La luz del interior
La m¨¢s nombrada de las novelas de William Thackeray (1811- 1863), La feria de las vanidades, lleva como subt¨ªtulo Una novela sin h¨¦roe, expresi¨®n que refleja a la perfecci¨®n las intenciones literarias de su autor. Henry Esmond, protagonista de La historia de Henry Esmond, es, como Becky Sharp o Barry Lindon, un personaje antiheroico. En este caso, un antih¨¦roe que s¨®lo en determinadas ocasiones es capaz de llevar a cabo una acci¨®n de coraje que siempre est¨¢ m¨¢s unida a situaciones ineludibles que a decisiones propias de un car¨¢cter decidido y aventurero. A diferencia de Barry Lindon, que es un buscavidas y, a diferencia de Becky Sharp, una inteligente aunque perversa arribista -pero antih¨¦roes al fin y al cabo-, Esmond es un bastardo acogido a la caridad de la familia de la que se hace querer por su buena disposici¨®n, por su gratitud a cualquier manifestaci¨®n de afecto y por una honradez en cuyo celo late al fondo un orgullo contenido y resignado a la vez. Estamos en la ¨¦poca del reinado de la reina Ana en Inglaterra, en plena confrontaci¨®n entre papistas y luteranos, metidos en las guerras entre Francia e Inglaterra y sus respectivos aliados y tambi¨¦n en la Guerra de Sucesi¨®n espa?ola. De hecho, veremos al protagonista arribar a Vigo y C¨¢diz en virtud de sus destinos militares.
LA HISTORIA DE HENRY ESMOND
William M. Thackeray
Traducci¨®n de Ana Pinto Mu?oz. Alba. Barcelona, 2003
592 p¨¢ginas. 13,50 euros
La novela, soberbiamente estructurada y desarrollada, se divide en tres partes: infancia y juventud, vida militar y madurez. Thackeray es un escritor de interiores que, sin embargo, acude resueltamente a los exteriores cuando ¨¦stos deben envolver a su protagonistas. En Henry Esmond asistiremos a batallas de gran importancia en la lucha contra Luis XIV, seguiremos a Marlborough y al duque de Berwick, asistiremos a la conspiraci¨®n jacobita contra los Hannover
..., pero donde verdaderamente se cocer¨¢ tanto la historia dram¨¢tica que gu¨ªa la novela como la realidad sociopol¨ªtica de la ¨¦poca ser¨¢ siempre en o a trav¨¦s de los avatares de personajes bien concretos. Lo que resulta admirable en la novela es, justamente, la capacidad de Thackeray para machiembrar interiores y exteriores e iluminar los segundos gracias a las situaciones que atribulan a los protagonistas que se desenvuelven en los primeros.
Thackeray es un novelista
victoriano y, naturalmente, en su relato la distancia temporal le hace emitir juicios sobre el pasado que pertenecen a su pensamiento. Valga como ejemplo la confesi¨®n que hacia el final del libro hace a prop¨®sito de su decepci¨®n pol¨ªtica: su honestidad y compromiso consigo mismo y con su familia le hace culminar su servicio a la causa jacobita, pero reconoce que en otras condiciones ¨¦l hubiera tomado partido por los whigs: "Por mortales como ¨¦l (el pr¨ªncipe) sufren las naciones, luchan los partidos, combaten y derraman sangre los guerreros"; por un "mortal", precisa el antih¨¦roe, que ve reducirse a su mitificado pretendiente a la dura realidad de la imperfecci¨®n y la frivolidad. Las intrigas de la nobleza interesada y la poca entidad de los reyes convierten a Esmond en un desencantado que se resigna y al que la amargura va reduciendo a la contemplaci¨®n de lo inevitable. Lo admirable del libro es c¨®mo nos cuenta un periodo decisivo en Inglaterra por medio de quien, perteneciendo a la ¨¦lite, no es ni grande ni h¨¦roe. La de Thackeray es una mirada innovadora.
Esmond -que contiene mucho de autobiogr¨¢fico del propio autor- se debate entre la atracci¨®n de dos mujeres: su madre adoptiva, Lady Castlewood, y su hermanastra Beatrix. Hay un evidente trasfondo freudiano en la relaci¨®n con ellas y su dependencia afectiva de ambas es la que rige el destino de la novela. Esmond es un triste porque es un enamorado sin soluci¨®n; lo es de la mundana Beatrix y lo es tambi¨¦n de Lady Castlewood, aunque en lo materno-filial-amoroso de su relaci¨®n con esta ¨²ltima es donde m¨¢s se afinca su car¨¢cter que, a la vez, marca la pasi¨®n por Beatrix. El modo en que esa pasi¨®n acaba por extinguirse en ¨¦l demuestra una experiencia de observaci¨®n envidiable, aunque alguna que otra concesi¨®n sentimental impide la perfecci¨®n en el desarrollo dram¨¢tico de estas relaciones personales centrales.
En la estructura de la novela, la muerte del vizconde Francis, esposo de Lady Castlewood es el eje central del libro porque sobre ¨¦l gira todo el proceso dram¨¢tico ya que cambia el rumbo de la vida de Henry, hace m¨¢s complejo el car¨¢cter de la vizcondesa y contiene un secreto que mover¨¢ de manera decisiva el desarrollo de los sentimientos de los personajes. Adem¨¢s, utiliza un narrador bastante extraordinario: se supone que el libro son las memorias de Esmond que la dirige a un futuro o futuros nietos -que ser¨¢n protagonistas en The Virginians- y pone una distancia muy sugerente al hablar de s¨ª mismo y de los sucesos hist¨®ricos en tercera persona con frecuentes incursiones en apreciaciones personales, es decir, de primera persona. Esto da a la novela un aire quiz¨¢ algo fr¨ªo, un tanto de cr¨®nica, pero es sumamente inteligente y ciertamente creativo. Su rigor, su coherencia, su nobleza de estilo, su dominio de personajes y situaciones alcanzan gran altura narrativa. Y por terminar -hay demasiado que decir para tan breve espacio- dejar¨¦ una muestra de su mejor modo expresivo: "Al final se dio cuenta de que su se?ora estaba bastante p¨¢lida y parec¨ªa cansada por la aguda fatiga que produce la compasi¨®n".
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