Un cuento americano
Una pareja de j¨®venes acaba de hacer el amor. Sus rostros a¨²n est¨¢n medio desencajados, la respiraci¨®n se entrecorta y los cuerpos se retuercen. El chico le dice a la chica que "ya no es como antes", que ahora ella se compadece de ¨¦l. "Eres amable conmigo", culmina. Poco a poco, el espectador descubre que los extra?os movimientos faciales y corporales del joven no son producto del esfuerzo realizado, sino de su retraso mental. Es un disminuido ps¨ªquico y f¨ªsico. Hablamos de la secuencia inicial de Cosas que no se olvidan (absurdo t¨ªtulo espa?ol de Storytelling), pel¨ªcula escrita y dirigida por Todd Solondz, habitual explorador del lado m¨¢s oscuro de la sociedad de nuestros d¨ªas.
COSAS QUE NO SE OLVIDAN
Direcci¨®n: Todd Solondz. Int¨¦rpretes: Selma Blair, Paul Giamatti, John Goodman, Lupe Ontiveros. G¨¦nero: comedia dram¨¢tica. EE UU, 2001. Duraci¨®n: 87 minutos.
Solondz ha estrenado en Espa?a dos de sus tres pel¨ªculas anteriores con dispar resultado. Bienvenidos a la casa de mu?ecas (1995) ten¨ªa como protagonista a una ni?a fea, gorda, con gafas de culo de vaso, de la que medio colegio se re¨ªa y a la que el otro medio ignoraba. Lamentablemente, no la vio casi nadie, pero conten¨ªa un complet¨ªsimo cat¨¢logo con todas las perversidades que un adolescente fuerte puede causar a un semejante d¨¦bil. La segunda, Happiness (1998), se convirti¨® en un fen¨®meno en los cines espa?oles de versi¨®n original y puso en el altar a un cineasta de culto. Por desgracia, hemos tenido que esperar casi tres a?os para el estreno de su ¨²ltimo trabajo, exhibido en el Festival de Cannes de 2001.
Cosas que no se olvidan cuenta dos historias independientes presentadas bajo los ep¨ªgrafes de "ficci¨®n" y "no ficci¨®n". En la primera, protagonizada por un profesor de un curso de escritura con una especial habilidad para fornicar con sus alumnas contra la pared, Solondz vuelve a revelarse como un h¨¢bil conocedor de los entresijos m¨¢s ind¨®mitos de ¨¢reas como el deseo, la perversi¨®n y el gusto por lo desconocido. En la segunda, la voz cantante la lleva una familia estadounidense de clase media-alta, de esas que en apariencia nada tienen que esconder. Contempor¨¢neo de los escritores de la Next Generation americana, Solondz comparte con ellos (sobre todo con Chuck Palahniuk y Jeffrey Eugenides) una afici¨®n por huir de lo pol¨ªticamente correcto e intentar despojar a la sociedad de su pa¨ªs de la capa de falsedad que la corroe.
Para llevar a cabo su objetivo, el director (a punto de cumplir los 44 a?os) utiliza en todo momento los contrastes formales: unos coloristas t¨ªtulos de cr¨¦dito con tipograf¨ªa de novela rosa anuncian un rosario de iniquidades; una melanc¨®lica m¨²sica del grupo escoc¨¦s Belle & Sebastian ilustra cada fogonazo de excentricidad... Quiz¨¢ en alg¨²n instante descuide la narrativa en beneficio de la concisi¨®n (como con el tramposo recurso de la hipnosis para provocar el despido de la sirvienta), pero Solondz sabe de lo que habla y lo hace con una infinita mala baba. Conoce la infeliz felicidad de la sociedad americana y nos hace re¨ªr con cosas que no tienen la m¨¢s m¨ªnima gracia.
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