Jordi Vilches, la extra?a seriedad del c¨®mico
El actor catal¨¢n interpreta a un obrero obsesionado con los ovnis en 'Platillos volantes'
Sin esbozar una sonrisa y con perpetua cara de sorpresa consigue sin m¨¢s la carcajada. Es el perfecto c¨®mico, el que esconde bajo una aparente seriedad esa magia de la risa. De apariencia fr¨¢gil y enclenque, Jordi Vilches, a sus 23 a?os, es el antigal¨¢n. Tiene todas las papeletas para entrar en la n¨®mina de los m¨¢s grandes de la comedia espa?ola. Se prodiga poco, aunque cuando aparece en pantalla se la come. Sorprendi¨® con su interpretaci¨®n en Kr¨¢mpack, de Cesc Gay, cosech¨® muy buenas cr¨ªticas este septiembre por Dos tipos
duros, de Juan Mart¨ªnez Moreno, y borda su papel en el filme que se estrena hoy, Platillos
volantes, de ?scar Aibar. Siempre ha tenido un partenaire masculino. Primero fue Fernando Ramallo, luego Antonio Resines y, en esta ¨²ltima, ?ngel de Andr¨¦s. "Es que los directores no se atreven a dejarme solo", bromea Jordi, que se siente preparado para protagonizar una cinta en solitario.
Tiene fama de alternativo, aunque se present¨® esta semana ante la prensa vestido con un traje de chaqueta oscuro y una camisa blanca abotonada hasta arriba. "Es que quer¨ªa estar a tono con la pel¨ªcula", se explica. Y es que en Platillos volantes, un drama contado con humor, encarna a un obrero de una f¨¢brica textil de Terrassa obsesionado con los ovnis. El calzado termina delatando su vena underground. "No tengo zapatos azules o negros", se disculpa. En sus pies, unas deportivas de bota que simulan ser de piel de leopardo. Aclara que siempre ha vivido de alquiler en Barcelona, aunque ha pasado temporadas de okupa.
"Platillos
volantes va mucho con mi forma de ser. Yo ir¨ªa a verla al cine y cuando conoc¨ª a ?scar, el director, ya hab¨ªa visto su ¨®pera
prima, Atolladero. Enseguida nos entendimos cuando hablamos sobre el estilo de la pel¨ªcula", cuenta el actor de Guerreros, de Daniel Calparsoro. "Es un tipo de cine que no se hace en Espa?a, no s¨¦ si calificarlo de autor. Hace una imitaci¨®n de las pel¨ªculas de serie B. Es una oportunidad que no pod¨ªa rechazar", a?ade el artista, que prefiere ver los filmes en v¨ªdeo que acudir a las salas.
Aibar tiene que darse con un canto en los dientes. Jordi, nacido en Salt (Girona), es un exquisito en la selecci¨®n de su trabajo y sigue una m¨¢xima: una cinta al a?o. "No soy una persona muy trabajadora, paso mucho tiempo fuera de Espa?a porque quiero y creo que la carrera de actor es muy larga y no hay que tener prisa. Tambi¨¦n son formas de entender el trabajo. Si tengo dinero para continuar viviendo todo el a?o no trabajo m¨¢s", confiesa Vilches, que se define como austero. "Acabo de estar en Birmania. He viajado solo durante dos meses, aunque a veces voy con alguien. De mochilero, claro, durmiendo en pensiones", explica.
Habla mientras devora canap¨¦s. "Es que tengo gripe y tengo que comer", se excusa, y termina reconociendo que come como una lima pese a ser un suspiro. "Es de familia. No engordo porque soy muy nervioso". Apenas tiene amigos en el mundillo, "quiz¨¢s porque vivo en Barcelona, que no es un gueto del cine como Madrid".
Platillos volantes cuenta una tr¨¢gica historia real: el caso Terrassa. En 1972, dos obreros aparec¨ªan decapitados en las v¨ªas de tren. En el bolsillo de uno de ellos una nota: "Los extraterrestres nos llaman. Pertenecemos al infinito". Han pasado tres d¨¦cadas pero las heridas en sus familias no se han cerrado y Jordi ha preferido crear su personaje desde cero. "No he querido investigar. Es un tema muy doloroso que hay que tocar con respeto. No eran unos locos, quer¨ªan huir de su vida que era muy anodina", se?ala este int¨¦rprete curtido en escenarios teatrales.
No tiene empacho en reconocerse como un vago redomado, pero tiene prop¨®sito de enmienda. "Antonio Resines era muy instintivo a la hora de interpretar en Dos tipos
duros, iba sobre la marcha y ?ngel de Andr¨¦s es muy met¨®dico. Le gusta machacar el texto y ensayamos mucho. La verdad es que las cosas salen mejor. A partir de ahora pienso trabajar los guiones", asegura el actor, que ahora escribe un corto con amigos sobre la historia de cuatro j¨®venes metidos en la droga.
Le interesa la pol¨ªtica pero, como en todo, va por libre: "Soy muy fantasioso. Me imagino un mundo perfecto. No sigo ninguna campa?a. Estoy confuso. Estuve completamente en contra de la guerra y del presiente pero tampoco a favor de c¨®mo actuaron los del PSOE". Sin cortarse arremete tambi¨¦n contra la producci¨®n de cine en Espa?a: "Si hubiera buen cine no habr¨ªa crisis". "El problema es que no importa si es buena una pel¨ªcula, sino si es rentable. En los a?os setenta y ochenta gustaba el cine reivindicativo, pero ahora parece que el p¨²blico est¨¢ en contra de ese cine, como La pelota vasca. Se prefiere un cine m¨¢s f¨¢cil", se lamenta.
"Ahora no estoy en nada. Desde que volv¨ª de viaje s¨®lo me he dedicado a promocionar las dos pel¨ªculas. He rechazado las ofertas que he tenido", cuenta. En suma, pretende tomar m¨¢s en serio su trabajo sin dejar de ser tan selectivo como hasta ahora. A juzgar por las cr¨ªticas tendr¨¢ muchos proyectos entre los que elegir.
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