El socialista de Santa Coloma
Justo a la vuelta de las pasadas vacaciones, en los primeros d¨ªas de septiembre, quedo a comer con un ¨ªntimo amigo y hablamos de las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas. Mi amigo me expone su esc¨¦ptica posici¨®n con un ejemplo muy claro: "Mira, aunque siempre he vivido en el centro de Barcelona y no tengo noticia de que ninguno de mis antepasados haya nacido fuera de Catalu?a, yo me identifico plenamente con el socialista de Santa Coloma que siempre vota a la izquierda en las elecciones generales y se abstiene en las auton¨®micas. A m¨ª me sucede como a ¨¦l: en las elecciones catalanas no tengo un partido de referencia y paso de ir a votar. Que se lo hagan ellos, conmigo que no cuenten".
El jueves de la semana pasada, exactamente hoy hace ocho d¨ªas, volvemos a encontrarnos: "Me estoy repensando lo que te dije en septiembre. La campa?a socialista de las ¨²ltimas semanas se est¨¢ centrando sobre todo en cuestiones sociales y acabo de leer en el peri¨®dico lo que ayer dijeron Maragall y Manuela. Es un giro importante". Por la noche llego a casa y me precipito a leer la prensa del d¨ªa buscando ansiosamente la noticia anunciada por mi amigo. En efecto, me llevo una sorpresa.
Los dos primeros candidatos del PSC hab¨ªan participado en un acto electoral en Santa Coloma, la ciudad de la que Manuela de Madre fue hasta hace poco alcaldesa. En dicho acto Maragall desarroll¨® su propuesta de lo que ya se ha denominado catalanismo con acento o catalanismo de fusi¨®n con estas palabras: "Esto es una f¨¢brica de nuevo catalanismo. Y este nuevo catalanismo no es diferente del viejo: es el mismo. Pero ha evolucionado: es m¨¢s amplio, m¨¢s profundo, m¨¢s intenso y est¨¢ m¨¢s al d¨ªa, m¨¢s a la medida de todos. Nuestro reto consiste en hacer de Santa Coloma el feudo de un catalanismo con acentos de la Espa?a plural: andaluz, extreme?o o asturiano, que en definitiva es lo que siempre hab¨ªa pensado que acabar¨ªa naciendo. Este catalanismo no es enemigo de nadie, tiene muchos acentos y un solo objetivo: convertir a este pa¨ªs en la patria del trabajo, de la dignidad de las personas; en la patria de las mujeres que se incorporan a liderar estas ciudades; en la patria donde por fin el nacionalismo, nuestro catalanismo, est¨¦ basado en el orgullo de los ciudadanos por su calidad de vida y por los servicios que creamos para nuestros hijos".
Las palabras de Maragall no dejan de tener alguna contradicci¨®n te¨®rica. Este catalanismo que anuncia es diametralmente opuesto al viejo, basado en supuestas identidades ¨²nicas, en m¨ªticas historias pasadas y en caracteres nacionales inexistentes. Por tanto, no se trata del catalanismo de siempre que ha evolucionado un poco, sino de un nuevo catalanismo fundado en supuestos muy distintos: en la igualdad social y en la dignidad de las personas. Del nacionalismo identitario hemos pasado, por tanto, al nacionalismo democr¨¢tico, a un nacionalismo de ciudadanos, es decir, como sostiene Maragall, sin enemigos internos ni externos, sin anticatalanes y sin traidores a la patria. Los m¨ªtines no son, ni deben ser, piezas bien argumentadas de teor¨ªa pol¨ªtica; sin embargo, la idea est¨¢ clara: el nombre se mantiene pero el contenido cambia.
Todo ello se confirma en las palabras de Manuela de Madre, la carism¨¢tica ex alcaldesa, hoy n¨²mero dos en la lista electoral socialista, en las que se mezclan raz¨®n y pasi¨®n, reflexi¨®n y sentimiento. "En nuestra idea de Catalu?a", dijo Manuela, "es esencial subrayar y poner en letras doradas la aportaci¨®n de los otros catalanes a la construcci¨®n de la Catalu?a de hoy. La memoria de nuestros abuelos y de nuestros padres, la memoria de tanta gente, ha de quedar grabada en la piedra de la patria catalana. No para suprimir cap¨ªtulos hist¨®ricos del pasado, sino para sumar un cap¨ªtulo que hasta ahora nos ha sido ninguneado". Y a?ade: "El Gobierno de Jordi Pujol ha valorado mil veces m¨¢s la remota historia medieval, las piedras y las murallas de las iglesias antiguas y el esp¨ªritu emprendedor de la burgues¨ªa, que el sudor obrero que fertiliz¨® este pa¨ªs durante los siglos XIX y XX. La derrota del 11 de septiembre de 1714 o los ¨¦xitos pol¨ªticos del nacionalismo catal¨¢n han sido referencias constantes, mientras que el esfuerzo creativo de los otros catalanes no aparece nunca como un valor patri¨®tico".
Mi amigo, el socialista de Santa Coloma que viv¨ªa desde siempre en el Eixample barcelon¨¦s, ten¨ªa raz¨®n. Mucho ha cambiado el discurso socialista catal¨¢n en los ¨²ltimos dos meses. La machacona insistencia en dar prioridad a la reforma del Estatut ha dado paso a un discurso preferentemente centrado en las necesidades sociales: la ense?anza p¨²blica, los servicios de asistencia a la familia y a la tercera edad, la vivienda social, la sanidad, la prevenci¨®n de la exclusi¨®n social, la seguridad, el transporte p¨²blico y las infraestructuras. Ciertamente se han perdido cuatro a?os en una labor de oposici¨®n light, en una simulaci¨®n no cre¨ªble de ser m¨¢s nacionalistas identitarios que CiU, en dar respetabilidad p¨²blica a ERC intentando elaborar reformas estatutarias conjuntas o formando ficticios grupos parlamentarios en el Senado. Tras el verano, quiz¨¢ a la vista de las encuestas, el PSC ha iniciado el camino que deb¨ªa emprender hace muchos a?os: opt¨® por el discurso de las necesidades sociales, critic¨® a CiU por sus insuficiencias en ese campo y hasta se desacomplej¨® invitando a dar un mitin a Rodr¨ªguez Ibarra.
Se ha tardado mucho en rectificar el rumbo y no s¨¦ si el nuevo discurso llegar¨¢ a tiempo, llegar¨¢ a todos. Pero en todo caso, se gane o se pierda en las elecciones del domingo, la marcha atr¨¢s ya no es posible. "Nuestra bandera es el programa social", ha proclamado Maragall. Manuela de Madre, y Montilla, Corbacho, Bustos y tantos otros, deben pasar a ser referentes esenciales del nuevo socialismo catal¨¢n porque, desde hace m¨¢s de 30 a?os, estamos en una nueva sociedad, en una nueva Catalu?a. Los tiempos del viejo nacionalismo han pasado, son mera historia. Santa Coloma -todas las santacolomas- no es todo el presente, pero es parte esencial del presente y, muy especialmente, del futuro.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UAB.
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