Ramad¨¢n en el coraz¨®n de Valencia
Los inmigrantes musulmanes cumplen el precepto del ayuno en Russafa, el barrio donde m¨¢s han arraigado en Valencia
A las seis de la tarde, algunos restaurantes ¨¢rabes de la zona del barrio de Russafa, en Valencia, est¨¢n llenos. Comen. En principio, resulta parad¨®jico por la hora, pero para ellos es natural teniendo en cuenta que son musulmanes y est¨¢n cumpliendo el Ramad¨¢n.
Con este nombre se identifica el mes en que hay que cumplir con la tercera regla que marca el Cor¨¢n. Desde el primer d¨ªa de luna creciente hasta la siguiente, durante las horas de sol, los musulmanes no pueden ni comer, ni beber, ni fumar, ni mantener relaciones sexuales.
En Russafa no se nota mucho el cambio, ni mucho menos se acerca a lo que ocurre en sus pa¨ªses de origen, como Marruecos, Argelia o Siria, pero s¨ª que se vislumbran diferencias en algunos locales que ellos frecuentan.
"No mirar a las mujeres resulta aqu¨ª m¨¢s complicado", explica Majed
Mientras la cervecer¨ªa occidental Kristal est¨¢ vac¨ªa, al lado, en el Kebab Kashmir algunos musulmanes degustan, al anochecer, la primera comida del d¨ªa. El restaurante anuncia en la puerta el horario de apertura para este mes especial hasta las dos de la madrugada. Lo mismo ocurre en un restaurante marroqu¨ª de la calle Puerto Rico.
Aunque las comidas var¨ªan seg¨²n el pa¨ªs de origen, normalmente son bastante parecidas. Empiezan con una sopa que ellos conocen como harira, leche o t¨¦ para calentar el cuerpo y unos cuantos d¨¢tiles y pasas para coger energ¨ªa. Luego, a partir de las 11 de la noche aproximadamente, llega la comida fuerte. Cusc¨²s, carne guisada, arroz con cordero y pastelitos de almendras y miel. Antes del amanecer, sobre las 4.30 o las 5 de la madrugada, se levantan para orar y comer bocadillos o las sobras de la cena hasta que se vuelve a anunciar el inicio del ayuno.
En Russafa sustituyen los c¨¢nticos del imam en la mezquita por el que las emisoras de radio dan en directo. Los hermanos Majed y Moha Balbaque tienen una tienda de comestibles en la calle de Buenos Aires. Mientras despachan a los clientes, de fondo se escuchan los inconfundibles rezos musulmanes. Tienen sintonizada una emisora de Arabia Saud¨ª.
Son sirios y llevan en nuestro pa¨ªs hace unos diez a?os. Para Majed no hay muchas diferencias entre celebrar el Ramad¨¢n aqu¨ª o en Siria, aunque s¨ª que se hace m¨¢s dif¨ªcil seguir la regla. "Sobre todo", explica Majed, "porque no podemos tener malos pensamientos, ni mirar a las mujeres y aqu¨ª resulta mucho m¨¢s complicado pero intentamos superar estos obst¨¢culos. Tambi¨¦n estos a?os tenemos algunas ventajas ya que en invierno lo llevamos mejor porque el d¨ªa es m¨¢s corto y resulta m¨¢s f¨¢cil superar el hambre y la sed que en verano".
Lo dice porque el almanaque musulm¨¢n se rige por la luna y por lo tanto, el mes de Ramad¨¢n recorre, poco a poco, todo el calendario anual. Mientras hablamos, el rezo ha cambiado y Majed anuncia: "Se acaba de poner el sol. El imam acaba de anunciarlo, son las seis de la tarde". El hermano peque?o ya est¨¢ calentando la comida. Durante media hora cierran la tienda. Una vez realizada la primera comida, volver¨¢n a abrir.
Aunque el local mezcla productos de su tierra con alimentos espa?oles, tienen algunas cosas que s¨®lo se hacen durante este mes. "Sobre todo", explica Majed, "pasteles de miel que nosotros llamamos zalab¨ªa".
Otro tanto ocurre en el supermercado de la calle de Sueca donde trabaja Mohamed Benosman. "Durante este mes hacemos todo tipo de pasteles de miel y almendras. Y tambi¨¦n tenemos d¨¢tiles y harira para hacer la primera sopa de la noche".
Mohamed lleg¨® a Valencia hace siete a?os. Y, aunque seg¨²n el Cor¨¢n la obligaci¨®n de cumplir esta regla se establece en los hombres a partir de los 12 a?os y en las mujeres despu¨¦s de la primera menstruaci¨®n, ¨¦l lo practica desde los siete a?os. "Soy argelino. En mi casa lo hac¨ªa toda mi familia y me acostumbr¨¦. No es pesado. Lo ¨²nico es que en mi pa¨ªs me sent¨ªa m¨¢s acompa?ado porque todo el mundo lo practica. Aqu¨ª s¨®lo lo hacemos en esta zona".
