Soleada altura de la vida
En el actual paisaje de la poes¨ªa espa?ola a pocos les cabe, entre los que ya van alcanzando una declarada madurez creadora, una capacidad mejor para conjugar la tradici¨®n cl¨¢sica con la modernidad m¨¢s furiosa y cotidiana que a Juan Antonio Gonz¨¢lez Iglesias y a Aurora Luque (Almer¨ªa, 1962), aunque cada uno de ellos deje bien marcada su personal voz po¨¦tica. En ambos tambi¨¦n es clara su dotada perfecci¨®n formal que, sumada a una riqueza cultural fruto de su libertad discursiva, contrasta con la radicalidad heterodoxa del primero y con la figuraci¨®n intimista y la emoci¨®n reflexiva con la que Aurora Luque construye sus poemas, lejos ambos de la poco airosa y contumaz poes¨ªa que se hace en este siglo que se inicia. La sombra y la metamorfosis de los mitos, a los que se otorga significaci¨®n contempor¨¢nea, planean sobre una sem¨¢ntica donde la realidad de los dioses y de los hombres se equipara para as¨ª, actualiz¨¢ndose, reafirmarse. No hace otra cosa este libro que comentamos, pues Camaradas de ?caro vuelve al mito para hacerle ascender, desde su laberinto horizontal, guiado por las alas de su deseo y de su vuelo.
CAMARADAS DE ?CARO
Aurora Luque
Visor. Madrid, 2003
74 p¨¢ginas. 6 euros
Los escenarios que definen el mundo po¨¦tico de Aurora Luque, su personal cartograf¨ªa, han cambiado poco a lo largo de su obra, pero al tiempo han ido pobl¨¢ndose de mayor capacidad y profundidad de sentido: los espacios del mito son un espejo en el que nos vemos a nosotros mismos, y esa imagen ha ido creciendo y haci¨¦ndose m¨¢s clara en la medida en que su escritura ahonda en el laberinto de la existencia. ?Cu¨¢l es y c¨®mo es ese laberinto? M¨¢s all¨¢ de su juego de luces y sombras, de su naturaleza transparente y enigm¨¢tica a la vez, est¨¢ en casi todas partes, en las calles y en las ciudades, en el metro y en las casas, en "Los puentes inflamables / del medio del camino de la vida" de un presente voraz. Su escenario ahora es ese "donde pueda el Deseo / firmar un alto el fuego con la Muerte". Deseo y muerte, mar y cielo, desenga?o y mundo: "S¨®lo soy mis fisuras. / Tambi¨¦n el mundo es s¨®lo sus fisuras". El libro se abre elegiaco y vehemente a la afirmaci¨®n del deseo, a esa "costumbre reincidente / de conjurar la nada con la carne".
Hay en Camaradas de ?caro homenajes y citas, reescrituras y referencias, no s¨®lo con el pasado, tambi¨¦n con la realidad m¨¢s palmaria, con maestros de ayer y con sus m¨¢s cercanos contempor¨¢neos. Del mito a la realidad, luminosa y carnal, Aurora Luque no habla de una vida ideal, sino de una vida concreta, pues h¨¢bil y diestra, sabe alejarse del or¨¢culo. Recorre el laberinto sin perder el hilo, y aunque las alas de ?caro sean de cera, no abandona el canto ni la palabra porque sabe, como el hijo de D¨¦dalo, que "En el mar le esperaba la belleza, / su s¨¦quito de insomnios". El misterio y la verdad del artificio.
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