Garc¨ªa M¨¢rquez entrega el Premio Juan Rulfo a Rubem Fonseca
La Feria del Libro de Guadalajara celebra la brillante obra del escritor brasile?o
"Juan Rulfo sigue teniendo algo que decir a sus lectores y sigue teniendo algo que ense?ar a sus colegas de oficio". Con esas palabras termin¨® Rubem Fonseca (Minas Gerais, 1925) su breve intervenci¨®n para agradecer el premio que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez le entreg¨® ayer en la ceremonia de inauguraci¨®n de la XVII edici¨®n de la Feria del Libro de Guadalajara, en M¨¦xico. Fue un acto cargado de emoci¨®n, en el que los dos grandes colosos de la literatura latinoamericana fueron ovacionados por un p¨²blico entregado.
A lo largo de los pasillos de la Feria del Libro (FIL) cuelgan las im¨¢genes de los diferentes escritores que han ganado el prestigioso Premio Juan Rulfo, y junto a ellas hay una frase que define el talante de cada uno de ellos. "Soy un hombre consumido por el presente", se lee en la que figura al lado del rostro de Rubem Fonseca. Y es verdad que es el presente de Brasil, el mundo cotidiano de sus hombres y mujeres, el que ha alimentado su literatura entera, cargada de latigazos fulminantes y que revela con una prosa descarnada y llena de sentido del humor el fr¨¢gil esqueleto de unas gentes que habitan una realidad cargada de violencia y a las que el autor se acerca con una inmensa ternura.
Rubem Fonseca no concede entrevistas. Considera que cuanto tiene que decir est¨¢ en sus obras. No es amigo de campa?as de promoci¨®n y si firma, que los firma, manifiestos de apoyo a distintas causas lo hace s¨®lo si su nombre no aparece en primer lugar. El fallo del jurado del Premio Juan Rulfo (dotado con 100.000 d¨®lares), concedido por unanimidad, destaca de Fonseca el haber renovado la prosa narrativa en lengua portuguesa, aprovechando y reelaborando las formas de la literatura popular (la novela negra, la pol¨ªtica, la social, la er¨®tica). Resalta tambi¨¦n su estilo directo, su po¨¦tica tremendamente personal y su capacidad para reflejar la condici¨®n del mundo contempor¨¢neo.
Las pocas palabras que dijo Rubem Fonseca las dijo en portugu¨¦s y habl¨® despacio. Record¨® la vieja an¨¦cdota que cuenta Garc¨ªa M¨¢rquez: hace mucho, un d¨ªa lleg¨® ?lvaro Mutis y le entreg¨® el Pedro P¨¢ramo, de Juan Rulfo, "para que aprenda". Su lectura fue una conmoci¨®n para el escritor colombiano y lo fue tambi¨¦n, cont¨® Fonseca, para ¨¦l mismo cuando lo ley¨® por primera vez.
La presencia de Rulfo, pues, llen¨® los primeros pasos de esta FIL, que tiene a Fonseca como uno de sus grandes protagonistas y a Quebec como invitado de honor. Como todos los a?os, hubo discursos de distintas personalidades pol¨ªticas y acad¨¦micas. La semblanza de Fonseca la hizo Jorge S¨¢nchez, c¨®nsul mexicano en R¨ªo de Janeiro, la ciudad donde vive el escritor brasile?o desde los ocho a?os. Garc¨ªa M¨¢rquez prefiri¨® no hablar ("yo le entrego el premio al flaco Fonseca pero no me pongas ante el terror de tener que escribir algo para una fecha concreta", cuenta que le dijo). S¨¢nchez habl¨® de las dificultades de dar cuenta de un personaje tan esquivo, traz¨® sus grandes coordenadas biogr¨¢ficas, se detuvo en los problemas que tuvo con la censura de su pa¨ªs (tacharon uno de sus libros de atentado a la moral y a las buenas costumbres y tambi¨¦n lo acusaron de incitar a la violencia y de hacer apolog¨ªa del crimen) y analiz¨® los distintos niveles de su escritura, adem¨¢s de llenar su intervenci¨®n con divertidas an¨¦cdotas y brillantes citas de los libros de Rubem Fonseca.
En cuanto a Quebec, fue la ministra de Cultura de la regi¨®n canadiense, Line Beauchamp, la que se encarg¨® de hacer la presentaci¨®n oficial. Dijo que una cita de estas caracter¨ªsticas es decisiva para potenciar, reforzar y reafirmar la diversidad cultural, y se refiri¨® a algunas de las semejanzas que comparten M¨¦xico y Quebec: proceden de antiguas colonias europeas, su poblaci¨®n es mayoritariamente cat¨®lica, hablan lenguas surgidas del lat¨ªn, tienen un vecino poderoso (EE UU) y, sobre todo, insisti¨®, comparten el "sentido de fiesta". ?sa fue la clave, y la invitaci¨®n para estos d¨ªas: pasarlo bien.
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