Pasi¨®n fr¨ªa
Blanco y negro -salpicado, cuando se debe, de rojo sangre-; l¨ªneas rectas, trajes de noche, epilepsia limitada, m¨²sica cl¨¢sica com¨²n y algo de rock con luz de discoteca; mucha coreograf¨ªa, y un bailar¨ªn solista; voces lentas, pausadas; pistolas que disparan, micr¨®fonos como pu?ales, zapatos asesinos. Fugas a paso gimn¨¢stico, medido, ritmado. Es una pasi¨®n fr¨ªa. Una belleza, una est¨¦tica, con m¨¢s aire de tratado o de estudio. Tiene una oportunidad: hasta las guerras de hoy, como las de Irak, son guerras fr¨ªas, a distancia. Y parece que de esta pasi¨®n fr¨ªa surge, m¨¢s que una tragedia, un retrato de la pol¨ªtica y los pol¨ªticos. Todo ha sido, es, ser¨¢ igual, y el discurso f¨²nebre de Marco Antonio -muy bien por su actor- es una lecci¨®n del eufemismo, de la "correcci¨®n pol¨ªtica", del lenguaje paralelo que se suele utilizar en tiempos de autocracia, aunque s¨®lo sea para esperar un tiempo mejor. El genio de Shakespeare lo tom¨® tambi¨¦n de los grecorromanos, y estaba muy bien colocado en la ¨¦poca de la Reina Virgen, y el Lliure lo coloca muy bien en el tiempo de hoy. En el programa aparece un largo cuestionario que se plante¨® ¨¦l mismo: no me resisto a copiarlo, pese a su extensi¨®n, porque aclara mucho su pensamiento: "?Qui¨¦n convence?, ?qui¨¦n malinterpreta?, ?qui¨¦n ambiciona?, ?qui¨¦n se equivoca?, ?qui¨¦n se deja llevar m¨¢s por las pasiones que por las razones?, ?qui¨¦n por las razones m¨¢s que por las pasiones?, ?qui¨¦n conspira?, ?qui¨¦n traiciona?, ?qui¨¦n mitifica? ?qui¨¦n, miente? ?qui¨¦n, ama y quiere?, ?qui¨¦n se deja amar y querer?, ?qui¨¦n no quiere amar y querer?, ?qui¨¦n quiere ser piedra?, ?qui¨¦n quiere ser hielo?, ?qui¨¦n da la vida?, ?qui¨¦n la perdona?, ?qui¨¦n se deja perdonar?, ?qui¨¦n es pol¨ªtico?, ?qui¨¦n es hombre?, ?qui¨¦n se esconde?, ?qui¨¦n es lo que no parece?, ?qui¨¦n conf¨ªa?, ?qui¨¦n desconf¨ªa?, ?qui¨¦n no entiende nada?, ?qui¨¦n no est¨¢ dispuesto a hacerte una mamada?, ?qui¨¦n recuerda lo que ten¨ªa que ser la pol¨ªtica y lo que ahora es?, ?qui¨¦n est¨¢ al servicio de qui¨¦n?, ?qui¨¦n quiere la guerra?, ?qui¨¦n quiere matar?, ?qui¨¦n asesina?, ?qui¨¦n se deja asesinar?, ?qui¨¦n va m¨¢s all¨¢?, ?qui¨¦n cree en el asesinato?, ?qui¨¦n se contradice?, ?qui¨¦n abre la caja de Pandora?, ?qui¨¦n deja salir todos los males?, ?qui¨¦n se ha quedado con la esperanza?, ?qui¨¦n no sabe construir cuando ha destruido?, ?qui¨¦n no tiene proyecto?, ?qui¨¦n est¨¢ podrido?, ?qui¨¦n es un hijo de puta?, ?qui¨¦n empieza la casa por el tejado?, ?qui¨¦n provoca cambios?, ?qui¨¦n los apoya?, ?qui¨¦n tiene ¨¦tica?, ?qui¨¦n deja de tenerla?, ?qui¨¦n quiere mandar?, ?qui¨¦n es pol¨ªtico?, ?por qu¨¦?". Supongo que la forma interrogativa es tambi¨¦n una correcci¨®n pol¨ªtica, y que lo que desea no es preguntarle al p¨²blico, que no es un sistema, sino darle las respuestas as¨ª solapadas. Bueno, yo tengo mis respuestas y mis nombres para cada una de ellas. Shakespeare tambi¨¦n, aunque era un poco m¨¢s claro: los malos huyen, y se suicidan o se entremeten, y los buenos son el bosque que avanza, como en otras tragedias de Shakespeare, despu¨¦s de haber ganado la batalla. Con el cuidadoso estilista que ha pronunciado el medido discurso f¨²nebre.
Julio C¨¦sar
De William Shakespeare. Int¨¦rpretes: Nao Albet/Dani Casadell¨¤/Joel Rold¨¢n, Mireia Aixal¨¢, Pere Arquillu¨¦, Ferran Carvajal/Joan Palau, Tilde Espluga, Cristina Genebat, Julio Manrique, Alicia P¨¦rez, Xavier Ripoli, Marc Rodr¨ªguez, Eugeni Roig y David Selvas. Compa?¨ªa Teatre Lliure de Barcelona. Idioma: espa?ol. Traducci¨®n: Salvador Oliva. Direcci¨®n y adaptaci¨®n: ?lex Rigola. Festival de Oto?o. Teatro de La Abad¨ªa (Sala Juan de la Cruz). Madrid.
Naturalmente, la producci¨®n del Lliure no tiene problemas: es limpia y perfecta. Algunas ingenuidades en la dramaturgia. La dicci¨®n es muy clara. El d¨ªa de su estreno -invitados- todos aplaudieron con fervor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.