Los Marlins conquistan Nueva York
Beckett, un lanzador de 23 a?os, y McKeon, un t¨¦cnico de 72, baten a los Yankees en su feudo en las Series Mundiales de b¨¦isbol
Josh Beckett, un lanzador de 23 a?os, fren¨® en seco el s¨¢bado por la noche las aspiraciones de los Yankees de Nueva York de conseguir su t¨ªtulo n¨²mero 27 de las Series Mundiales de b¨¦isbol. Su actuaci¨®n fue decisiva en la victoria (2-0) de los Marlins, campeones despu¨¦s de haber ganado cuatro de los seis partidos jugados.
Jack McKeon, el entrenador de mayor edad, 72 a?os, de las grandes Ligas, hab¨ªa tomado la arriesgada decisi¨®n de enfrentar el brazo derecho de Beckett a algunos de los mejores bateadores habi¨¦ndole dado un descanso de s¨®lo tres d¨ªas despu¨¦s del ¨²ltimo encuentro.
Beckett no le decepcion¨®: permiti¨® solamente cinco batazos a los Yankees, ninguno de ellos fruct¨ªfero, y llev¨® el t¨ªtulo a Florida, el segundo en los diez a?os de historia de los Marlins.
Los Yankees, una m¨¢quina perfectamente organizada para jugar y ganar dinero, se quedaron sin un campeonato que daban como seguro despu¨¦s de los fracasos de las dos ¨²ltimas finales, para disgusto de su propietario, Georges Steinbrenner, que paga la plantilla m¨¢s cara de la historia del b¨¦isbol: 157 millones de d¨®lares, contra los 52 que cuesta la de los Marlins, que renovaron el equipo en mayo, por los que nadie daba un d¨®lar y que se colaron por los pelos en las semifinales.
Con una temporada as¨ª y desafiando todos los pron¨®sticos, el tejano Beckett, irreverente y descarado -igual que el bronquista McKeon-, no se dej¨® impresionar por el temible estadio de los Yankees ni por sus 55.773 ruidosos espectadores, testigos de algo que no ocurr¨ªa desde hace 22 a?os: su equipo perd¨ªa la final en un partido jugado en casa.
Las cuatro primeras entradas mostraron la seguridad letal de Beckett, respondida por el excepcional lanzador zurdo de los Yankees, Andy Pettite. En la tercera, los Yankees dejaron escapar una oportunidad de oro para anotar alguna carrera, con dos hombres en bases y solamente un eliminado. Los Marlins no devolvieron el favor: en la quinta, in extremis, con dos eliminados y dos strikes encima, Luis Castillo consigui¨® golpear la bola hacia la derecha, por encima del defensor de la primera base; su compa?ero ?lex Gonz¨¢lez, que estaba en la segunda base, sali¨® disparado y no hizo lo que la prudencia aconsejaba: detenerse en la seguridad de la tercera. Sigui¨® corriendo mientras, desde el fondo del campo, el exterior de los Yankees, Karim Garc¨ªa, lanzaba con toda su fuerza la bola al catcher. Jorge Posada tuvo que desplazarse ligeramente hacia delante para atrapar el lanzamiento, suficiente para que Gonz¨¢lez esquivara el contacto que habr¨ªa supuesto su eliminaci¨®n y acariciara con la punta de los dedos la almohadilla: 1-0.
En la sexta entrada, la fortuna hab¨ªa tomado ya su decisi¨®n: un error de la estrella de los Yankees, Derek Jeter -el primero en los 27 partidos que ha jugado en las finales-, que se enred¨® con la bola en su guante, condujo a la segunda carrera de los Marlins. El marcador no volvi¨® a moverse. El incansable brazo de Beckett desconcertaba a los Yankees con las bolas con efecto y les dejaba sin respiraci¨®n con lanzamientos a 145 kil¨®metros por hora. Para redondear su noche, el propio Beckett liquid¨® el partido y abri¨® la locura de los gritos y los abrazos cortando la ya in¨²til carrera de Posada hacia la primera base.
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