Herencia y madurez

Culmina la presencia de Cesc Gelabert en el Teatro Real con sus Preludis, obra de ensimismada madurez y gran riqueza expositiva. Concentrado, emotivo a ratos, acentuando la geometr¨ªa y haciendo gala de su dominio de las manos y los brazos, el artista catal¨¢n volvi¨® a demostrar c¨®mo, si se tienen cosas que decir, con uno que las amplifique basta, pues Preludis discurre sin tiempo en una atm¨®sfera de disquisici¨®n pl¨¢stica y filos¨®fica.

El decorado, con aires surrealistas y con un elemento corp¨®reo claramente inspirado en Isamo Noguchi, es una especie de gran reloj sobre el que evoluciona el bailar¨ªn y hace gui?os a lo que se vio d¨ªas pasados en el mismo escenario: de los solos de Gerhard Bohner a los suyos propio en una evoluci¨®n natural y hasta transparente. Son fragmentos solitarios enlazados por la m¨²sica, preludios de diferentes ¨¦pocas y estilos. Hay incluso una conexi¨®n establecida por Bach y tambi¨¦n el concepto espacial remite a las "secciones doradas" de Bohner. Como en la velada anterior, poco p¨²blico y una reacci¨®n m¨¢s bien fr¨ªa.