Cifras extraordinarias
En contra de lo que afirman los partidos de la oposici¨®n, y publican, en ocasiones, algunos diarios, yo no creo que haya aumentado la delincuencia en nuestro pa¨ªs. Y, desde luego, si hay un lugar donde no exista delincuencia es en la Comunidad Valenciana. No solamente no existe delincuencia en la Comunidad, sino que, por lo que tengo observado, ¨¦sta registra ¨ªndices negativos. Me apresuro a aclarar que tan peregrina afirmaci¨®n no es, de ning¨²n modo, fruto de mi fantas¨ªa, ni el resultado de una impresi¨®n fugaz y mal ponderada. Nada de eso. Cuanto aseguro se basa en datos fidedignos, contrastados, que vengo anotando, desde hace alg¨²n tiempo, con paciente escrupulosidad.
Cada vez que nuestras autoridades publican cifras sobre la delincuencia, yo las registro cuidadosamente en una libreta. As¨ª lo vengo haciendo desde comienzos de a?o. Ahora, diez meses despu¨¦s de realizada la primera anotaci¨®n, puedo asegurar que el ¨ªndice de delincuencia en la Comunidad Valenciana es del menos tres por ciento en estos momentos. S¨ª, se?ores, exactamente del menos tres por ciento. Y a esta cifra tan extraordinaria no he llegado mediante ninguna f¨®rmula arbitraria, ni a trav¨¦s de confusas extrapolaciones, sino aplicando exclusivamente los porcentajes que las autoridades hac¨ªan p¨²blicos. En cada ocasi¨®n que un alcalde, un delegado del gobierno, un consejero de la Generalidad o un ministro anunciaba un nuevo descenso de la delincuencia -cosa que, como ustedes saben, ha ocurrido con cierta frecuencia en los ¨²ltimos tiempos-, yo me limitaba a consignarlo en mi cuaderno.
Al revisar mis anotaciones, he observado, adem¨¢s, un fen¨®meno curioso, y es que toda mengua de la delincuencia viene precedida siempre por una manifestaci¨®n de inquietud popular. Si se produce, pongamos por caso, un aumento de los robos en la comarca del Alcoi¨¤ y los vecinos se alarman por ello, es seguro que, en las semanas siguientes, la delincuencia decrecer¨¢ en esa zona. El hecho es incuestionable y siempre lo he visto refrendado por las cifras oficiales. Si mis observaciones son correctas, podr¨ªa enunciarse, en el futuro, una ley que, por el momento, s¨®lo formular¨¦ como hip¨®tesis: el descenso de la delincuencia en un territorio determinado es directamente proporcional al n¨²mero de vecinos que se manifiestan contra ella, reclamando la protecci¨®n de las autoridades.
En cualquier otro lugar, un descenso semejante de la delincuencia resultar¨ªa extraordinario y, ?por qu¨¦ no decirlo?, mover¨ªa a la incredulidad. Pero entre nosotros es un suceso que apenas provoca extra?eza por lo corriente. Tras un adobo de varios a?os, los valencianos nos hemos habituado a que en nuestra Comunidad sucedan a diario cosas inauditas que contemplamos sin ning¨²n asombro. Nos parece normal, por ejemplo, que magistrados y funcionarios amueblen de su bolsillo los despachos, porque presumen que no habr¨¢ de hacerlo la Generalidad. O que un Ayuntamiento ceda terreno del com¨²n a una empresa privada para edificar un colegio. Esas cosas, tan infrecuentes en otras regiones, ya no llaman la atenci¨®n de nadie, salvo de alg¨²n periodista obligado a ello por su profesi¨®n. Por no hablar de las razones de Sanidad, que alega inter¨¦s p¨²blico para no construir unos centros de salud. Ante esa situaci¨®n, ?a qui¨¦n preocupan unas cifras inveros¨ªmiles?
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