El fundador de Patagon abre en Brasil un banco para los que no tienen Internet
Wenceslao Casares, que abandona la Red, crea Lemon Bank y la f¨¢brica de juegos Wanakogames
No llega a los 30 y ya lo ha sido todo: estudiante, emigrante, empresario de ¨¦xito, gur¨² intern¨¢utico, multimillonario de prestigio y rico desprestigiado. Ahora quiere ser el banquero de los pobres, pero, que quede claro, Wenceslao Casares no es Teresa de Calcuta. La nueva aventura del fundador de Patagon es, como dice ¨¦l, " un banco para los que no tienen banco", un banco para los que no tienen Internet.
Lo curioso es que la empresa la ha montado un multimillonario gracias a Internet. Casares cre¨® Patagon.com en 1997, una web de servicios financieros. Tres a?os despu¨¦s se la encaj¨® al Banco de Santander por 92.000 millones de pesetas de entonces. Hasta en euros de hoy duele la cifra: 580 millones.
Con el dinero bajo el brazo, Casares fund¨® dos empresas que nada ten¨ªan que ver directamente con Internet: Wanakogames, una desarrolladora de juegos para Xbox y PlayStation, con sede en estados Unidos; y Lemon Bank, un banco real, de piedra, en Brasil. "Esto no tiene nada, nada que ver con Internet. Es, pr¨¢cticamente, lo contrario", aclara Casares.
Este argentino, m¨¢s emprendedor que vivales, reconoce los fallos que cometi¨® con Patagon. "El primero fue pensar que Internet cambiar¨ªa la banca en tres a?os; la va a cambiar, pero en 20. El segundo gran error fue pensar que Internet iba a cambiar los h¨¢bitos financieros de las clases bajas. Ha cambiado la de las clases ricas y medias, que tienen Internet y dejan de ir a las oficinas bancarias. Pero los pobres siguen visitando el banco, porque no tienen Internet ni ordenador".
Casares vio los fallos, los asumi¨® y los aprovech¨® para su siguiente empresa: un banco para pobres en Brasil. En ese pa¨ªs, las oficinas financieras tienen dos colas: una para clientes fet¨¦n y otra para los que van a pagar los recibos de la electricidad. Son colas interminables, inc¨®modas, a veces humillantes.
Con el ex presidente de Patagon Brasil, Michael Esrubilsky, y su socio de confianza Guillermo Kirchner, Casares fund¨® hace un a?o Lemon Bank.
Oficinas en franquicia
Los colores verde y amarillo de Lemon Bank comenzaron a florecer en medio de farmacias, zapater¨ªas, panader¨ªas o gasolineras, donde los humildes pod¨ªan pagar sus factura de electricidad. "Hacemos franquicias con las tiendas. Ellos ponen su espacio y personal y nosotros les damos una parte de la comisi¨®n del recibo".
El cliente de Lemon Bank no est¨¢ en el engranaje del sistema financiero. Casares, con el gancho del pago c¨®modo de recibos, intenta darles una personalidad bancaria.
El Lemon ya tiene 3.700 chiringuitos. Cada semana se abren 50 m¨¢s. "Llegaremos a 16.000, pero nos quedaremos s¨®lo con los 9.000 mejores".
El mes pasado, por los quioscos de Casares pasaron cinco millones de clientes ¨²nicos y realizaron siete millones de transacciones, la mayor¨ªa de 15 reales (cinco euros).
"Son cantidades tan peque?as que los bancos tradicionales no sacan ning¨²n beneficio de ellas; no les es rentable este tipo de clientes. Nosotros les atendemos, creamos tr¨¢fico y luego empezamos a ofrecerles otros productos: el primero es la tarjeta de cr¨¦dito".
En realidad es una tarjeta monedero. El cliente adelanta a Lemon Bank, por ejemplo 20 d¨®lares, y el banco le da una tarjeta para que gaste por esa cantidad. Con esta f¨®rmula de franquicias, Casares dice que Lemon Bank se ha convertido en el banco m¨¢s peque?o de Brasil por n¨²mero de empleados (75), y el mayor por oficinas (3.700). "Y en 12 o 18 meses daremos beneficios".
Tres a?os despu¨¦s del boom de Internet, Wenceslao Casares, elegido en Davos Global Leader of Tomorrow, ha depositado sus inversiones en los despose¨ªdos de la Tierra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.