Maestro en el arte de fugas
As¨ª Cunqueiro, siendo ¨¦l mismo huidor, atraves¨® paisajes de s¨ª mismo. El fugitivo vive siempre bajo el disfraz, no tiene traje propio, y si ve su figura en el espejo no se reconoce. El fugitivo s¨®lo se reconoce cuando se detiene, se acaba la huida, cuando est¨¢ muerto. ?l no se quiso conocer y no hemos conocido a Cunqueiro, var¨®n de cabeza redonda, expresi¨®n apacible y lentes de carey, seguramente nadie lo conoci¨®. Y con seguridad todo su af¨¢n fue que nadie lo viese. Los que viven emboscados no son valientes; Cunqueiro, como todo escritor, fue medroso. Retroced¨ªa. Avanz¨® retrocediendo.
?Qu¨¦ autor fue? Hay gentes que lo han cruzado en el camino y cuentan que lo conocieron en primavera, que entonces era comunista, independentista gallego y poeta vanguardista. Es cierto que han quedado escritos de un autor as¨ª, parece que esos testimonios son ciertos. Otros relatan que lo conocieron en verano, militares se hab¨ªan sublevado y ¨¦l se hab¨ªa hecho falangista, que ensay¨® prometedora carrera literaria en Madrid. Es cierto que hay art¨ªculos en la prensa franquista, sonetos al fascio, de un autor as¨ª, parece que esos testimonios tambi¨¦n son ciertos. Hay muchos otros que recuerdan haberlo conocido en oto?o de vuelta a su pa¨ªs. Y que all¨ª, habiendo conocido que el fracaso es la verdad, se hab¨ªa refugiado en la enso?aci¨®n, rodeado de las gentes que verdaderamente amaba: personajes hechos de sue?o y palabras. Por entonces volv¨ªa a escribir en gallego. Y a¨²n hay gente que dice hab¨¦rselo encontrado ya en el invierno, el fr¨ªo alcanzaba los huesos y ¨¦l buscaba el cari?o de su gente, escrib¨ªa su poes¨ªa ¨²ltima, cuando la muerte ya no es una figura literaria sino la que hace vacilar la mano que sostiene la pluma. En sus poemas finales los disfraces del fingidor est¨¢n hechos jirones y la iron¨ªa encubridora es una mueca pat¨¦tica de quien ve la muy temida calavera en el espejo. No hay escapatoria, y el poeta vencido y anciano da cuenta de ello.
Merl¨ªn y familia es melancol¨ªa destilada, cuando ya se han filtrado las amarguras que acompa?an a esta destilaci¨®n los restos de orujo, y solamente resta el aguardiente transparente. Entonces, la melancol¨ªa ya es resignaci¨®n pura y lleva incorporado el aroma del humor. Hay un humor lev¨ªsimo en todo el Merl¨ªn. Es la vejez de un personaje que ya antes era viejo, don Merl¨ªn se retira de su Breta?a armoricana a Miranda, un incierto pueblo de lo que hoy es tierras de Lugo. Como corresponde a la magia celta, y a la vivencia del tiempo en muchas otras obras de Cunqueiro, el presente es el¨¢stico y conviven en un mismo tiempo del relato ¨¦pocas distintas, lo remoto con lo cotidiano. Y en un bosque, y en una casa dentro de un bosque, como en los cuentos de hadas indoeuropeos, ocurren episodios m¨¢gicos enhebrados por un narrador, un sirviente que ahora es un anciano que recuerda pero que fue un mozo que sirvi¨® a su amo don Merl¨ªn. Y el tono paisano, ir¨®nico, del narrador ilumina toda la historia y hace que lo m¨¢gico se nos haga familiar. Porque el conjuro de Cunqueiro casi siempre es amable.
Babelia
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