Un r¨¦quiem contempor¨¢neo

No hay que volver, de Luis Izquierdo (autor, entre otros poemarios, de Supervivencias, El ausente, Signos de nieve y Sesi¨®n continua), es un libro que, en justicia, habr¨¢ que considerar como una de las mejores y m¨¢s rigurosas muestras de la poes¨ªa escrita en castellano aparecidas en los ¨²ltimos decenios. Formado como poeta joven en la frecuentaci¨®n de los poetas de la generaci¨®n de los cincuenta, mejor dicho, de algunos de los poetas de los cincuenta (Gabriel Ferrater, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral y ?ngel Gonz¨¢lez, objeto de uno de los mejores poemas del libro, el titulado Sobre el asentimiento), Izquierdo no se limita a proseguir en la l¨ªnea de los poetas citados sino que incorpora en sus versos la experiencia vivida resultante de la lectura de otros poetas que, afines con su sensibilidad y su pensamiento, conforman su universo po¨¦tico: Brodsky (espl¨¦ndido el poema titulado Exilios del desterrado. Joseph Brodsky), Ajm¨¢tova, Auden, T. S. Eliot, Spender, Frost y, entre otros, los catalanes

Joan Vinyoli y Pere Quart. Pero

no hay que creer que la presencia aqu¨ª de estos poetas quiera decir que nos hallemos ante una poes¨ªa de citas, de juegos referenciales a pel¨ªculas, cuadros e hitos po¨¦ticos del siglo XX que vertebran las muestras del arte po¨¦tico ¨²ltimo ni que No hay que volver sea, ni por asomo, un libro cultista. Tremendamente ir¨®nico, cr¨ªtico con la condici¨®n del hombre moderno y de la sociedad que ha creado, exasperado con un entorno humano en el que priva el dinero, la fe ciega en la tecnolog¨ªa y el desd¨¦n por los valores sobre los que se sustentaba la esperanza de un mundo m¨¢s justo, m¨¢s solidario y menos mezquino, este r¨¦quiem de Izquierdo se apoya en el distanciamiento otorgado por una inteligencia reflexiva y la pr¨¢ctica del sarcasmo para ahondar m¨¢s all¨¢ de los hechos y los elementos anecd¨®ticos y encumbrarse a lo m¨¢s alto de la representatividad colectiva y universal. Pocos poemas escritos en castellano sobre la Guerra Civil han logrado alcanzar el grado de tragedia cruzando el tiempo y las generaciones como el, en este libro, titulado Dos heridos en la batalla del Ebro. El tono esc¨¦ptico, discretamente melanc¨®lico (nunca nost¨¢lgico), dominado por un loable pudor ideol¨®gico que, no obstante, no da pie a dudar de la intencionalidad de las puyas del autor; la tensi¨®n exasperada de un lenguaje sustantivo que de vez en cuando se desahoga con rimas ir¨®nicas a lo Wislawa Szymborska, permiten a Izquierdo cantar su personal "adi¨®s a todo eso" con una belleza pulcra y, m¨¢s que conmovedora, impactante, que incita a aceptar una secreta invitaci¨®n: "sin ser del mundo, hay que estar en ¨¦l", como dice en el poema Realidades: calafatear. Porque, pese a que "todo es parche / y maquillaje y desguace / con efluvios de alquitr¨¢n" detr¨¢s del espejismo (poema titulado Un espejismo) el poeta, luchando con la imposibilidad de atrapar el instante, de resucitar lo tragado por el olvido a trav¨¦s de la palabra, apela a Este don: "Seguir¨¦ aqu¨ª: este don / de poder respirar entre la asfixia, / de abrirse paso contra la anestesia, / de o¨ªr los estertores sin mentirlos, / de aplicarse a las notas frente al sordo / verdugote noticias fidedignas, / desanima; pero hay que dar respuesta" (...) "Seguir, / y nada m¨¢s. Es ¨¦ste el don. / Es lo que queda".