Los c¨ªrculos cuadrados
La pol¨ªtica ha ganado las elecciones. En el escenario, los distintos protagonistas se re¨²nen, estos d¨ªas, entre sonrisas y parabienes. Se intercambian mensajes y propuestas. Dialogan. Ensayan algo que la pol¨ªtica catalana necesitaba como agua de mayo: el reconocimiento del otro, condici¨®n previa para fundamentar un Gobierno que deber¨¢ ensamblar personalidades, ideolog¨ªas e intereses contrarios. No se sabe muy bien sobre qu¨¦ tipo de ideas y reglas se fundar¨¢ la nueva pol¨ªtica catalana, puesto que todas son factibles, y algunas de ellas, antag¨®nicas. El juego, en efecto, puede llegar a ser muy vasco, es decir, basado en la l¨®gica del frentismo interior y exterior; puede ser muy catal¨¢n, es decir muy pactista, demasiado pactista: un abrazo, por ejemplo, entre los dos partidos con m¨¢s votos (y sin embargo perdedores). Dos osos cansados buscando el impermeable con el que protegerse de los signos de cambio que la sociedad catalana ha expresado. Entre una y otra posibilidad, una f¨®rmula atrevida. Rompedora de esquemas. El pacto tripartito de izquierdas. Un pacto nada f¨¢cil, a pesar de los argumentos bienintencionados que estos d¨ªas circulan por Internet. Nada f¨¢cil: implica el encuentro de dos moldes culturales francamente distintos.
La l¨®gica del pacto entre las dos matrices de la izquierda catalana prodr¨ªa provocar un marem¨¢gnum en el PSOE
El tripartito de izquierda tiene grandes riesgos. Para el PSOE (ya antes de producirse, el PP se relame). Pero tambi¨¦n para el PSC, puesto que se negocia en un momento de flaqueza y decepci¨®n. Para el PSC, el pacto con ICV-EUiA es natural. En realidad, a un observador distante (italiano, por ejemplo) le costar¨ªa mucho entender por qu¨¦ las diferencias entre Pasqual Maragall y Joan Saura son m¨¢s profundas que las que distinguen a Maragall de Jos¨¦ Montilla o las que separan a Saura de Montilla: en Italia representar¨ªan acentos distintos, pero agrupados en el mismo polo. El PSC y ERC, en cambio, responden a matrices ideol¨®gicas y sentimentales muy alejadas. ERC es un partido con historia. En su largo itinerario ha encarnado diversas corrientes. Si pudiera hacerse pol¨ªtica ficci¨®n, el pacto m¨¢s natural ser¨ªa el del PSC de los setenta con la ERC de antes de la guerra, puesto que en realidad el PSC, al nacer, pretend¨ªa heredar el papel de partido aluvi¨®n de la izquierda catalana que ERC expres¨® en los a?os treinta. El federalismo con esquejes libertarios que circul¨® por algunas venas de la ERC hist¨®rica inspir¨® algunos acentos del primer PSC, ahora casi perdidos, que apenas reverdecieron, por otra parte, en la ERC contempor¨¢nea.
Ideol¨®gicamente, Esquerra, que emergi¨® del franquismo muy tocada, ha estado caminando durante buena parte de estos 25 a?os a la manera de los enfermos. Con inseguridad, apoy¨¢ndose en la primera pared que encontraba. Por esta raz¨®n fue abducida dos veces (Heribert Barrera, Joan Hortal¨¤) por el pujolismo. El que le da las se?as contempor¨¢neas es ?ngel Colom (un personaje al que todo el pa¨ªs deber¨ªa agradecer su aportaci¨®n hist¨®rica: salvar al independentismo juvenil de la tentaci¨®n violenta y conducirlo hacia la pol¨ªtica). El independentismo de Colom era, sin embargo, en lo ideol¨®gico, una intensificaci¨®n del pujolismo. Se basaba en la idea rom¨¢ntica, alemana, de naci¨®n. Un territorio, una lengua, un pueblo, un destino. Desconozco si la crisis que provoc¨® la ruptura entre Josep Llu¨ªs Carod Rovira y Colom ten¨ªa componentes ideol¨®gicos (la evoluci¨®n de Colom, tan distinta a la de Pilar Rahola, sugiere que lo que ellos representaban en ERC no era propiamente una corriente ideol¨®gica). Lo que s¨ª est¨¢ fuera de toda duda es que Carod Rovira ha defendido en toda la campa?a un patriotismo c¨ªvico que nada tiene que ver con la tradici¨®n rom¨¢ntica. Como explic¨® el periodista Enric Company, se o¨ªan las moscas, cuando, en los m¨ªtines, Carod Rovira hac¨ªa pedagog¨ªa del nuevo patriotismo que propugna. Un patriotismo en el que ni la lengua ni, por supuesto, el origen, ni tan siguiera el sentimiento de pertenencia, aparec¨ªan como componentes esenciales, sino la vinculaci¨®n del ciudadano a una sociedad cuya econom¨ªa -diagnosticaba- est¨¢ siendo asfixiada por el Estado y perjudica a todos, hablen como hablen y sientan lo que sientan. "Se puede ser independentista y hablar en castellano, se puede ser independentista y sentirse espa?ol", dijo en Girona, donde sus bases son m¨¢s de la ceba. Las bases de ERC respondieron con entusiasmo en las urnas, pero presumo que una parte sustancial, seguramente la m¨¢s fervorosa y militante, no ha dado el paso, todav¨ªa, de la ilusi¨®n rom¨¢ntica a la raz¨®n carodiana. El pacto, si se produce, va a requerir, por lo tanto, mucha, much¨ªsima pedagog¨ªa.
La l¨®gica del pacto entre estas dos matrices de la izquierda catalana prodr¨ªa provocar un marem¨¢gnum en el PSOE, cierto, pero tambi¨¦n podr¨ªa ayudarle a explorar, no sin grandes sudores, otra idea de Espa?a, alternativa a la de Aznar. Una revisi¨®n de las relaciones econ¨®micas y jur¨ªdicas entre los territorios hisp¨¢nicos que facilitara la comodidad de todos, compatible con los v¨ªnculos, con la uni¨®n. ?Cuadratura del c¨ªrculo? No se me ocurre un proyecto pol¨ªtico m¨¢s dif¨ªcil, pero tampoco se me ocurre otro que sea m¨¢s necesario (incluye una salida al laberinto vasco). Para ERC es tambien un reto fenomenal. En traje de faena se presentar¨ªa el independentismo c¨ªvico de Carod en aquellos espacios castellanohablantes que el PSC e ICV-EUiA han pastoreado tradicionalmente. Superando el marco sentimental en el que de momento (a pesar de su reciente ¨¦xito) reside, el independentismo tendr¨ªa ocasi¨®n de hacer historia encar¨¢ndose a la complejidad catalana. Los viejos c¨ªrculos ya no existen. Los del futuro deber¨¢n ser cuadrados. Las elecciones han cambiado la geometr¨ªa. Es la hora de la pol¨ªtica. Y de limpiar las telara?as ideol¨®gicas.
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