Cu¨¦ntame c¨®mo paso
"El bien y el mal no est¨¢ en las estrellas, querido Bruto, sino en nosotros que estamos por debajo de las estrellas".(Julio C¨¦sar, Shakespeare)
Ahora que los marxistas parecen una especie en extinci¨®n he decidido salir del armario y confesar que siempre he cre¨ªdo en un axioma electoral que les es muy querido: cuando la econom¨ªa va bien, las elecciones las gana el Gobierno, cuando va mal, las gana la oposici¨®n. Y es que, si econom¨ªa quiere decir algo tan elemental como administraci¨®n de la casa (oikos nomos, en griego), cuando la hacienda del com¨²n est¨¢ saneada no se despide a los administradores. S¨®lo cuando amenaza ruina se apuesta por soluciones distintas.
Si miramos a la historia reciente, me dir¨¢n que este axioma no se cumpli¨® del todo en las elecciones de 1977. Es verdad, pero es que, en aquel entonces, lo que los espa?oles quer¨ªan era pasar de la dictadura a la democracia sin liarse "a garrotazos", como en el famoso lienzo de Goya. Entonces primamos, sabiamente, lo pol¨ªtico sobre lo econ¨®mico. Aunque incluso en aquel momento excepcional hubo que llegar a un acuerdo, los Pactos de la Moncloa, para que la crisis econ¨®mica no abortase la transici¨®n pol¨ªtica, como el crack del 29 socav¨® los cimientos de la Rep¨²blica. En las elecciones de 1982 este axioma se cumpli¨® de forma cuasi matem¨¢tica. Los socialistas pasearon por toda Espa?a una pancarta que dec¨ªa "800.000 parados, terrorismo de UCD". Esta pancarta, que reflejaba el axioma de forma tan extrema como demag¨®gica, nos hizo mucho m¨¢s da?o que las divisiones internas. En los a?os 1986 y 1989, los socialistas ganaron estas dos elecciones de carril, porque los espa?oles viv¨ªan cada vez mejor. En 1993 tuvieron un resultado mucho m¨¢s ajustado, y en 1996 perdieron las elecciones, porque ya todo el mundo empezaba a pasarlo mal. Los productos espa?oles desaparec¨ªan de los mercados nacionales e internacionales porque los socialistas hab¨ªan apostado por una peseta fuerte para dominar unos precios que se les hab¨ªan disparado despu¨¦s de la huelga general de 1988. Las peque?as y medianas empresas empezaron a suspender pagos porque el dinero era caro y los impuestos altos. El empleo ca¨ªa, y no hab¨ªa dinero ni para pagar las pensiones del mes siguiente. Por eso perdieron, aunque hubo otros factores, de ¨¦tica de andar por casa en este caso.
Aumentar la ocupaci¨®n es la estrategia m¨¢s adecuada para converger con Europa
Volvieron a perder las elecciones auton¨®micas hace apenas unos meses porque se empe?aron entonces tambi¨¦n en seguir ignorando el axioma que he decidido rescatar. Creyeron que poni¨¦ndose detr¨¢s de la primera pancarta que pasase por la calle (ya se opusiese a la reforma laboral, ya acusase al Gobierno de haber hundido un petrolero en las costas gallegas, ya condenase la intervenci¨®n en Irak) tendr¨ªan las elecciones aseguradas. El ruido fue grande, s¨ª, pero los electores decidieron no cambiar de caballo porque sab¨ªan que hab¨ªa m¨¢s trabajo que nunca y que las pensiones estaban aseguradas. Ahora que Espa?a ha alcanzado unos niveles de bienestar equiparables a nuestros vecinos -aunque quede a¨²n camino por andar- y que la consolidaci¨®n democr¨¢tica est¨¢ ya muy afianzada -incluso a pesar del embate del nacionalismo m¨¢s radical- es m¨¢s que probable que este axioma vuelva a situarse en el centro del juego de la alternancia democr¨¢tica. Por ello, asumimos como v¨¢lida la versi¨®n posmoderna del axioma que enunci¨® de manera tan sint¨¦tica el reformista dem¨®crata Clinton cuando dijo aquello de "It's about economics, stupid".
