Sanzol, en su hora punta
El portero de Osasuna, el menos goleado de Primera, se enfrenta a Ronaldo, el 'pichichi'
La misma tarde que Ronaldo se consagraba en Espa?a con dos inolvidables goles ante el Compostela, Richard Sanzol contemplaba desde la grada c¨®mo Osasuna B venc¨ªa por tres a uno al Zamudio. Era el 12 de octubre de 1996. Siete a?os despu¨¦s, sus caminos se cruzan en El Sadar. El portero navarro, curtido en los barrizales del norte de Espa?a, se enfrenta al ¨²ltimo gran delantero nacido de las favelas cariocas. El duelo no es circunstancial. El actual Zamora (8 goles en 11 partidos, frente a los 9 de Molina y Ca?izares, en 12) es un producto de la cantera, trabajador humilde y sufridor en los banquillos. El Pichichi, un derroche de magia brasile?a y potencia alemana acostumbrado al aplauso desde ni?o. Estos dos jugadores representan dos escuelas de f¨²tbol enfrentadas; dos filosof¨ªas de club y dos modos de ver la vida que chocan sin remisi¨®n.
Humilde y sencillo, niega la teor¨ªa de que para ser portero hay que tener un punto de locura
Sanzol, pese a sus 27 a?os, es un desconocido para la gran afici¨®n, con un escaso bagaje de 53 partidos en Primera. Siempre a la sombra, primero de L¨®pez Vallejo, posteriormente de Emilio, Nuno o Unzu¨¦, el portero se ha visto eternamente relegado a la condici¨®n de promesa. El meta navarro vivi¨® su situaci¨®n l¨ªmite cuando Miguel ?ngel Lotina, en julio de 2001, le prometi¨® la titularidad para toda la temporada. La llegada del portugu¨¦s Nuno, cedido por el Deportivo, volvi¨® a relegarlo al banco y Sanzol perdi¨® las ganas de jugar. El humilde Richard, el portero honrado y trabajador, estuvo a punto de romper su vinculaci¨®n con Osasuna y marcharse lejos de su equipo de toda la vida. Se lo pens¨® seriamente, aunque le supon¨ªa un dolor inmenso. Al final prevaleci¨® su deseo de seguir en Pamplona, de seguir viviendo con sus padres y esperar una nueva oportunidad. Si se iba ya nunca podr¨ªa emular a su ¨ªdolo, Arkonada, en su af¨¢n de triunfar en casa y llevar a su club hasta lo m¨¢s alto.
Con todo perdido, lleg¨® el mexicano Javier Aguirre, con los nuevos aires del cambio, y descubri¨® el talento de un jugador desperdiciado por el f¨²tbol. Todo volvi¨® a rodar, como cuando triunfaba en el modest¨ªsimo San Juan y en Osasuna B. Hoy en d¨ªa, el Zamora de la Liga todav¨ªa se sigue avergonzando cuando un ni?o le pide un aut¨®grafo o le reconocen en la calle. Si de los porteros se dice que para serlo tienen que tener un punto de locura, Sanzol siempre ser¨¢ la excepci¨®n. Anal¨ªtico y sencillo, nunca dar¨¢ el pego de portero por la calle. Con 1,82 metros de estatura y 81 kilos de peso es un muchachote pamplon¨¦s, pero nada exagerado como para asimilarlo a la porter¨ªa de Osasuna. Por el contrario, su rival Ronaldo no puede pasar inadvertido ni un segundo. Las dos caras del f¨²tbol, la de los modestos y las estrellas se dan cita en El Sadar, pero ahora ambos exhiben sus galones. Sanzol resguarda a Osasuna tanto como Ronaldo lanza al Madrid.
Por eso, y por otras cosas, la visita del Real Madrid es todo un acontecimiento en Pamplona. El poder omn¨ªmodo de los blancos se enfrenta, durante noventa minutos, a la garra y el derroche de los bregadores navarros. Mientras los madridistas desprecian amablemente a su rival, Osasuna vive para este partido. La pasada temporada, el medio centro uruguayo Pablo Garc¨ªa, tras interminables roces con Fernando Hierro y Helguera en el Bernab¨¦u, sentenci¨® de una manera lapidaria: "Ya vendr¨¦is a Pamplona". Tambi¨¦n Cruchaga, en un alarde de sinceridad, declar¨® a la prensa que, lo que nunca comprender¨ªa en el mundo, es que un navarro "sea hincha del Real Madrid". No se trata de alardes de violencia ni de amenazas arrabaleras. Simplemente, el equipo de Florentino P¨¦rez no es bien recibido en un feudo tradicionalmente azulgrana. Los madridistas, en Navarra, son una honrosa excepci¨®n. Existen 24 pe?as en la Comunidad pero distribuidas especialmente por los pueblos del sur y con poco muy movimiento social. Desde hace un a?o tambi¨¦n funciona una escuela de f¨²tbol en Artajona (Navarra) aunque a la simiente blanca le cuesta enraizar en esta tierra. Navarra no es del Real Madrid y lo demuestra en cada partido. No es un derby; es algo m¨¢s. Una mala temporada se puede salvar con una victoria y un empate en los dos duelos ante los de Chamart¨ªn. Si no, es desastrosa. Adem¨¢s, El Sadar se ha mostrado ya como un fort¨ªn casi inexpugnable para los equipos grandes. Atl¨¦tico de Madrid, Valencia o el mismo Real Madrid, durante las dos ¨²ltimas temporadas, han vuelto a casa avergonzados y buscando respuestas. Para los navarros, el pundonor se demuestra en los momentos dif¨ªciles, cuando ya han quitado la red para el doble mortal. Pero los pupilos de Javier Aguirre ya no se juegan tan s¨®lo el honor. Hoy, ambos equipos miran a la parte alta de la clasificaci¨®n. Osasuna, la sorpresa de la temporada, mantiene el bloque que la temporada pasada humill¨® en El Sadar a los de Vicente del Bosque. Este a?o, el Real Madrid conserva el equipo que se perdi¨® en un partido en el que Figo acab¨® expulsado, Zidane, con una tarjeta amarilla, y Ra¨²l buscando en el libro de instrucciones c¨®mo enfrentarse a un equipo superior en todos los aspectos.
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