Teatro en Chechenia
Con las elecciones presidenciales celebradas el domingo, el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, aspira a avanzar en lo que llama "normalizaci¨®n" de Chechenia. Pero hay truco. Lo que Putin entiende por "normalizaci¨®n" se asemeja a un regreso al viejo orden, con una Chechenia completamente sumisa a los deseos de Mosc¨² y poca o nula satisfacci¨®n del deseo de muchos de sus habitantes de ejercer alg¨²n tipo de autogobierno, en correspondencia con las se?as de identidad peculiares de esta rep¨²blica cauc¨¢sica.
Las elecciones se han celebrado sin garant¨ªas: sin observadores internacionales, con un amedrentador despliegue militar y, en la pr¨¢ctica, con un candidato ¨²nico, Ajmad Kad¨ªrov, el hombre del Kremlin, con casi todas las papeletas con su nombre, a tenor del relato de los corresponsales internacionales, que dan cuenta de una participaci¨®n escasa, aunque las autoridades la cifran en m¨¢s de un 80%.
Tras la feroz y repetida represi¨®n rusa, en la que Grozni qued¨® tan destruida por los bombardeos que muchos la llaman la Gernika del C¨¢ucaso, y tras la enloquecida espiral terrorista en la que se implicaron algunos de ellos, los independentistas chechenos parecen cortos de aliento. Putin, en cambio, se siente fuerte gracias al apoyo de Bush, al que ha convencido sin problemas de que Mosc¨² se enfrenta en Chechenia al mismo desaf¨ªo planteado a Washington por Bin Laden: el "terrorismo internacional". Que el pueblo checheno viva una opresi¨®n decimon¨®nica y haya pagado un elevado tributo de dolor, destrucci¨®n y sangre no parece importar. Los Gobiernos de la Uni¨®n Europea, por su parte, prefieren mirar hacia otro lado. La estabilidad y el progreso pol¨ªtico y socioecon¨®mico de Rusia son absolutamente necesarios para la paz en el siglo XXI, y la pacificaci¨®n de Chechenia es uno de los componentes de ese proceso. Con elecciones ama?adas y personajes como Kad¨ªrov no se conseguir¨¢ ni lo uno ni lo otro.
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