Aceptemos por lo tanto como premisa que estamos ya inmersos en la carrera electoral, y que son dos los aspirantes al t¨ªtulo con posibilidades. Uno de ellos, el que mejor conozco, sabe que el axioma de esta historia le favorece en su carrera hacia La Moncloa. ?Por qu¨¦? Porque aqu¨ª ya no hay v¨ªrgenes, puesto que socialistas y populares hemos jugado con cartas buenas y con cartas malas, porque los dos principales partidos espa?oles han gobernado ya durante un tiempo suficiente para ello, porque ya no vale explicar los resultados de unos y de otros en t¨¦rminos de casualidades, mirando a las estrellas, sino en t¨¦rminos de buenas o malas pol¨ªticas aqu¨ª, bajo el firmamento. Por eso, este candidato que mejor conozco, un tal Rajoy, ha comenzado emulando al santo: "Si me miro no valgo nada, pero si me comparo valgo m¨¢s". As¨ª, el candidato del Partido Popular a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, empez¨® su reciente intervenci¨®n en el hotel Palace de Madrid haciendo el balance de las dos legislaturas pasadas para decir que la econom¨ªa espa?ola ya no es una econom¨ªa ciclot¨ªmica, que crece m¨¢s que los dem¨¢s en ¨¦pocas de vacas gordas y se desinfla antes en ¨¦pocas de vacas flacas. Porque hemos sido capaces de crecer cuando los dem¨¢s han tenido que arriar las velas, y seguimos haci¨¦ndolo, y porque ya somos la cuarta econom¨ªa de la zona euro. Pero debemos seguir avanzando en la senda de la convergencia real y alcanzar los mismos niveles de empleo y de bienestar que nuestros vecinos m¨¢s ricos.
Europa, esa gran apuesta espa?ola, nos recuerda, nos invita encarecidamente, digamos, a perseverar para ello en los dos dogmas consagrados en Maastricht -la estabilidad de precios y la austeridad presupuestaria-, que son los que nos han servido para llegar hasta aqu¨ª, y a seguir avanzando en las reformas estructurales que hemos iniciado en las dos legislaturas pasadas. Las recetas son sencillas, como saben las amas de casa, pero muy laboriosas, como saben todos y todas las que han cargado alguna vez con la responsabilidad de una econom¨ªa dom¨¦stica: es necesario crear m¨¢s empleos y, al mismo tiempo, mejorar la productividad de nuestra econom¨ªa. La creaci¨®n de empleo ha sido la prioridad absoluta en estas dos legislaturas, porque el nivel de desempleo era simplemente insoportable cuando el Partido Popular lleg¨® al Gobierno en 1996. El axioma funcion¨® puntualmente en aqu¨¦l a?o, recordemos. Y deber¨ªa seguir siendo la m¨¢xima prioridad del futuro gobierno de Espa?a, entre otras cosas, porque aumentar la tasa de ocupaci¨®n constituye la estrategia m¨¢s adecuada para seguir convergiendo con Europa, seg¨²n la "hoja de ruta" dise?ada en Lisboa, y para preservar, en definitiva, un modelo europeo que constituye una de nuestras se?as de identidad m¨¢s emblem¨¢ticas. De Rajoy escuchamos todos ideas concretas: prestar especial atenci¨®n a los sectores m¨¢s vulnerables en materia de empleo, los menores de 25 a?os, las mujeres entre 25 y 55 a?os y los trabajadores mayores de esta edad. Aqu¨ª residen los yacimientos de empleo de la econom¨ªa espa?ola, a los que habr¨¢ que ayudar con incentivos fiscales para las familias y para las peque?as y medianas empresas. Pero ?cuidado!, el marxismo ha muerto, pero vive Cuba. Y puesto que nadie en principio es partidario de crecer hacia un pleno empleo a la cubana, se trata de poner un especial ¨¦nfasis en los factores que sirven para mejorar nuestra productividad, como la calidad de la ense?anza y de la formaci¨®n profesional, las infraestructuras b¨¢sicas, el acceso a las nuevas tecnolog¨ªas y la simplificaci¨®n administrativa.
Pero la econom¨ªa no lo es todo tampoco, y mucho menos si por ello entendi¨¦ramos la "dictadura de los mercados", como suelen denunciar los globalo-f¨®bicos o altermundialistas, o la "sociedad de mercado" como gustaba alertar el depuesto Jospin. Me consta que, como l¨ªder de un partido centrista, Mariano Rajoy es perfectamente consciente de que el mercado no es capaz por definici¨®n de atender las necesidades de quienes por edad o por contingencias de la vida no pueden aportar ya ni capital, ni trabajo. Por eso, tan importante es hacer que el mercado funcione bien, como hacer efectivo el principio de compensaci¨®n social, los dos principios en que se basa la econom¨ªa social de mercado, modelo mucho m¨¢s humano que el anglosaj¨®n. Por eso, se comprometi¨® -por ahora- a duplicar el Fondo de Reservas de la Seguridad Social hasta los 24.000 millones de euros. Porque pol¨ªticas s¨®lidas, decididas, es lo que exige el reto que el envejecimiento de la poblaci¨®n supone para el futuro de nuestras pensiones, y las de nuestros hijos.
Y, mientras tanto, la respuesta del PSOE ha sido entretenida pero escueta. Se han limitado a decir que Rajoy lo ¨²nico que quiere es subir los impuestos, precisamente al d¨ªa siguiente de que se comprometiera a bajar, por tercera vez, el impuesto sobre la renta. De lo dem¨¢s, ni media palabra. Como dir¨ªa mi buen amigo Juan Cotino, algunos s¨®lo dan gloria a Dios callando.
Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Margallo es eurodiputado del PP.
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