En el restaurante de F¨¢tima Zbakh hay alg¨²n cliente comiendo el men¨² que ha preparado para la cena. "He hecho una sopa con carne, fideos y garbanzos, un huevo duro, zumo, yogur o flan, pasteles de miel y caf¨¦ con leche", enumera. Ella practica el Ramad¨¢n desde los 12 a?os. "Empiezas casi sin darte cuenta porque todo el mundo en casa lo hace. Quiz¨¢ lo m¨¢s dif¨ªcil para m¨ª era dejar de fumar. Los primeros d¨ªas de Ramad¨¢n me levantaba de muy mal humor porque no pod¨ªa fumar. Ahora hace m¨¢s de un a?o que no fumo".
F¨¢tima practica el ayuno junto a su marido que es diab¨¦tico y por eso, podr¨ªa estar exento. "Desde que nos casamos, se ha acostumbrado a hacerlo conmigo. Quiz¨¢ tendr¨¦ m¨¢s problemas con mi hijo. Tiene siete a?os pero ya est¨¢ diciendo que no quiere hacerlo y adem¨¢s, cuando me pregunta por qu¨¦ es obligatorio la verdad es que resulta complicado dar una explicaci¨®n s¨®lida. Es por una cuesti¨®n religiosa, pero no se muy bien c¨®mo hac¨¦rselo entender".
Parece que la costumbre ayuda a asumir una regla que para nosotros resulta sorprendente. As¨ª lo explica Al¨ª, un marroqu¨ª que se dedica a la recogida de naranjas. "No es pesado. Haces una comida fuerte antes de irte al campo y luego, para no ver comer a tus compa?eros, sigues trabajando. De esta forma el d¨ªa se hace m¨¢s corto".
Con todo, los peores son los primeros d¨ªas. "Porque, al principio", sigue contando Al¨ª, "como estas acostumbrado, a las diez y media o las once de la ma?ana ya sientes hambre, pero, poco a poco, el cuerpo se acostumbra. Lo mismo ocurre cuando pasa este mes. Los primeros d¨ªas no tienes hambre y cuesta un tiempo coger el ritmo normal y volver a comer como todo el mundo".
La mezquita es un importante centro de reuni¨®n durante el tiempo de Ramad¨¢n. Una vez el imam anuncia la puesta de sol, muchos musulmanes se dirigen a este bajo de la calle de Buenos Aires para rezar y tomar su raci¨®n de sopa gratis que ofrece gracias a la ayuda de los m¨¢s pudientes del barrio. Algunos salen del templo con la tartera bajo el brazo. Otros prefieren llev¨¢rsela a casa o recogen la comida para alg¨²n familiar. Los que pueden, o los m¨¢s religiosos, se quedan los ¨²ltimos diez d¨ªas de ayuno rezando sin salir del templo religioso.
La tercera regla
El Cor¨¢n marca cinco reglas fundamentales para ser musulm¨¢n. El Ramad¨¢n es la tercera y surgi¨® para compensar la desigualdad entre pobres y ricos. Es decir, Mahoma se dio cuenta de que los ricos siempre tienen comida y los pobres, en algunos casos, nunca. Para conseguir un equilibrio, estableci¨® la obligaci¨®n para los ricos de dar limosnas y ayudas a los m¨¢s necesitados.
Estas ayudas suelen traducirse en donativos que var¨ªan seg¨²n el n¨²mero de miembros de la familia. Calculando lo que puede costar una comida diaria durante un mes aproximadamente que dura el Ramad¨¢n, se establece el donativo que se dar¨¢ a la mezquita del barrio, a los pobres o a los trabajadores que est¨¢n a las ¨®rdenes de la propia familia.
De esta forma, el profeta intentaba paliar el hambre entre los pobres aunque resulta bastante dif¨ªcil sacar las cuentas. Esta d¨¢diva se conoce como "limosna legal" y, en el fondo, siempre depende de la generosidad de la familia donante.
La cuesti¨®n de fumar ha variado con el paso del tiempo. Evidentemente, en tiempos de Mahoma no exist¨ªan los cigarrillos, pero en muchos pa¨ªses orientales ya se fumaban las conocidas pipas de agua o el cannabis que muchos utilizaban para los momentos de meditaci¨®n.
Este mes religioso, adem¨¢s, sirve para reunir a las familias y en muchos pa¨ªses musulmanes se utiliza para formalizar compromisos, bodas o pedidas de mano. Por las noches, en la mayor¨ªa de los hogares pudientes, se juntan para celebrar festejos y grandes reuniones familiares.
Durante todo ¨¦ste tiempo, las oraciones no cambian. S¨®lo ocurre el ¨²ltimo d¨ªa del mes. Un ayatol¨¢ se encarga de anunciar que ha terminado el mes de Ramad¨¢n, que este a?o tendr¨¢ lugar a finales de noviembre y se realizan unas oraciones especiales que reciben el nombre de "Navidad de Ramad¨¢n". Esa misma noche, se celebra una gran fiesta. Se empieza en las propias casas y suele terminarse en las calles, repletas de gente en muchas ciudades musulmanas.
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