M¨¢s sobre Orwell
Mi art¨ªculo La lista negra de Orwell (EL PA?S, 13 de octubre) ha provocado una exaltada respuesta (15 de octubre) del se?or Juan Manuel Vera, de la Fundaci¨®n Andreu Nin, en la que me acusa de varios pecados que mancillan el bien ganado prestigio intelectual de George Orwell, al referirme a un hecho hist¨®ricamente cierto. Replicar a todos sus argumentos me llevar¨ªa un tiempo del que ahora no dispongo y desbordar¨ªa el espacio de estas p¨¢ginas.
Me concentro, por eso, en la principal acusaci¨®n que me hace: la de haber presentado a Orwell, presuntamente, como alguien que pas¨® del socialismo al m¨¢s negro macartismo (esta palabra no figura en mi texto), animado por muy siniestros prop¨®sitos pol¨ªticos. Leer es una operaci¨®n que requiere siempre una acitud serena y equilibrada; el se?or Vera me ha le¨ªdo con un santo ardor que nubla su comprensi¨®n de un art¨ªculo redactado con lenguaje claro, y lo puebla de dobles intenciones. En ning¨²n momento -ni en el esp¨ªritu ni en la letra de mi trabajo- he afirmado o sugerido que Orwell hubiese renunciado a sus convicciones pol¨ªticas de fondo.
Al contrario: sostuve que, despu¨¦s de su experiencia espa?ola y la distancia que tom¨® frente al comunismo, defendi¨® hasta su temprana muerte una posici¨®n democr¨¢tica dentro del socialismo frente al totalitarismo fascista y comunista. Lo de "converso" se refiere, como es evidente en mi texto, a ese
importante y l¨²cido reajuste que introduce en su posici¨®n ideol¨®gica que lo llev¨® a comprometerse activamente en la lucha contra el sectarismo de la estrategia interna y externa del Partido Comunista. Es en ese contexto en el que aparece su "lista" de sospechosos de contribuir con tal estrategia, y en el que yo hablo de la com¨²n tendencia de pasar de un extremo a otro.
El se?or Vera no quiere aceptar ni siquiera la idea de esa lista. Le tengo malas noticias: la lista existe y es un documento real (depositado en el Archivo Nacional de Londres, como se?al¨¦), una evidencia material que no depende de su opini¨®n ni de la m¨ªa. Habl¨¦ tambi¨¦n de los escr¨²pulos morales que tuvo Orwell al redactar y entregar la lista, y agregu¨¦ que ¨¦sta no tuvo ninguna grave consecuencia: nadie fue perseguido, acusado, juzgado, sentenciado o muerto como resultado de ella.
En el fondo, la lista es un episodio ¨²nico y quiz¨¢ menor en la limpia trayectoria intelectual de Orwell, pero no por eso menos significativo para entender las grandes presiones hist¨®ricos bajo las cuales se model¨® su conducta intelectual, por la que manifest¨¦ expresamente mi admiraci¨®n. Me pareci¨® ver en ese episodio un ejemplo de las dif¨ªciles opciones morales que la "guerra fr¨ªa" plante¨® a muchos escritores en todo el mundo. Mi prop¨®sito fue simplemente llamar la atenci¨®n sobre el caso, pues no era del todo conocido. Acallarlo me pareci¨® una forma de ocultaci¨®n de la verdad -agradable o no- que el propio Orwell no habr¨ªa aprobado.
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