Inyecciones, p¨ªldoras, parches y gotas bajo la lengua
Los fisioculturistas y el p¨²blico en general recurre a los esteroides anabolizantes para desarrollar los m¨²sculos y perder grasa; los levantadores de pesas para desarrollar al m¨¢ximo su fuerza; los lanzadores para llegar con el peso, la jabalina, el martillo o el disco m¨¢s lejos que nadie; los nadadores y los fondistas para poder acumular largas sesiones de entrenamiento con fuertes cargas de trabajo sin que su cuerpo se rompa o se lesione; los jugadores de f¨²tbol para aumentar su agresividad, su fuerza, para incrementar su masa muscular; otros, simplemente para adecuarse a los c¨¢nones de la moda.
Aunque los primeros esteroides anabolizantes -los derivados sint¨¦ticos de la testosterona, la hormona natural a la que debe el hombre su masculinidad- se desarrollaron en los laboratorios europeos en los a?os 30 del pasado siglo, y aunque en la literatura sobre el asunto se hable de que algunos atletas alemanes los utilizaron para prepararse para los Juegos de Berl¨ªn 36 y de que los soldados alemanes recurrieron a esteroides para aumentar su agresividad en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, su abuso en el deporte s¨®lo se generaliz¨® a partir de los a?os 50. Los primeros en recurrir a sus beneficiosos efectos sobre el rendimiento, y a sufrir sus peligrosos efectos secundarios, fueron los fisioculturistas de California y los levantadores de peso sovi¨¦ticos. En los a?os 60 su uso, a¨²n permitido -los primeros c¨®digos antidopaje no se redactaron hasta 1967-, se generaliz¨® tanto que las revistas de la ¨¦poca se refer¨ªan a los anabolizantes como "el desayuno de los campeones". S¨®lo a partir de los a?os 80 pudieron empezar a detectarse en los laboratorios antidopaje. En 1988 se produjo la gran v¨ªctima de la historia de los esteroides, Ben Johnson.
Las primeras testosteronas sint¨¦ticas s¨®lo pod¨ªan administrarse mediante inyecciones intramusculares, lo que hac¨ªa engorroso, doloroso y peligroso -algunos atletas compart¨ªan jeringuillas y proliferaban las infecciones de hepatitis- su uso. Un primer avance lleg¨® con la posibilidad de tomarlas por v¨ªa oral, en c¨¢psulas, comprimidos o polvo. Despu¨¦s, ya en los 90, lleg¨® lo que parec¨ªa el colmo de la sofisticaci¨®n, los parches transd¨¦rmicos adheridos al escroto que permit¨ªan una liberaci¨®n lenta y continua de los anabolizantes. Este sistema permiti¨® una m¨¢s eficaz dosificaci¨®n y una mayor libertad frente a los temidos an¨¢lisis antidopaje. Pero el ¨²ltimo grito ha sido el m¨¦todo de la THG, la testosterona de dise?o: con un par de gotas sublinguales, basta. Sus efectos durar¨¢n meses, mientras que su presencia en el organismo se reduce a una semana.
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