Las Naciones Unidas, en la encrucijada
La ONU afronta el reto de su reforma. En opini¨®n del autor, debe apostarse por el perfeccionamiento del multilateralismo.
"Encrucijada" fue la palabra que el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, eligi¨® para definir, ante la 58? Asamblea General, el momento por el que pasa la organizaci¨®n. Kofi Annan no esconde su preocupaci¨®n por las dificultades a las que se enfrenta el Consejo de Seguridad para desempe?ar el papel de garante de la paz y la seguridad internacionales en el actual escenario mundial. El recurso de la fuerza sin autorizaci¨®n del Consejo de Seguridad representa un desaf¨ªo a la Carta de San Francisco que, conviene recordar, confiere a las Naciones Unidas el monopolio sobre la autorizaci¨®n de la coerci¨®n militar y no militar, con excepci¨®n del derecho a la leg¨ªtima defensa previsto en el art¨ªculo 51.
Mas el diagn¨®stico y la denuncia, por m¨¢s valiosos que sean, resultan insuficientes si no vienen acompa?ados de una acci¨®n propositiva. Consciente de sus responsabilidades al frente de la organizaci¨®n, Kofi Annan sugiri¨® el establecimiento de un encuentro de personalidades eminentes encargado de presentar sugerencias para el perfeccionamiento de la ONU y, en particular, de su sistema de seguridad colectiva. Como afirm¨® el presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva ante la Asamblea General de la ONU, precisamos restaurarle a la ONU su autoridad pol¨ªtica. Para ello ser¨¢ necesario preservar y fortalecer, con sabidur¨ªa diplom¨¢tica y visi¨®n de futuro, los ¨®rganos principales de las Naciones Unidas, y muy especialmente el Consejo de Seguridad.
No se trata de volver a inventar la rueda. La tarea que tenemos ante nosotros es la de la actualizaci¨®n de un sistema creado en una coyuntura internacional muy distinta. Los objetivos que deben orientar nuestro trabajo contin¨²an siendo los mismos que los de 1945. Finalmente, se trata de la defensa de valores universales y permanentes consolidados en la Carta de las Naciones Unidas: la cooperaci¨®n internacional para promover la paz, el respeto a los derechos humanos y al derecho internacional, y la promoci¨®n de la justicia social y de la libertad.
El mundo en que vivimos, no obstante, es otro. Con la entrada de Timor Oriental, las Naciones Unidas pasaron a contar con 191 miembros, casi cuatro veces el n¨²mero de sus miembros fundadores. Los pa¨ªses en desarrollo, gran parte de los cuales viv¨ªa a¨²n bajo el yugo colonial en 1945, emergen como actores relevantes e interlocutores necesarios. Al mismo tiempo, nos enfrentamos a amenazas de naturaleza distinta a las tradicionales. Viejas amenazas bajo nuevas y peligrosas combinaciones, en palabras de Kofi Annan, como la proliferaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva y el terrorismo, y sus causas estructurales, como la pobreza y la injusticia social.
La comunidad internacional vive un contexto que combina, por un lado, la promesa de un mundo m¨¢s pr¨®spero e integrado y, por otro, la profundizaci¨®n de la brecha entre ricos y pobres y la persistencia de la exclusi¨®n, la miseria y el hambre. Debemos revisar creativamente las Naciones Unidas y su sistema de seguridad colectiva con los ojos enfocados a promover una cooperaci¨®n internacional solidaria y efectiva. Si no es as¨ª, inevitablemente retrocederemos a un mundo centrado solamente en soberan¨ªas individuales que depositan m¨¢s confianza en la afirmaci¨®n del poder¨ªo militar que en las instituciones multilaterales creadas sobre una base consensual, con visi¨®n hist¨®rica y el poder de la raz¨®n.
