De Madrid al delta
Los viajeros que vagabundean por Atenas saben que en sus librer¨ªas puede encontrarse un anaquel de libros de "anglosaj¨®n (o anglosajona) en Grecia", g¨¦nero cultivado por grandes escritores, folletinistas o practicantes de la narraci¨®n de viajes, cuya funci¨®n es ofrecer una mirada limitadamente ajena a un historia esplendorosa y extensa. Y, ?qu¨¦ decir de M¨¦xico, con sus D. H. Lawrence, Malcolm Lowry o Katherine Ann Porter, entre muchos? Aunque m¨¢s modesta y breve que estos ilustres modelos, Argentina ha ofrecido, incluso desde antes de su existencia como naci¨®n, un material por lo que se ve invitador de miradas similares: el historiador Adolfo Prieto sostiene que el surgimiento de la literatura nacional est¨¢ ligado al papel de los viajeros o escritores ingleses, como el gran W. H. Hudson. Aun dejando de lado estas ra¨ªces decimon¨®nicas que, por ejemplo, Graham Greene, V. S. Naipaul o Bruce Chatwin revivieron m¨¢s tarde, puede decirse que en ese anaquel ocupar¨ªa un lugar se?alado la narrativa espa?ola de la segunda mitad del siglo XX. No hay que olvidar que La sinraz¨®n, de Rosa Chacel, transcurr¨ªa en esas latitudes; y tambi¨¦n Quinteto de Buenos Aires, de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, o en parte, Carlota Feinberg, de Antonio Mu?oz Molina. A estos y otros t¨ªtulos viene a sumarse la novela de J. J. Armas Marcelo.
LA ORDEN DEL TIGRE
J. J. Armas Marcelo
Alfaguara. Madrid, 2003
352 p¨¢ginas. 18 euros
La mirada de los otros siempre contiene un sesgo inesperado en cuya extra?eza hay que aprender a reconocerse: en La Orden del Tigre eso no sucede, quiz¨¢ porque la documentaci¨®n que puntualmente rese?a en los Agradecimientos el autor da pautas previsibles a su diagn¨®stico sobre los males argentinos y claves a su trama, hasta cierto punto -s¨®lo hasta cierto punto- cifrada. En ella ocupa un lugar tangencial pero estrat¨¦gico el responsable de la ESMA, almirante Massera (en la novela, "Mazorca"), y sus relaciones con una mujer militante de izquierda, durante la dictadura de 1976-1983. Este terrible r¨¦gimen fue eufem¨ªsticamente denominado -por los mismos golpistas y no por la izquierda argentina, como se ha afirmado de manera inexplicable- "Proceso de Reorganizaci¨®n Nacional". Massera, hombre fuerte del "Proceso", es reconocible aqu¨ª, junto con una figura de la diplomacia rioplatense, vagamente identificable como alguien cercano a aqu¨¦l. ?se es el marco hist¨®rico, que condiciona de un modo u otro el devenir de un grupo de amigos (la "Orden del Tigre") marcados por su cercan¨ªa con esas figuras: en el devenir hay ron, whisky, vino, asado y mate con naranja, sexo incandescente, suicidios, traiciones, desapariciones y navegaciones por "las aguas fluviales llenas de laberintos" del Tigre, donde alguna vez el narrador y sus amigos fueron j¨®venes y donde el seductor periodista espa?ol (apodado "Samur¨¢i" por su amante) vuelve al llamado de la "Tigra" despu¨¦s de treinta a?os. El lector podr¨ªa esperar que, como la ostensible Maga de Rayuela, la figura evanescente de la mujer misteriosa no sea hallada. Pero no ser¨¢ as¨ª: en esta novela finalmente "Samur¨¢i" y la "Tigra" se encuentran. Y se aman entre riachos y camalotes, "por una larga temporada", mientras la noche del delta va "cubri¨¦ndolo todo...".
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