La globalizaci¨®n era esto
Ahora que hasta Jorge Sempr¨²n (y mira que le ha costado) asegura que los comunistas de base eran buenas personas, es hora de decir que el comunismo bien entendido empieza por uno mismo, y all¨¢ marxismos.
El reparto
Nunca desde las fechas inmediatamente anteriores a la organizaci¨®n del movimiento obrero el capitalismo internacional se hab¨ªa mostrado en toda su miseria de rapi?a como en la loter¨ªa de subcontratas para la reconstrucci¨®n de Irak, y nunca antes ni despu¨¦s se hab¨ªa destrozado un pa¨ªs bajo el paraguas agujereado de una sarta de mentiras con el prop¨®sito de hacer negocios millonarios protegidos por los bombarderos de ¨²ltima generaci¨®n. A la sombr¨ªa la luz de ese negocio asesino se entiende la ocurrencia de guerra preventiva formulada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, figurante sin frase de una comedia tr¨¢gica urdida por los m¨¢s altos poderes de esta tierra. Se puede arrasar lo que sea, salvo el propio territorio (y a veces ni eso) siempre que en la intervenci¨®n y en la reparaci¨®n de la masacre obre la ganancia. Algunos aspectos de la globalizaci¨®n ponen al d¨ªa una muy antigua y m¨¢s siniestra codicia asesina.
Y tambi¨¦n esto
No se trata ya de las terribles im¨¢genes televisadas en cada telediario de los cientos de inmigrantes que son interceptados cada d¨ªa en un viaje de infierno que les lleva directamente a la muerte o a la comisar¨ªa. Es algo m¨¢s pr¨®ximo, pero a la vez casi tan lejano. Al llevar cada ma?ana al cole a la cr¨ªa, y como que ya se ha hecho de d¨ªa, decenas de lo que se llama "indigentes" salen de las verjas de V¨ªveros con el fr¨ªo en los huesos, huyendo de la humedad de los jardines y buscando la suerte de un rayo de sol cuando empieza el d¨ªa. Poco despu¨¦s se los puede ver a las puertas de las grandes superficies comerciales del barrio, en posici¨®n fetal, sin fuerzas todav¨ªa para mendigar nada salvo su presencia misma, y con un vaso de pl¨¢stico a sus pies donde los m¨¢s caritativos depositan cinco c¨¦ntimos de euro. Son las nueve y diez de la ma?ana, y tienen todo el d¨ªa por delante. Y por detr¨¢s.
Escrito sobre el viento
El otro d¨ªa, en un desprop¨®sito m¨¢s de esas estrafalarias parrillas de programaci¨®n de las televisiones p¨²blicas, van y pasan, nada menos que a las once de la ma?ana, Escrito sobre el viento, la mejor pel¨ªcula de Douglas Sirk, con un Robert Stack exacto en su desmesura alcoh¨®lica, una Lauren Bacall desbordante, y Rock Hudson y Dorothy Malone como acompa?antes de lujo. La pel¨ªcula (como casi todas las de Sirk cuando se encontraba en forma) es en¨¦rgica hasta la exasperaci¨®n, urgente, casi epil¨¦ptica en una puesta en escena donde el melodrama cl¨¢sico se alza a unas alturas rara vez vistas en la pantalla grande. Una sola de las escenas filmadas por este director vale m¨¢s que todas las secuencias de Pedro Almod¨®var. As¨ª que, nominaciones al Oscar aparte, ser¨ªa deseable que este tipo de obras maestras, sin las cu¨¢les el cine que vemos resulta ininteligible, se programara en horario algo m¨¢s visible. Para verlo.
La copla narrativa
Una de las virtudes de la copla, que tantas emociones por delegaci¨®n ha convocado, es su car¨¢cter narrativo. En la mayor¨ªa de ellas, lo mismo que en el tango digno de ese nombre, se cuenta una historia en tres minutos, con su planteamiento, nudo y desenlace, un tanto a la manera de los anuncios de detergentes de los a?os 80. Esa capacidad narrativa de la copla, o de la canci¨®n en general, se desde?¨® un tanto durante un par de d¨¦cadas a favor de un ronroneo met¨¢lico que reproduc¨ªa una y otra vez estribillos sin m¨¢s objeto que cuadrar la maqueta. Ahora vuelven los cantautores, incluso de nueva planta, en una especie de fusi¨®n de maullido met¨¢lico y narratividad reiterativa que, francamente, muchas veces roza lo insoportable. La insistencia en el estribillo lo era casi todo en la copla de buena estirpe, porque subrayaba lo esencial. Ahora el estribillo no hace sino repetir con desgana lo dicho en la estrofa que lo precede.
Presupuesto cero
Parece mentira que treinta a?os despu¨¦s, y en un lugar como Valencia, que es el coraz¨®n mismo de Europa seg¨²n las autoridades que tienen la amabilidad de gobernarnos, todav¨ªa est¨¦ vigente la obra de Dario Fo Aqu¨ª no paga nadie (que por cierto, se repone en una de sus versiones estos d¨ªas en el teatro Micalet), donde las amas de casa se deciden a sustraer alimentos de los supermercados ante la imposibilidad de llegar a fin de mes con algo que llevarse a la tripa. Est¨¢ sucediendo aqu¨ª ahora mismo, se ignora todav¨ªa en qu¨¦ proporci¨®n, ante la poco caritativa pasividad de una Direcci¨®n de Asuntos Sociales habituada a deleitarse con la gamba rayada de D¨¨nia. El famoso d¨¦ficit cero del ministro Montoro, tan globalizador ¨¦l, es, cada vez para m¨¢s personas, el presupuesto cero que convierte cada amanecer en la reiteraci¨®n de una devastadora y perpetua incertidumbre.
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