Claramente, Brasil se sit¨²a al lado del compromiso con el perfeccionamiento del multilateralismo. Precisamos de las Naciones Unidas, de su representatividad universal y de la oportunidad impar de di¨¢logo que ofrecen sus foros. El Consejo de Seguridad debe ser objeto de una reforma importante. Por encima de todo, es indispensable que sus decisiones gocen de legitimidad ante la comunidad internacional. Su composici¨®n debe ser reflejo del surgimiento de nuevos actores, respetando el principio del equilibrio regional geogr¨¢fico. Debemos considerar la ampliaci¨®n del n¨²mero de miembros permanentes y no permanentes, incorporando, a sus categor¨ªas, pa¨ªses en desarrollo representativos. Al mismo tiempo, se debe dotar al consejo de instrumentos de acci¨®n adecuados que le permitan dar respuestas r¨¢pidas y eficaces, siempre seg¨²n los principios del derecho internacional.
Otros ¨®rganos de las Naciones Unidas deben actualizarse. El Consejo Econ¨®mico y Social (Ecosoc) debe superar las discusiones est¨¦riles y el formalismo burocr¨¢tico. El Ecosoc podr¨ªa, por ejemplo, encargarse de la elaboraci¨®n de an¨¢lisis sobre la situaci¨®n econ¨®mica de los pa¨ªses capaces de contraponerse a evaluaciones de instituciones privadas, con visi¨®n centrada exclusivamente en el corto plazo y en los beneficios financieros. El Ecosoc tambi¨¦n debe colaborar con el Consejo de Seguridad en la prevenci¨®n de conflictos y en los procesos de reconstrucci¨®n nacional. Debemos pensar, quiz¨¢, en la creaci¨®n de secciones que permitan a este tan importante ¨®rgano del sistema actuar de forma ¨¢gil y eficaz.
No se puede desestimar, finalmente, el papel relevante de la Asamblea General, bajo cuya ¨¦gida, en los a?os noventa, se realizaron las grandes conferencias sobre derechos humanos, medio ambiente, poblaci¨®n, derechos de la mujer, discriminaci¨®n racial, sida y desarrollo social. Es necesario, no obstante, adoptar procedimientos que permitan la racionalizaci¨®n de sus debates, dando prioridad a los temas en su agenda. El resultado de este necesario ajuste ser¨¢ una Asamblea General pol¨ªticamente fortalecida capaz de responder, de manera efectiva, a las preocupaciones de la totalidad de los miembros de las Naciones Unidas. En el ¨¢rea de la paz y la seguridad, incluso, la jurisprudencia acepta que la Asamblea puede ser accionada cuando la amenaza de veto y la perspectiva de acciones sin respaldo multilateral pongan en jaque la capacidad de las Naciones Unidas de ofrecer alternativas leg¨ªtimas a situaciones de crisis.
No hay soluciones f¨¢ciles o r¨¢pidas para desaf¨ªos de esta magnitud. Estamos ante la responsabilidad de encontrar f¨®rmulas que re¨²nan el consenso m¨¢s amplio posible, sin ceder a la tentaci¨®n de la simple acomodaci¨®n de intereses o caer en la trampa del inmovilismo. El Gobierno brasile?o viene manteniendo con Espa?a un di¨¢logo constructivo sobre estos temas al m¨¢s alto nivel. Ambos estamos de acuerdo en la importancia del proceso de reforma, estimulado por el secretario general. La reciente visita del presidente del Gobierno espa?ol a Brasil ha permitido avanzar a¨²n m¨¢s en nuestro di¨¢logo en provecho del multilateralismo. En el contexto de la asociaci¨®n estrat¨¦gica, que ambos Gobiernos desean establecer, fue gratificante o¨ªr del presidente Aznar que la aspiraci¨®n de Brasil a ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad obedece a una l¨®gica propia y cuenta con la "viva simpat¨ªa" del Gobierno espa?ol.
Celso Amorim es ministro de Relaciones Exteriores de Brasil.
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