portugal, Hungr¨ªa, Polonia y la Rep¨²blica Checa) para expresar su sinton¨ªa con George W. Bush ante la guerra de Irak. Se inici¨® ah¨ª un camino, sin visos de retorno hasta el momento, que puede costarle muy caro a Espa?a, cuyo ¨²nico apoyo de calado durante la Convenci¨®n ha partido del brit¨¢nico Peter Hain, el representante de un pa¨ªs que se ha distinguido, en su l¨ªnea habitual, por evitar que Europa avance a buen ritmo. Por tanto, no ser¨¢n ahora Chirac y Schr?der los que est¨¦n dispuestos a echar una mano a Aznar.
Al presidente espa?ol no le queda otro remedio que buscar un arreglo. Si no, se arriesga a pasar a la historia como el dirigente que impidi¨® que Europa tuviera una Constituci¨®n propia, una opci¨®n que ning¨²n Gobierno puede asumir en solitario. Y aunque ese arreglo no sea el m¨¢s satisfactorio, entre los 25 ya va tomando fuerza un posible premio de consolaci¨®n para Espa?a: en Bruselas se extiende como la p¨®lvora la tesis de que el vicepresidente Rodrigo Rato es un buen candidato para presidir la pr¨®xima Comisi¨®n Europea. Los eurodiputados del PP creen que es una opci¨®n "muy probable" que Rato encabece su lista de las elecciones europeas en junio pr¨®ximo. El Gobierno espa?ol ya busca en la capital comunitaria posibles asesores directos para Rato entre los actuales funcionarios comunitarios procedentes de Espa?a.
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