Dal¨ª, chivo expiatorio
Con matem¨¢tica puntualidad y tal como ocurri¨® durante la celebraci¨®n del A?o Pla, aparecen ahora las consabidas acusaciones a Dal¨ª por las apolog¨ªas que del r¨¦gimen franquista hizo el pintor de Figueres. El se?or Vicen? Navarro, en un reciente art¨ªculo, Falsedades hist¨®ricas sobre Dal¨ª (EL PA?S, 24-10-03), no s¨®lo arremete contra el pintor por sus declaraciones sobre el dictador, sino que de paso me acusa de falsear su imagen en la obra Daaal¨ª al ocultar "la actitud beligerante que adopt¨® Dal¨ª en apoyo de la dictadura". Cierto es que no tuve especial inter¨¦s en este cap¨ªtulo porque, como tantos otros de su poli¨¦drica existencia, consider¨¦ que era secundario o simplemente anecd¨®tico a la hora de sintetizar un retrato sobre la personalidad profunda del pintor. Entrar en esta cuesti¨®n era derivar la obra por otros derroteros y consider¨¦, en cambio, m¨¢s expresivas sus elucubraciones sobre Hitler. El asunto no tiene mayor relevancia porque, obviamente, mis obras no son un chop suey para complacer todos los gustos o necesidades del respetable. En definitiva, hago las obras como me da la gana.
Sin embargo, los argumentos expuestos por el se?or Navarro para demostrar el colaboracionismo de Dal¨ª con el r¨¦gimen de Franco merecen contestaci¨®n por su farisaica naturaleza. Dal¨ª fue un hombre de una enorme franqueza que no se cortaba un pelo a la hora de pregonar sus fobias o predilecciones en cualquier materia. Lo hizo sobre el franquismo de la misma forma que lo hac¨ªa sobre la estaci¨®n de Perpi?¨¢n, aunque no sabemos hasta qu¨¦ punto planeaba sobre ello el sarcasmo. Su compulsiva espontaneidad fue incluso tomada err¨®neamente como provocaci¨®n. De quien acu?¨® frases como "odio la libertad porque me obliga a escoger" y "todo individuo de 40 a?os que todav¨ªa viaja en metro es un fracasado" es f¨¢cil deducir que no se trataba de un apologista de la democracia y mucho menos de las izquierdas. Resulta de una ingenuidad beat¨ªfica esperar que alguien cuya afirmaci¨®n constante es "sistematizar la confusi¨®n y contribuir al descr¨¦dito del mundo real" se comporte adem¨¢s con correcci¨®n pol¨ªtica. Lo que me parece menos ingenuo es que el se?or Vicen? Navarro utilice falsedades hist¨®ricas para poner m¨¢s peso en la balanza de su Dal¨ª fascista. Afirmar que el r¨¦gimen de Franco fue el m¨¢s represivo en tiempos de paz en la Europa del siglo XX y pasar por alto a Stalin con sus millones de asesinatos resulta cuando menos un sospechoso olvido. Sobre todo porque estas barbaridades se cometieron con el repugnante silencio de muchos intelectuales y artistas europeos, entre ellos Picasso, al que el se?or Vicen? Navarro ensalza frente a Dal¨ª. En este mismo sentido es tambi¨¦n muy discutible el t¨ªtulo de defensores de la libertad y la democracia que dedica a los ¨²ltimos ejecutados del franquismo. Indudablemente fue un asesinato, lo que no impide que sus motivaciones no fueran exactamente las de la libertad y la democracia, tal como se ha podido comprobar despu¨¦s. En este pa¨ªs, la inmensa lista de los colaboracionistas con el r¨¦gimen siempre se acaba reduciendo a Pla y Dal¨ª. Han sido convertidos en los corderos pascuales de la mala conciencia p¨²blica por una oposici¨®n que, salvo un pu?ado de sacrificados ciudadanos, se dedic¨® a la conspiraci¨®n virtual. Hay algo de mezquino en estas exigencias de los que, erigi¨¦ndose en miembros vitalicios del Santo Oficio de las izquierdas, aparecen peri¨®dicamente para recordarnos que, al margen de su valor como profesionales, los citados artistas eran traidores a la causa por sus vinculaciones con el r¨¦gimen. Curiosamente, estos fiscales vocacionales siempre se olvidan de los primeros de la lista, por ejemplo de Francesc Camb¨®, al que se ha erigido recientemente un monumento en la Via Laietana obviando que las responsabilidades en el golpe militar de Franco son bastante m¨¢s graves que las boutades de Dal¨ª sobre el dictador. En este mismo sentido, tan escrupulosos caballeros tampoco desean recordar que en Montserrat se recib¨ªa amablemente al exterminador Himmler y llevaban al dictador Franco bajo palio aunque despu¨¦s procedieran al enjuague de su colaboracionismo figurando como paladines de la libertad y la patria, capitaneados por el inefable abad Escarr¨¦. Resulta muy arriesgado estrechar los filtros de la dignidad hist¨®rica en este pa¨ªs porque antes de llegar a los exabruptos dalinianos encontrar¨ªamos media Catalu?a con mayores responsabilidades en la persistencia del r¨¦gimen que las de nuestro genio surrealista, las cuales nadie se tom¨® nunca demasiado en serio. Le guste o no al se?or Navarro, Dal¨ª fue parad¨®jicamente un espect¨¢culo constante de transgresi¨®n, su obra y su actitud vital rezumaban libertad, y no precisamente de aquella que termina donde empieza el libertinaje. Nada tan lejos del franquismo. No ten¨ªa l¨ªmites en su creativa desfachatez y esto es lo que persistir¨¢. El ejemplo de un hombre que luchaba contra todos, contra s¨ª mismo, contra su padre, sus amigos, sus adversarios, contra la moda y contra toda correcci¨®n. Lo hac¨ªa porque le empujaba un delirio radical de penetrar en los caminos m¨¢s enigm¨¢ticos de la vida. Posiblemente sus errores fueron de naturaleza espectacular y estuvieron a la altura sus genialidades, pero el supuesto franquismo no deja de ser un hecho insignificante en su existencia, como lo es hoy el afrancesamiento en Goya. Si aplic¨¢ramos a muchos artistas aquella norma de que el fin no justifica los medios, deber¨ªamos empezar por prescindir de muchas de las grandes obras de la humanidad. Sin embargo, el instinto gregario, a¨²n tan presente en el comportamiento humano, amparando la cobard¨ªa personal, trata siempre de condenar a todo aquel que no participa del consenso general de la tribu. Y aqu¨ª me callo porque quiz¨¢ esta modesta defensa de Dal¨ª sea una traici¨®n a sus profundas intenciones. ?l siempre dec¨ªa: "Sin mis enemigos no ser¨ªa el que soy".
Albert Boadella es director de Els Joglars.
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