Un club de creadores del horror

Arkham House fue una editorial especializada en literatura fant¨¢stica y de terror que fund¨® en 1939 el escritor August Derleth -bien conocido por los amantes del g¨¦nero- con el tambi¨¦n escritor Donald Wandrei, que posteriormente se separar¨ªa de ¨¦l. En realidad hubo dos ¨¢ngeles tutelares de la editorial: H. P. Lovecraft -genuino ¨¢ngel, pues hab¨ªa fallecido dos a?os antes de la fundaci¨®n- y August Derleth, ¨¢ngel terreno, ¨¢ngel-gerente, valga la expresi¨®n. Lovecraft hab¨ªa ca¨ªdo en un olvido del que su disc¨ªpulo se propuso rescatarlo. Lovecraft era un escritor de culto de un g¨¦nero considerado inferior; de hecho, muchos de sus relatos aparecieron en la revista pulp Weird Tales (desde 1923). Evidentemente, esto no le otorgaba credencial literaria alguna. Derleth fue publicando no s¨®lo los libros de su maestro, sino tambi¨¦n los relatos de amigos de la misma cuerda literaria, empezando por ¨¦l mismo, que es uno de los pilares del g¨¦nero. Con todo y con sus piques y sus dimes y diretes, este conjunto de escritores fue en el fondo un verdadero club de creadores de misterio y horror. La editorial, sin embargo, vivi¨® en estado de penuria econ¨®mica, pero como dice Ruber: "Derleth era un hombre resuelto y con recursos y jam¨¢s dej¨® que la carencia de dinero se interpusiera en sus objetivos", y lo cierto es que hasta sus ¨²ltimos a?os, no supo Derleth lo que era tener ¨¦xito, pero cuando la figura de Lovecraft se agigant¨® hasta llegar a consagrarse como el m¨¢s importante escritor de literatura de lo sobrenatural del siglo XX, se convirti¨® en el mejor valedor -al fin ¨¢ngel tutelar- de la editorial y arrastr¨® a todos consigo. Derleth ve¨ªa coronada su obra y hoy le debemos la m¨¢s formidable colecci¨®n de textos que pudieran so?ar los amantes del g¨¦nero.

Peter Ruber, compilador

del volumen, confiesa haber dedicado cuarenta a?os a investigar la vida y ¨¦poca de Arkham House y aunque este libro no es m¨¢s que una muestra de su ingente trabajo hay que decir que es un volumen espl¨¦ndido. Se trata de una antolog¨ªa de relatos de autores de la casa publicados entre 1939 y 1971. Es una antolog¨ªa peculiar porque, aparte de un interesante estudio preliminar que se refiere a las andanzas de la editorial y los veinte textos de otros tantos autores m¨¢s unas cartas de Lovecraft, el ant¨®logo antepone a cada relato una rese?a biogr¨¢fica del autor y su obra y, en su caso, de las circunstancias que rodean al cuento elegido. As¨ª, conoceremos, junto a personas m¨¢s o menos tranquilas, a toda una fauna conmovedora de solterones, de neur¨®ticos, de irritables, de borrachines o de mis¨®ginos; a una intr¨¦pida dama convertida en encantadora abuela que teje tapices o a un archidi¨¢cono. El personal es variado y sus biograf¨ªas resultan de lo m¨¢s entretenido, aparte de hacernos una idea de las condiciones en que ejecutaban, vend¨ªan y publicaban sus obras. Casi todos andaban cortos de dinero; la Gran Depresi¨®n los hab¨ªa dejado sin trabajo o necesitaba ayudarse con ingresos extras.

Adem¨¢s, en estos apuntes biogr¨¢ficos la figura de Derleth como editor adquiere una presencia notable, en especial por sus dotes de fajador y por la honradez y meticulosidad con que trat¨® por lo general a sus autores y defendi¨® y gestion¨® sus derechos. No faltan, sin embargo, los malentendidos propios no ya de estos tratos sino, sobre todo, de estos choques de egos. Todos ellos resultan ser unos aut¨¦nticos forzados de la escritura, autores de centenares de cuentos con los que nutrir las revistas pulp de la ¨¦poca, lo que nos permite recordar a los forzados espa?oles que se largaban una novela de quiosco por semana de cualquier g¨¦nero y que firmaban bajo seud¨®nimos que muchos recordar¨¢n: Alf Manz, Keith Luger, etc¨¦tera, por las mismas necesidades econ¨®micas.

Los textos escogidos son

tan variados como interesantes y seis de ellos permanec¨ªan in¨¦ditos. Algunos destacan sobre otros, pero la marca del culto a lo sobrenatural o terror¨ªfico est¨¢ impresa en todos. Encontramos a Robert Howard, autor tambi¨¦n de la serie Conan el b¨¢rbaro; a Howard Wandrei -hermano de Donald-, con un cuento de extrema tensi¨®n; a la se?ora Gaye La Spina, con una estupenda historia de licantrop¨ªa; al propio Derleth,con un texto impecable; a Robert Bloch, el exitoso autor de Psicosis, al que Hitchcock apartar¨ªa luego del gui¨®n de Los p¨¢jaros; y nada menos que a Ray Bradbury, con una historia perfectamente acorde con su mejor ingenio. Pero adem¨¢s abundan sorpresas inesperadas como la escritura del cuidadoso y meticuloso Carl Jacobi, acaso el mejor estilista de todos ellos, o el espl¨¦ndido cuento de John Ramsey Campbell, que envi¨® a Arkham su primer relato con tan s¨®lo 15 a?os y a quien Peter Ruber compara ventajosamente con Stephen King o Peter Straub.

En suma, un volumen indispensable para amantes del g¨¦nero, no s¨®lo debido a los textos sino adem¨¢s a la recreaci¨®n del clima social y literario de aquellos tiempos en los que se cocieron algunos de los mejores platos de esta cocina de literatura popular.